El Estado ya no centraliza ni monopoliza, ahora gestiona. El Proceso de Reorganización Nacional se encargó de dictarle acta de defunción a la política de masas (militancia, partidos políticos, clases sociales, sindicatos, Soberanía Estatal, representación política, etc. etc.); el alfonsinismo con sus “felices pascuas” y su hiperinflación constató prácticamente su agotamiento; y el menemismo inauguró la fase neoliberal “alopática” (ir al foco del dolor); mientras que el delarruismo lo hizo en su fase “autista” hasta el estallido del 2001.
Me encuentro una tarde con un amigo de la adolescencia en la calle. Después de los saludos, mimos y reconocimientos de rigor, empezamos a recordar nuestras andanzas de juventud. Al cabo de un rato, y de mirar un par de veces cada quien sus respectivos relojes, nos saludamos prometiéndonos volver a vernos (¡no te pierdas!), pero sabiendo que más allá de las ganas ese hipotético reencuentro quedará en mera intención.
Estoy con otro amigo (ahora en el trabajo) charlando y éste me dice después de divagar un poco “hay que ganar la calle” haciendo referencia a una actividad que estamos planificando hacer en nuestro lugar de laburo. Los dos compartimos años y experiencias callejeras. Me lo quedo mirando y asiento, sí, ¡hay que ganar la calle!