La lucha por la tierra

Entrevista a integrantes de la 
Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra
por Instituto de Investigación y Experimentación Política
(http://www.iiep.com.ar/)
La UST (Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra) de Mendoza compone el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI). Como organización de base su trabajo se despliega en varios puntos de la provincia e incluso más allá de sus fronteras estrictas. Hace unos pocos días, conversamos con lxs compañerxs que viven, producen, hacen radio comunitaria y una escuela agro-ecológica en la localidad de Jocolí desde principios de este siglo. Nos esperaban Diego, Juan, Vero, Héctor y Facundo. Para quienes no conocen en particular la experiencia de la UST les pedimos que cuenten brevemente cómo se plantea hoy la vida campesina en Mendoza, y qué avances y desafíos se presentan para la UST, con la idea de poder compartir esta charla en la Red de Investigación y Experimentación Política, en la que participan y evaluar juntos el juicio por el asesinato de Cristian Ferreyra.
Primero es importante unas consideraciones sobre Mendoza, que es una región árida, donde sólo el 3% de su superficie tiene riego y puede hacer agricultura, el resto es lo que se llama secano y la actividad productiva es la ganadería. A fines del siglo XIX luego de la derrota de las Montoneras, la oligarquía avanzó contra el campesinado y los pueblos indígenas, desplazando en gran medida a las familias campesinas hacia el secano, y obligando a convertirse en obreros rurales a los que quedaron en los Oasis (el 3% regado). Las distintas crisis han provocado que de ese 3% con derecho de riego (según la  ley) casi la mitad esté abandonado e improductivo. Así una parte del campesinado que fue obligado a ser obrero, logro ocuparlas, pero no regar…
Todo este proceso hizo que la vida campesina en Mendoza haya sido destruida históricamente a la vez que permaneció resistiendo en algunas zonas marginales y en las memorias de los obreros sin tierra, contratistas viñateros, nietos e hijos de campesinos desplazados y proletarizados.
Una parte de ese campesinado que está en el oasis produce alimentos arrendando tierras con agua, lo que le sale bien caro, es casi un trabajo precarizado donde el terrateniente y las empresas de agroquímicos e intermediarios explotan al campesino. Más del 70% de la producción de verduras tiene esta historia.
La UST comenzó organizando familias en los oasis para recuperar y ocupar fincas abandonadas y luchar por el agua. Y luego acompañando la organización comunitaria en el Secano para resistir los intentos de desalojos que se agudizaron con el desplazamiento de la ganadería de la pampa húmeda producto de la expansión sojera. Tenemos más de 150 mil hectáreas en disputa en el secano, que logramos que queden en manos campesinas y de forma comunitaria. En esos territorios la vida campesina transcurre con la cría de cabras, vacas y caballos, la fabricación de quesos,  también apicultura y elaboración de productos a base de la algarroba que es el fruto del algarrobo. En el Sur de la provincia donde existen pequeñas vertientes de agua, los ranchos campesinos se ven acompañados de huertos y frutales. La lucha en defensa de estos territorios hoy se ha agudizado, frente a nuevos enemigos que son empresas transnacionales, españolas, coreanas, francesas. Estas empresas además de contar con la complicidad judicial apelan a empresas de seguridad que colocan hombres armados en el campo, amenazando, matando animales e incluso disparando por las noches a los ranchos.. Las comunidades organizadas han sido las que han tenido que expulsar a las empresas usurpadoras, sus casillas, sus alambres y sus matones frente a la inacción de la justicia en el mejor de los casos
En los oasis, en general las familias campesinas dedican una parte de su tiempo a ser trabajadores rurales, precarizados, en negro, y temporariamente, para sobrevivir, y la otra parte para producir, con escasa tierra y escasa agua. Principalmente pequeñas parcelas de vid, chacra de verduras y animales de granja. Grupos de base de trabajadores rurales organizados han ocupado  y recuperado más de 10 fincas que estaban improductivas, la lucha es por lograr el agua de riego que ha sido suspendida. Actualmente hay una mesa de diálogo con el Departamento General de Irrigación (DGI) para avanzar en este tema, el año pasado el Gobernador planteó un proyecto de Ley tomando las reivindicaciones de la UST (expropiar las fincas abandonadas y ponerlas en función de la agricultura familiar). El DGI apoyó, pero no pasó la legislatura, donde predominan las fuerzas conservadoras. Sin embargo, este año se creó el Ministerio de Tierras, un gran avance que le da institucionalidad a una lucha histórica de la UST, de las comunidades Huarpes y de los Sin Techo desde la época del padre Macuca Llorens. Esto le de más aire a la lucha por la tierra y pone ciertos frenos a la criminalización.
La UST tiene más de 45 causas judiciales abiertas por luchar por la tierra y en general los campesinos son criminalizados. Incluso aquellos que tienen mas de 100 años en la tierra con derechos consolidados por la constitución y la ley.
Hemos visitado una verdadera infraestructura: radio, espacios productivos, fincas, salones de reuniones, una escuela agro-ecológica… ¿Cómo se da este desarrollo?,  ¿cómo se vincula al fortalecimiento de la economía popular? 
La UST en Mendoza y el MNCI a nivel nacional es un movimiento de base territorial, concebimos la política en función de la disputa del territorio. El territorio en función de la vida campesina y popular que es disputado principalmente por el capital financiero bajo múltiples formas: agronegocios, consumo desenfrenado, narcotráfico y crimen organizado, clientelismo, educación bancarizada,  etc…
De ahí la lucha por la tierra, el territorio para desarrollar la vida campesina, eso incluye producción, cultura, comunicación, educación….
La producción no sólo en la tierra sino agregando valor, (que es una práctica milenaria también, la conservación de alimentos), pero recreando tecnología apropiada. Para nosotros el camino es la Agroecología, que es una síntesis de conocimientos y saberes populares con la potencia del desarrollo científico técnico y bajo exclusivo control popular.
Pero está claro que hoy estamos atravesados por el capitalismo, así aún en nuestra lucha por el Socialismo latinoamericano, pensamos que requerimos una política actual para todo lo que esta excluido del modelo. La Economía popular permite sintetizar todos los procesos campesinos, de fábricas recuperadas, de talleres y emprendimientos autogestionados, de cooperativas  que hoy no contamos con ingresos dignos y seguros, entonces es también una reivindicación de políticas públicas para que el Estado brinde cobertura social, médica, apoyo de créditos y subsidios y de mercados populares a un sector que seguramente supera el 30% de los trabajadores en Argentina. La experiencia de la cadena del cuero es un ejemplo: nosotros producimos cuero de cabra, lo llevamos a una curtiembre recuperada que lo procesa y agrega valor, parte nos devuelve y hacemos alpargatas, parte va a la industria del calzado….  hoy logramos que el Ministerio de Agricultura lo apoye y ganamos escala. Sin embargo, nadie se convierte en empresario, sino que mejoramos la calidad de vida y del trabajo.
La Escuela campesina viene formando jóvenes campesinos y nos viene formando a todos, hoy tiene más de 80 campesinos cursando, este año se reciben cerca de 15, con preparación técnica y política para conducir estos procesos.
La Radio, la Escuela, las fábricas, todos empezaron sin apoyo, sin recursos, con voluntad y militancia, hoy todos son reconocidos institucionalmente y sin ningún condicionante político externo. La relación Movimiento Social – Estado es potente mientras se mantenga la lucha (contra el capital) y la autonomía, sobran contradicciones, pero los resultados en el territorio son notables.  Claro en el marco de un proceso nacional y latinoamericano como el que vivimos, esto en los 90 o en el 2001 no era posible, aunque ya teníamos territorios y fábricas. Entre otras articulaciones con el Estado venimos trabajando con la Secretaría de Agricultura Familiar de la Nación, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, el Ministerio de Tierra Ambiente y Recursos Naturales de Mendoza, el Departamento General de Irrigación, el AFSCA y la Dirección General de Escuelas.
¿Cómo se da la articulación provincial con movimientos como la asamblea del agua y contra la minería y otros movimientos populares en la coyuntura provincial?
El hecho de ser un movimiento de base campesina y que la militancia viva efectivamente en el campo, muchas veces no nos permite dar seguimiento de la dinámica política urbana. Sin embargo tenemos una amplia articulación, que incluye a la Asamblea Popular por el Agua Pura, a los organismos de DDHH, HIJOS, a diferentes organizaciones urbanas y agrupaciones estudiantiles, al Movimiento Evita, la Tupac, La Casita Colectiva, el Colectivo de Medios Comunitarios de Cuyo, entre muchos otros. Quizás lo más complejo es el tema sindical, con una UATRE funcional a los agronegocios y en general con una mirada muy enfocada sólo en el salario de los distintos sectores y corrientes sindicales.
Hay temas de mucha coincidencia en general, como la lucha contra la violencia institucional, la lucha por la tierra… Aún nos falta caminar mucho para forjar la unidad que requiere el pueblo mendocino, es por eso que la hegemonía la tiene el poder agroindustrial en la provincia, que esta altamente concentrado y trasnacionalizado.
El tema minería tiene algunas tensiones, la relación con el Estado otras.
Nosotros apoyamos la lucha contra la megaminería transnacional, pero no consideramos que el agua de Mendoza, en estos últimos años particularmente, sea pura ni del pueblo, el agua está cada vez más concentrada en manos de capitales extranjeros o locales, que han colonizado la provincia, principalmente el Valle de Uco, y el uso que le dan estos agronegocios de vid, olivos, tiene una alta carga de agrotóxicos que también contamina el agua. O sea no sólo debemos luchar contra las megamineras transnacionales y contaminantes, también hay que sumar un proyecto popular y democrático para Mendoza y luchar contra los agronegocios, porque este modelo agrícola tiene precarizados a más del 75% de los trabajadores rurales. Salentein o Chandon no son muy diferentes a la Barrick Gold.
¿Cómo viven por el juicio y la campaña «Ni un muerto más por el derecho a la tierra. Cristian Ferreyra Presente!», que implica para ustedes?
Lo vivimos intensamente, es una campaña nacional, y que ha salido de las fronteras argentinas. El juicio en sí mismo es una conquista, porque los agronegocios matan, han matado, han asesinado, y en general los crímenes quedan impunes, ni siquiera son juzgados.  Han asesinado con balas, con agrotóxicos, con topadoras en distintos lugares del país.
A medida que crece la organización campesina, recrudece la violencia del agronegocio y sus empresarios. Entonces que se lleve a juicio a al autor material, pero también al empresario, y que ambos estén presos hasta ahora, es una conquista de la lucha campesina y la lucha por la tierra
Ahora veremos cómo actúa el poder judicial, que ya tuvo varias parcialidades a favor del empresario. Sabemos que el poder judicial es el más reaccionario, así que rara vez la justicia llega por ahí….
En el juicio se debate sobre derecho humanos, sobre justicia y por sobre todo sobre un modelo de país, porque la soberanía alimentaria no es una cuestión campesina, de ella depende la liberación de todo el pueblo, campo y ciudad. No habrá Soberanía Alimentaria de la mano de los agronegocios. La Soberanía Alimentaria depende de la Agricultura campesina indígena y familiar.

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