Durante el encuentro organizado el último fin de semana bajo título de Escena Política se pudo pensar colectivamente sobre lo ocurrido con el paro de mujeres durante esa intensa semana. Para que no se pierdan y sigan generando discusión, precisemos tres ideas plateadas en un nutrido taller de este congreso transversal de pensamiento artístico y político cuyo eje fueron las relaciones de expropiación mutuas entre movimientos y estado.
· el paro de mujeres (a contraluz de la CGT) presenta todos los elementos de un nuevo sindicalismo social, capaz de registrar la emergencia de sujetos que producen valor mas allá del modo del imaginario laboralista-industrialista. La producción común de lo común, que vemos funcionar un poco por todos lados, en las redes de cooperación y en las tramas de las economías populares, busca sus propias reglas para organizarse, sus propias palabras para hacerse oír, sus propias manifestaciones para volverse visible. Un nuevos mapa de sujetos creadores de riqueza social que se resiste la explotación y a la violencia emerge con contundencia.
· el paro de mujeres parece abrir también una nueva perspectiva en el plano de los derechos colectivos: no se trata sólo de luchar por derechos que el estado debe reconocer, sino también y sobre todo de constituir la fuerza para ejercerlos: se intenta unir potencias y derechos. Esto hace una diferencia considerable respecto de la idea dominante de derechos sin potencias, modo propiamente neoliberal de congelar a los sujetos en el papel de víctimas demandantes. Este congelamiento es despolitizador: nos hace creer merecedores y no constructores de derechos. Es el discurso de los poderes: para no modificar la realidad, se nos ofrecen compensaciones a nuestras pérdidas, defectos, heridas y frustraciones. Frente a esta idea de derechos sin potencia, las mujeres pusieron en la calle su propia fuerza para ejercer sus derechos propios.
· el paro de mujeres permite entrever la radicalidad del movimiento, puesto que al profundizar su lucha desestabiliza por entero al campo social. La esencia estratégica del movimiento, parece obvio decirlo, es feminista. Al rechazar la violencia de los hombres hacia las mujeres en tanto que mujeres, el movimiento cuenta ya con todos los elementos necesarios para denunciar la violencia de la apropiación privada. De ahí que más que una especificidad entre otras, la lucha de las mujeres contra la violencia patriarcal sea “la” especificidad. Como no podía ser de otro modo, la oscurísima respuesta que el movimiento recibe es la del terror; el mismo terror que dio origen al movimiento que convocó al paro, pero aumentado. En ese marco, el enlace con la lucha de los derechos humanos aporta riqueza al movimiento, aunque seguramente no sean suficientes los organismos existentes. Contra el terror capilar, la construcción de redes micropolíticas concretas de protección.
La extraordinaria potencia del primer paro de mujeres es evidente, entonces, tanto por lo que sintetiza y reúne como por lo comunica y propone. Justo cuando el dialogo argentino entre el gobierno neoliberal y el poder de la Iglesia Católica pretende cerrar el espacio de decisión, apoderándose del gobierno de los cuerpos, el movimiento de mujeres enfrenta el miedo y el dolor, se vuelve multitud vital, nos sacude la impotencia y nos permite imaginar de otro modo el futuro inmediato. Hay mucho que crear y las mujeres en lucha parecen saber hacerlo.