La derrota de Milei y la picardía política plebeya // Igor Peres

 

 

Primero las evidencias… ¡Hasta a los brasileños tras el cuatrienio bolsonarista les asustó la posibilidad de un triunfo de Javier Milei!

            Por lo pronto, hay dos grandes hipótesis de lectura sobre el triunfo de Sergio Masa. La primera atribuye el repunte ante las PASO a la máquina electoral activada por el actual ministro de economía. Desde luego, “máquina electoral” es un eufemismo para caracterizar la captura de la voluntad electoral por la “plata volcada a la calle” en las semanas previas a la elección. (Para los adeptos de esa línea, no habría que descartar también la “extorsión” tarifaria practicada desde el ejecutivo nacional en las últimas semanas, los sucesivos bonos compensatorios ofrecidos, las exenciones impositivas concedidas, entre otras conocidas ingenierías prebendarias “populistas” …)

            La segunda hipótesis sostiene que el miedo al retroceso civilizatorio representado por Milei habría reactivado reservas democráticas neutralizadas por la bronca con una década de crisis social. Aquí, el legado de las luchas forjadas en la resistencia a la dictadura, la transición y las distintas experiencias de organización popular contemporáneas habría emergido a último momento frenando la debacle que se avecinaba.

            Ambas hipótesis valen para explicar la derrota momentánea de Milei, pero tienden a idealizar la subjetividad plebeya. Los casi 15% de las voluntades políticas juntadas por Massa no se deben ni a la compra lisa y llana de votos ni a una conversión militante repentina. Quizás el 22 de octubre hayamos presenciado la manifestación de la picardía política plebeya, que condujo a la élite política hasta el margen del abismo y le mostró la magnitud del daño que le esperaba. Exactamente como ocurrió con la contraofensiva de Lula luego del ascenso del bolsonarismo, la subjetividad plebeya desafió las proyecciones de las encuestas y mostró (¿hasta cuándo?) que Milei no es más que el emisario de la revancha popular.

            La derrota momentánea de LLA abre múltiples interrogantes. ¿Hacia dónde migrarán los votos de Patricia Bullrich? ¿Será el peronismo sui generis de Schiaretti particular a punto de prestarle votantes a un Milei? ¿Un posible acuerdo entre Massa, Larreta, Monzó, Frigerio, Morales, Losteau y tutti quanti sepultaría las chances de una victoria de la ultraderecha en el balotaje?

La picardía política plebeya tuvo clemencia de Axel Kicillof por ahora. (Le prestó por un rato su voluntad creyendo quizás en la promesa del gobernador de que era momento de que empecen a sonar nuevas melodías políticas…) Lo que parece indudable es que el 22 de octubre la realidad política argentina se sintonizó de una buena vez con el “nuevo tiempo del mundo”, y sería imprudente ningunear el aviso de incendio transmitido por el voto popular.

 

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