Josep Colomer: La soberanía en cuestión

por Pablo Chacón

El economista y politólogo español Josep Colomer abunda sobre la condición global contemporánea, gobernada por expertos, y traza las diferencias que a su juicio tienen los estados, tanto nacionales como locales, en un mundo donde muchas de las decisiones las toman personas que no han sido votadas en elecciones libres y democráticas.
 


¿Cómo funciona el sistema global gobernado por expertos?

No hay un gobierno global centralizado y soberano, es decir, no hay un estado global. El mundo está actualmente gobernado por una serie de burós, organizaciones, fondos, bancos, tribunales y directorios, cada uno de los cuales está especializado en un área de acción: la seguridad, el desarrollo, la estabilidad monetaria, el comercio, la salud, los derechos humanos, etc. Por arriba, el Grupo de los Ocho y el Grupo de los Veinte, en los que están representados países que incluyen el noventa por ciento de la población mundial, coordinan muchas de las decisiones de las organizaciones especializadas.
¿Se puede entender a los expertos como una casta decisoria o como una suerte de administración con una ideología precisa?

En general, los expertos son reclutados con criterios de competencia técnica y honestidad, lo cual contrasta con el reclutamiento de altos cargos en los estados mediante partidismo y afinidades ideológicas.
¿Es posible llegar a una situación de esa naturaleza sin oposición alguna?

Todos los países del mundo son miembros de las principales instituciones globales, nombran a sus representantes en ellos y participan en la selección de los expertos. En las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, etc., no hay elecciones competitivas entre partidos, por lo que no hay gobierno y oposición, sino que la gran mayor parte de las decisiones se toman por consenso, tras análisis y discusiones prolongados y pormenorizados.
La figura del experto, ¿convoca ciertos fantasmas de liderazgo vicario? El experto contemporáneo, ¿es el economista, el coach, el matemático, etcétera? Digo: si lo pensamos como una suerte de pastor o director de conciencias.

En las instituciones globales no hay lideres mesiánicos ni políticos profesionales de los que se supone que valen para todo; hay pocos diplomáticos generalistas; abundan, en cambio, los economistas, los juristas, los ingenieros, los médicos, etc., según el tema de que trate cada institución.
En cualquier caso, ¿cuáles son las decisiones soberanas que quedan para los estados?

Las instituciones globales están para proveer bienes públicos globales: la paz, la seguridad, las comunicaciones, la estabilidad monetaria, el comercio mundial, etc. Los estados se van concentrando en los temas con eficiencia a su escala territorial: obras públicas, transportes, derecho civil, justicia, etc. También los gobiernos locales pueden abordar con mayor eficiencia temas de gestión micro, incluidas escuelas, hospitales, museos, limpieza. Lo que ya no existe es la soberanía entendida al modo tradicional, es decir, el estado como centro único de decisión final sobre todos los temas dentro de las fronteras de un territorio. Ya no vale la talla única. Cada nivel de gobierno –local, estatal, global– tiene poderes en distintos temas.
Si se discute el carácter universal de los derechos humanos, como empieza a suceder, ¿estaríamos necesariamente enfrentados otra vez al mito del hombre lobo del hombre?

Ha habido más progreso en la difusión de derechos y libertades en el mundo durante los últimos veinticinco años que en toda la historia humana anterior. Precisamente porque los derechos son universales, no pueden ser provistos por cada estado, sino que necesitan instituciones de ámbito universal.

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