Herencia // Diego Valeriano

Ellos heredan. Tierra, lengua, proyecto político, clase. Nosotros nada, ni un poquito, ni una astilla, nobody.  Nada, apenas unos pares de enfermedades. El privilegio de la herencia se ejerce, se hace sentir al resto, se enrostra. Elite es heredar, poco importan las palabras, los posteos, la ropa. 

Es muy de heredero radicalizar cualquier postura, chamuyar saltos  al vacío cuando hay red, irla de héroe, combatiente, cuadro ¿total?  ¿Qué cambia? Su cálculo es distinto al nuestro. Tiene cartas, oportunidades, repechajes. Pasado mañana. El heredero no tiene amigas o compañeros, no puede, no le enseñaron. Tiene que cuidar lo suyo, desconfía, no convida. Tiene empleadas, fanes, mercenarios. 

Los proyectos políticos de los herederos solo son para sostener y agrandar su herencia. Ni la Patria, ni el mundo, ni el mercado, ni nada. Los herederos nos secan, absorben, confunden. En este mundo tan vigilante y frívolo, lleno de opiniones y pantallas hace una banda que estamos tomando partido por herederos. Los bancamos, aplaudimos, termeamos, puteamos, sufrimos. Les delegamos nuestro estado de ánimo hasta quedarnos sin aire, sin tiempo, sin amigos, sin nada.

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