Escribir con claridad… no puedo. Ponerle luz a tanta obscuridad la que retiene esa luz que buscamos. Tiempos de ocultamientos, de farsarios (Bufones sociópatas) compitiendo por ser el próximo imperio.
Como una vergüenza ajena, una adaptación humillante, que disimula el sometimiento. Vivimos los locales, los mandados, los ilusos, los positivitas del miedo. Destructivo genocidio por obtener comoditis.
Por eso los violadores penetradores de la tecno-biología y otros dólares. Pero Bumerang cumple su periplo y las torres caen con su Atalaya vigilante en esos días donde Alá gratifica a sus héroes.
Todo está cerca. Tan cerca que está dentro. Y elegimos la máquina para sanarnos.
Quiero que sepan de saberlo, son ellos los que miran moléculas, átomos, iones, protones hasta con la maquinaria de Dios. Y lo invisible se ingenian en representarlo. Como nosotros actores de existencias sin vida los rescatamos de la nada llena de material inocuo. Y le damos vida, conducta, presencia, deseos y temores. Atrapamos su intimidad y su genealogía social-familiar. De cómo sexualiza su existencia (¿omitiendo la reproducción?) Tentado por el color, somos creadores genéticos de poblaciones. Vivimos del muerto. Y la poesía alienta en revelar lo real de la realidad. El poeta se marea con sus palabras de la angustia. Sufre el placer, y abrevia la incertidumbre, plancha las manchas para escanearlas. Analiza e interpreta como el tecno-biólogo. Fabulando universos en una copa de vino. Un poeta es aquella que tiene su sexo erecto o humectado y cuando se acaba el papel en blanco entonces, entrega su economía a la espada con la furia con el odio por todo lo que camina dejando huellas.
Y el afecto no necesita claridad y tampoco es obscuro. Cuántica llegaste para tu sangre blanca. Que antipática tu virulencia, tu velocidad con tanta luz fulmino la invención del amor. Tu dañina infinitud. Nos preparamos así para arribar a otros planetas.
Es tiempo inesperado.
No hay juego. No hay deseantes.
Es ritornelo, regreso, La estatua ya no van a salir cabalgando.
Una batalla degradada.
Sin pechos, sin caras. Sin besos.
Los imanes no tienen encuentros.
Solo la indigencia no enmascara.
NB
Abril 2020