Anarquía Coronada

Estamos en manos de gente que no escabia // Diego Valeriano

La foto es muy gráfica, estamos en manos de gente que no escabia. Estamos en manos de gente que es viernes a la noche y su cuerpo no lo sabe. Que no sabe lo que está pasando a metros de ahí. Que sonríe con la mesa vacía. Gente que no espera ansiosa el delivery de escabio y no atraviesa avenidas enteras hasta llegar al kiosco de Raquel. Que nunca le rompió el teléfono al transa un domingo 11 de la mañana. .

No escabian, no saben que la fiesta es a muerte. Se esfuerzan por mostrarse pulcros, risueñas, abstemios. Van a planificar cualquier gilada porque no entienden. Nunca estuvieron en un bautismo en Merlo Gomez, a la salida de Jesse, saltando como taradas en un recital que ya ni se acuerdan de quien era en Pinar. Nunca les ardió el cuerpo, nunca un falso asado, nunca tiraron botellazos a los patrulleros como unica condicion de reforzar una amistad, nunca las bajaron de un remis por vomitarlo todo.

Planifican ajustar como si les fuera gratis, pero no entienden que la fiesta no se enfría. No entienden que la fiesta es a muerte. Y no importan las marchas porque ahí ya no pasa nada. Porque, sin duda alguna, es más peligrosa una fiesta clandestina en José C Paz que cualquier Unidad Básica, que cualquier asamblea de los mismo de siempre. Porque un estribillo encierra acción directa.

La fiesta es a muerte y en unos meses es diciembre. El calor y los atardeceres de escabio y amistad habilitan nuevos entendimientos, nuevas formas, otras alianzas. Corramos a la sección bebidas del Vea antes que la infantería nos alcance, usemos los changuitos de barricadas, segundiemos a la amiga que feliz de pepa no entienden que van por ella.

Tal vez todo comienza como un murmullo, tal vez como un grito desesperado en el medio de la música. Saquemos los parlantes a la vereda, abran un par de vinos que el sol esta que pega, todas las rochas bailando en corpiño, todos los negros en cuero amanecidos un domingo.  Busquen sus propias moléculas en las fiestas por venir, como única forma de rebelión impredecible.

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