La “sochóloga” boliviana estará en Argentina presentando “Un mundo ch´ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis”. El 30 de agosto estará en Córdoba capital, en el espacio Documenta Escénica. Y el 7 de septiembre será la presentación en la Ciudad de Buenos Aires, en Facultad de Agronomía. A su espera, compartimos las palabras introductorias que como editorial aportamos a este libro clave para atravesar la crisis civilizatoria.
En nuestra casa Tinta Limón estamos felices de volver a editar un libro de Silvia Rivera Cusicanqui. Además, este libro tiene la singularidad de ser un libro-oral. Es el primer volumen que Silvia compone por completo a partir de intervenciones que fueron primero habladas y sólo después pasaron a la mayor estabilidad de la letra escrita. No es casual que este modo sea la trama productiva de la imaginación sobre un mundo ch’ixi como mundo otro ya presente.
Esta es una experimentación, tanto en la escritura como en la (auto)edición, que tiene mucho que ver con el propio pensamiento que Silvia viene alimentando. Su preocupación por las palabras que “encubren” ha sido una clave de su crítica anti-colonial: tanto en relación a las capacidades retóricas de las élites para maquillar su dominación como en la licuación de la diferencia a favor del multiculturalismo ornamental y pacificado. Pero, a contrapelo, su perseverancia en trabajar la materia de la historia oral como lengua capaz de un “ejercicio colectivo de desalienación” abre otra perspectiva a la palabra misma.
Entonces, el dilema es el cuerpo de la palabra y el gesto mismo de poner la voz. Hace años, cuando Silvia conceptualizó el “potencial epistemológico y teórico de la historia oral” comentó el cuento de Borges que narra la paradoja de un etnógrafo atorado en el dilema epistemológico y ético de narrar o no los secretos que una comunidad le había regalado como acto de confianza. El personaje borgeano se decide por el silencio, apostando a que cualquier traducción/narración será traición y pasa el resto de sus días enmudecido y encerrado como un ignoto bibliotecario. Silvia intenta ir más allá de ese repliegue al silencio solipsista (que es un modo de clausurar la palabra y distinto a otros modos de silencio) y, sobre todo, ella apuesta a repensar qué es una confianza que pasa por la lengua (capaz también de poner sabor e irresolución en lo que se dice).
Comunicar –luego de “curiosear” y “averiguar” como instancias de investigación– implica un tercer gesto en la metodología que Silvia viene construyendo: hablar a otrxs, hablar con otrxs. En su trabajo sobre la oralidad hay un nivel expresivo-dialógico que incluye “el pudor de meter la voz” y, al mismo tiempo, “el reconocimiento del efecto autoral de la escucha”. Luego, el arte de escribir, o de filmar, o de encontrar formatos al modo casi del collage. Hablar después de escuchar, porque escuchar es también un modo de mirar, y un dispositivo para crear la comprensión como empatía, capaz de volverse elemento de intersubjetividad. La epistemología deviene así una ética. Las entrevistas un modo del happening. La escritura una fuerza contra el fetichismo de los conceptos. Y la clave para estas “artesanías intelectuales” es el manejo sobre la energía emotiva de la memoria: su polivalencia más allá del lamento y la épica, y su capacidad de respeto por las versiones más allá del memorialismo de museo.
Hemos visto a Silvia desplegar la oralidad como performance en forma de conferencia, entrevista, seminario: unas notas en un cuaderno, al calor de la exigencia de la audiencia crecen, proliferan y dramatizan una arquitectura de imágenes, conceptos y narraciones. Ahora, como ríos que corren, devienen libro. Porque estas palabras también son un mapa de viajes, de alianzas y amistades que Silvia cultiva con su complicidad de trajinante. “Trabajo con ideas encontradas en el camino, con diálogos a medio construir, fragmentarios, escuchados al paso, y creo que hay que hacerlo desde nuestra condición de personas que producen conocimiento, pensamiento y memoria”, le escuchamos decir en Buenos Aires y ahora leemos esas palabras puestas en movimiento en la constelación de textos que arman este libro también como algo “nuevo”.
Este modo es una política: mejor dicho, una micropolítica y una teorización desde el chuyma: “que incluye pulmón, corazón e hígado. Conocer es respirar y latir. Y supone un metabolismo y un ritmo con el cosmos”. Silvia cita a Spivak, en un diálogo de pasillo: se trata de teorizar con las entrañas. Y sobre todo se enlaza con Suely Rolnik (otra amiga de esta casa) en esa aventura de rastrear la micropolítica en situaciones y paisajes concretos que construyen mundos.
Se podría decir que logra lo que René Zavaleta Mercado, según la propia Silvia en estas páginas, no pudo: que la escritura no eclipse su palabra hablada. Porque, como dice también teorizando el modo de hablar de Zavaleta Mercado, la lengua manchada de la oralidad proyecta su influjo particular en la manera de pensar. Decía Walter Benjamin que las ideas se relacionan con los fenómenos como las constelaciones con las estrellas. Para nosotrxs, ya lo dijimos, Silvia es nuestra poeta-astróloga.
Presentación en Córdoba: https://www.facebook.com/events/228814797845101/
Presentación en CABA: https://www.facebook.com/events/240894443305819/