Escribir es una vanidad, si no es para el amigo.
Hace años ya que uso los grupos fb como soporte virtual de las clases en la Facu. Han sido años de batalla. No servía la aclaración de “lo virtual no reemplaza lo presencial” ni “hablen entre ustedes no pretendan hablar sólo conmigo” ni “pero si nos vemos todas semanas”.
Obviamente que esas preguntas-reclamos nunca aparecían así cuando nos encontrábamos. Y es que el cuerpo hace de sede, de soporte, apacigua el demonio de la demanda. A veces de las 2hs de encuentro 30 minutos estaban destinados a eso: sí, somos estos, estamos acá, sí, no te voy a yutear, sí, podés hablar, sí, me están hartando pero aún así, sí, no entiendo lo que decís pero se me ocurre esto. Se trataba, antes que nada, de poder confirmar nuestras existencias. No fantasmearnos. Ahí entre esa muchedumbre de 150 o de 30, que hablan, que murmuran, que se ríen, que se ausentan, que se aburren, que no ven las horas de. Algo de una confirmación, de un afirmativo, incluso cuando es No, sólo puede ser formulado en ese entre.
¿Que ya estábamos aislados y encerrados desde antes, que la cuarentena nos encuentra muy preparados?, sí. Pero. Bancarle la parada a alguien que llora porque no aprobó. Y que se odia por estar llorando frente a vos, que no tenés mucho más que explicarle y que ya seguir redundando en lo mismo no da, pero te quedás un rato más ahí, sin pretender consolar, en silencio. Y que cuando volvés a tu casa intuís que fue lo único importante que hiciste en todo el día.
Un par de horas de reunión en zoom con amigues ultra especializados en no ser especialistas me puso a delirar de extrañanza. Ahí todos del otro lado del vidrio. Del mismo lado de la mesa. Unos bebiendo, otros fumando, o comiendo algo y sin poder sentir olores ni sabores ni los roces ni las electrificaciones ni los estados que nos vamos pasando cuando estamos juntes. O pasándonos algo, sí, pero que no podía ser alojado en ese entre. Me empezaron a subir y bajar como unas ganas de llorar y recordé a los del Comité invisible: “No sabemos si la insurrección tendrá la forma del asalto heroico, o si será un ataque de llanto planetario; un brutal acceso de sensibilidad después de décadas de anestesia, de miseria, de necedad.”
Mientras tanto Juancito le pregunta a su papá cómo se escribe una palabra. Dice que no puede aprender, porque quiere aprender a leer y a escribir con sus amigos.
Y bueno, pienso, no aprenderemos. Y ese no aprender será nuestra resistencia. Lo que volveremos a viralizar algún día cuando la curva se aplane, y nosotros no.