Entrevista: Rosario. Ciudad del Boom Ciudad del Bang

por Mariano Zamorano



El documental Rosario. Ciudad del Boom Ciudad del Bang, realizado por el Club de Investigaciones Urbanas de Rosario y la revista Crisis, cuestiona la imagen de prosperidad de ciudad “linda, turística, tranquila y ribereña” y aborda una actualidad signada por especulación inmobiliaria y financiera, sojización, fuerte penetración del narcotráfico y un gran marketing que deja atrás los recuerdos de miseria proyectados a fines del siglo pasado. “Una violencia desconocida reconfigura la fisonomía de las poblaciones, derriba todo límite, dibuja nuevas fronteras e imprime sus códigos de autoridad”, se anuncia en el documental. Mario Santucho (revista Crisis), Patricia Ventrici y Juan Pablo Hudson (Club de Investigaciones Urbanas) hablan sobre el rol del Estado y los movimientos sociales ante territorios liberados por transas, autonomía policial, una tasa de homicidios violentos en ascenso y el peligro de un futuro boomerang social.

¿Qué es el Club de Investigaciones Urbanas y cómo surgió la investigación de Rosario. Ciudad del Boom Ciudad del Bang?

Patricia Ventrici: El Club de Investigaciones Urbanas es un grupo de investigación y trabajo militante de Rosario. Nos empezamos a reunir en 2012 con la idea de salir a problematizar las imágenes más oficiales que circulan sobre esta ciudad y que podrían resumirse en el eslogan “Rosario está linda” o “La Barcelona argentina”. El encuentro con organizaciones de base que nos narraban los cambios violentos que venían sucediendo en los barrios, los datos que íbamos encontrando sobre los metros cuadrados construidos para grandes torres o barrios privados y la cantidad de viviendas vacías existentes en el marco de una grave crisis habitacional, junto con la expulsión de poblaciones en localidades del Gran Rosario, hablaban de otra ciudad que no estaba siendo nombrada más que por ciertas experiencias militantes, mayormente conformadas por jóvenes como nosotros. Ese camino de investigación política lo transitamos también junto a los amigos de la revista Crisis, con quienes compartimos preocupaciones en común. En este marco surgió el proyecto de armar un documental con las transformaciones de esta ciudad en la última década. Para el trabajo audiovisual fue fundamental la participación de Martín Céspedes como realizador.

¿Cómo explicar la actualidad y los diferentes actores sociales en pugna de una ciudad que dejó atrás la “imagen de miseria gatuna” de fines del siglo pasado?

Juan Pablo Hudson: La actualidad muestra una ciudad convulsionada, en la que se padece un nuevo tipo de conflicto social que combina sojización, un boom de la construcción, narcotráfico y asesinatos de jóvenes pobres. En realidad, el 1 de enero de 2012 marcó un quiebre político en Rosario. Ese asesinato por error de tres militantes del Frente Popular Darío Santillán por parte de barrabravas ligadas a la venta de drogas, motoriza una serie de reclamos y denuncias sobre el avance del narcotráfico en connivencia con la policía y sectores de la Justicia que antes circulaban de manera muy marginal. Movimientos territoriales, de derechos humanos, grupos de investigación militante como nosotros, empezamos a mostrar como podemos el reverso de la Rosario linda, turística, tranquila y ribereña que impuso la Marca Rosario construida desde el Estado municipal. A partir de entonces, el socialismo ha perdido el control sobre las imágenes que circulan sobre Rosario. La ciudad empezó a ser asociada no sólo a la belleza de su costanera sino también a la violencia, la corrupción policial, el narco y los barrios estallados. De todos modos, las políticas del socialismo gozan de un alto consenso y muestra de ello son los resultados de las últimas elecciones; hay una mayoría social que vive con indiferencia este crecimiento brutal de los homicidios de los jóvenes pobres que son quienes padecen también una sistemática represión policial. En el caso de los movimientos sociales y políticos, si bien se avanzó con las denuncias, también se hizo evidente un repliegue en su trabajo ante las nuevas lógicas violentas que reconfiguran los territorios.

Uno de los problemas abordados es la realidad narco, que construye identidad y estética propia, y genera zonas liberadas. ¿Cuál es el alcance del narcotráfico?

PV: El avance es muy grave. No sólo en los territorios periféricos sino también en toda la ciudad. Por supuesto que la preocupación se torna más urgente en el caso de los barrios porque los asesinatos ocurren allí y no en el centro. A esta altura del año, las estadísticas oficiales indican que en el departamento Rosario la tasa de homicidios violentos es de 17 cada 100 mil habitantes y se estima que llegará a 21 a fin de año (en el conurbano bonaerense es 7,6). No todos los homicidios pueden atribuirse al narcotráfico. Nosotros no sólo hablamos de narcotráfico sino de la existencia de una vida narco en lo profundo de los territorios, que se consolida en tanto vuelve hegemónico un modo violento, sangriento, de resolver los conflictos personales, una manera de construir la identidad en los jóvenes, que conecta con imágenes estandarizadas de la felicidad muy ligadas al consumo de marcas y de toda una estética, que genera una economía popular más atractiva que el trabajo precario que prevalece en la ciudad. Todos estos actores provenientes de los sectores populares están indispensablemente ligados o, mejor dicho, comandados por otros actores decisivos en la cadena narco: integrantes de clases sociales acomodadas, quienes en definitiva son los verdaderos beneficiarios de las extraordinarias tasas de ganancias surgidas del negocio (empresarios, profesionales liberales, marcas, empresas, especuladores inmobiliarios, a los que se suma la policía provincial como actor clave para la expansión y consolidación del mercado en el marco de un poder político que se ha mostrado indiferente e impotente, brindándole una autonomía plena a la fuerza).

Frente al asesinato por equivocación de tres militantes del Movimiento 26 de Junio, el 1° de enero de 2012, una de las preguntas planteadas es qué puede hacer un movimiento social frente al narco. ¿Qué respuestas encontraron?

Mario Antonio Santucho: Nuestra sensación es que los movimientos sociales, tal cual los conocimos en la década del noventa y especialmente en el 2001, han mutado y se están reorganizando en torno a esta nueva conflictividad emergente. Una porción de estos movimientos forman parte de la constelación kirchnerista, y desde allí intentan forzar los límites del esquema de gobernabilidad vigente, a costa de relegar en cierto modo su capacidad disruptiva. Otros sectores se mantuvieron en posiciones de autonomía, cediendo de alguna manera su potencia expansiva. Pero unos y otros tienen actualmente el desafío de recuperar la iniciativa “por abajo”, en los territorios, para revertir la ruptura de las tramas comunitarias e inventar formas de vida que confronten el aumento de la violencia y la creciente precariedad. Lo que percibimos, en los escenarios donde hemos estado, es que las organizaciones sociales solas no van a poder. Al mismo tiempo, sin ellas, sin una revitalización de su trabajo y de su capacidad de pensamiento situado, todo esfuerzo será en vano. Es necesario, además, el surgimiento de voces que tengan la capacidad de dar visibilidad pública e inteligibilidad política a esta inédita forma del conflicto social. Y también es fundamental el aporte de instituciones comprometidas con la fundación de una nueva generación de derechos humanos (y no humanos).

Con el panorama presentado señalan un posible efecto boomerang y un nuevo tipo de conflictividad social propio de las rentas de las industrias extractivas latinoamericanas. ¿Qué futuro próximo advierten?

JPH: El futuro próximo es difícil de prever, porque no se avizora una salida política interesante a la crisis social que hoy vivimos. Para decirlo de una manera muy breve, y por lo tanto esquemática, tenemos que decidir si la solución pasa por la profundización del “modelo” que genera este nuevo tipo de conflictividad, o si es posible poner en juego una imaginación política capaz de configurar un horizonte alternativo, asumiendo el riesgo que eso supone (algunos dicen que el costo podría ser perder lo ya conseguido). Si es lo primero, entonces el Estado debe seguir cumpliendo más o menos el rol que hasta el momento le ha otorgado el kirchnerismo, consistente en garantizar aquellas actividades económicas que producen altos grados de rentabilidad por estar apalancados en dinámicas financieras y especulativas, mientras captura parte de esas ganancias con el objetivo de lubricar el proceso redistributivo consolidado durante la última década. Si es lo segundo, el Estado debería reconfigurarse de manera más o menos radical, modificando su natural centralización y su rol como garante de la acumulación del capital, para promover la aparición de una multiplicidad de sujetos y de un nuevo tipo de poder. Pero si ninguna de estas dos opciones prosperan el porvenir inmediato se complica, y la hipótesis del boomerang se torna no solo factible sino incluso deseable. Si lo que baja tiende a ser mera violencia represiva y expropiadora, como viene sucediendo, tarde o temprano esa agresividad que se acumula romperá los confines de las periferias y se propagará en todos los ámbitos sociales.

Sobre el final indican que Ciudad del Boom Ciudad del Bang puede verse como la segunda parte del corto Toda esa sangre en el monte, realizado en Santiago del Estero con el Movimiento Nacional Campesino Indígena. ¿Qué continuidades encuentran?

MAS: La relación entre las muertes de campesinos provocadas por la expansión de la frontera de los agrobussiness y los asesinatos de jóvenes citadinos como efecto de la forma de vida narco, puede intuirse también al comienzo del documental, en el capítulo “La nación container”, donde el protagonista son los camiones que depositan en el puerto los commodities procedentes del interior del país y orientados al mercado mundial. Más adelante en el film se habla de las ganancias extraordinarias generadas por estas actividades económicas, entre las que se incluye también la especulación inmobiliaria, y de los instrumentos financieros donde esos recursos se entrelazan y confluyen, antes de volcarse a los territorios con la pretensión de ejercer el control. Este esquema rentístico de producción de riquezas ha parido un sujeto social con cada vez más peso entre nosotros: transnacional, heterogéneo y anónimo, capaz de echar raíces en los submundos ilegales al mismo tiempo que penetra instituciones estatales con gran facilidad (ya sea la Justicia, las fuerzas de seguridad, o los institutos de investigación pública). La pregunta implícita en estas dos experiencias audiovisuales sería: ¿cómo se lucha contra la renta? Tanto en Santiago del Estero como en Rosario el conflicto ha involucrado de manera directa a organizaciones sociales con vasta experiencia. En estos momentos estamos filmando en Florencia Varela, junto a otras organizaciones (el Centro de Participación Popular Enrique Angelelli y el Movimiento de Colectivos), lo que podría considerarse la tercera parte de esta saga. La investigación en este caso está siendo desarrollada por el Instituto de Investigación y Experimentación Política y estimamos presentar este trabajo durante el primer semestre de 2014.

¿A qué le dicen Ni a Palos?

En conjunto: A los consensos de época, incluso si su contenido es progresista, porque tienden a recortar el campo de posibilidades y ponerle límites a la creación. Y también a la moral de izquierda, cómoda en su oposicionismo permanente, sin preguntarse por la traducción política de sus buenas intenciones.

El documental puede verse completo en Lobo Suelto!: ACÁ

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