Elogio a la improductividad // Elian Chali

Bibliotecas liberadas. Plataformas de acceso gratuito limitado por el tiempo del confinamiento. Música de descarga gratuita. Obras de teatro vía streaming. Liberación de softwares de creación musical. Performances por videollamadas. Visitas virtuales a un sinfín de museos. Talleres de pintura/escultura/critica/curaduría/montajismo/fotografía. Poesía recitada vía WhatsApp. Artículos, ensayos y recopilaciones de textos de lxs filósofxs y pensadorxs de la época reflexionando sobre cualquiertema más/y/con pandemia. Tutoriales-para-absolutamente-todo. Proyectos de muralismo en casa. Graffiti con realidad aumentada. Cine. Series, muchas series. Reversiones colectivas de canciones históricas. Reversiones de libros históricos en infografías. “La Peste” de Camus ya tiene más descargas durante la cuarentena que ventas en su lanzamiento. En Argentina no habíamos comenzado la reclusión y Slavoj Žižek ya había presentado su libro sobre el tema. Miles de propuestas para entretenernos. Traducciones literales desde un mundo que ya no existe a otro que todavía tampoco existe. Llamados a esquivar el aburrimiento. A no desperdiciar un minuto del tiempo productivo. A no ceder espacio alguno a la reflexión por cansancio, ansiedad o contemplación. A adormecer el motor de pensamiento que puede suscitar un rato de nada. Distracción. Omisión. Estrategias estéticas para eludirlo todo. Relleno. Tapón. Pero también para nosotrxs lxs artistas que al igual que muchos sectores, pertenecemos a la clase trabajadora precarizada, una actualización del régimen de explotación, de tele-explotación. Digitalización de las tácticas humillatorias del paternalismo. Demandas excesivas de producción de obra. Exigencias sin sentido a participar de casi-todo lo que tenga que ver con nuestras disciplinas. Pedidos absurdos de opiniones creativas sobre el tema. ¿Crees que los museos van a sobrevivir post-pandemia? ¿Pensas que el arte tiene una respuesta para esto? ¿Sentís estimulada tu creatividad frente a tal desconcierto? ¿A vos cómo te afectan estas circunstancias? ¿Podrías compartirnos las obras que estás haciendo durante el encierro? ¿Extrañas pintar en la calle? ¿Crees que el arte va a cumplir un rol central en la “nueva normalidad”? Me asqueé. Me atoré. No sé. No-sé.  Me asfixió la doctrina de capitalizar estos tiempos tan extraños para cultivarme, formarme, hacer lo pendiente, no parar la máquina productiva un segundo, reproducir la vida del anterior mundo reducida a 4 paredes, tener que mostrarme inspirado por la coyuntura. El disciplinamiento de mi tiempo ocioso. Me produce repugnancia esa organización absoluta de la vida a través de las ofertas culturales plastificadas, virtualizadas, mal adaptadas para este desconsuelo. Y no me refiero a los nuevos formatos que tanta falta hacen todo el tiempo. Tampoco a la necesidad profunda de crear, que sé que genera mucha picazón. También debo asumir que el fin del mundo -o aunque sea un mínimo resquebrajamiento- me resulta inspirador, hasta puedo llegar a entender la curiosidad en este contexto como dispositivo de vinculación. Pero esto es un exceso. ¿Acaso resulta tan insoportable un intervalo de soledad? Si ya estamos solxs. el problema es que no lo suficiente. Quiero seguir gestionando por mis propios medios la contaminación de mi cerebro. Y prefiero el silencio y me quiero aburrir y exijo mi derecho a fracasar en el encierro. Que nos dejen habitar la angustia que tanto nos enseña y que no nos obliguen a entretenernos si no podemos. Que recorriendo mis adentros, los más oscuros de ellos, recuerdo que mi práctica, mi vida, también está en los momentos tristes, en los agujeros negros. Que la fragilidad emancipatoria ofrece otro tiempo. Que la frustración como emoción epocal, también puede ser terreno para reverdecer.

No propongo un romance con la depresión ¿pero maquillar nuestras lágrimas no es celebrar la autoalienación?

Elian Chali.

Córdoba, Argentina.

 

 

 

 

19 Comments

    • “Que recorriendo mis adentros, los más oscuros de ellos, recuerdo que mi práctica, mi vida, también está en los momentos tristes, en los agujeros negros.” Que privilegio tan temido y descartado el reencuentro con nuestra soledad, el asumirnos solos. Gracias por compartir Elian. Es hermoso leerte. Abrazo

  1. Es mas amplio, o más profundo el tema y por eso recomiendo releer y disfrutar del enorme pequeño libro de Paul Lafargue «El derecho a la pereza», una joya.
    Y no para rellenar ni tapar nuestro saludable desconcierto, sino para seguir insistiendo en que ya desde hace mucho tiempo se confundió trabajo humano con trabajo alienado y cruel. Es quizás la hora de acabar con tanta estupidez y crueldad. Muy buen texto, gracias.

  2. Estoy en una casa de la playa en un pueblo de 400 habitantes, absolutamente sola desde hace más de 100 días, algo extraño me sucedió: no podía ni quería leer, ver películas, o escribir, sentía que era distraerme de una oportunidad única para que, sin tiempo ni acción, sólo me quedara esperando…, sintiendo, estando conmigo misma…Es un proceso fuerte de desierto….desestructurante de todo lo conocido hasta ahora…
    La fragilidad y la vulnerabilidad se hacen presentes con fuerza y quizá me ubican dónde siempre tuve que estar…

  3. Me pareció muy enriquecedor y cierta la visión …todavía no he podido abstraerme pero si creo que está bueno poder parar la mente y encontrar el tiempo de reflexión …como decía una sabio canto dedicado a Totoral, un pueblo en el norte de Córdoba «Totoral es donde el ocio, virtud de sabios y viejos, dónde no hay nada que hacer y para hacer nunca hay tiempo… «

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