1-Sueño, guardián del vivir
“Fin de la historia”, anunció Fukuyama en los noventa. Fue como declarar el fin de los sueños. Por supuesto que esa frase, junto con la maquinaria neoliberal que renueva su propuesta, no nos los arrebató. Contra todas las políticas que buscan aniquilarlos, o domesticarlos, proponiendo espejismos, los sueños se imponen. El sueño es nuestra reserva humana por excelencia. Guardián del vivir [1], propongo en mi libro, contra cualquier sistema de dominación, ya sea que esté anclado en un discurso biologicista, religioso, o neoliberal. Los sueños hacen del abismo medida humana, y del tiempo hacen historia y apertura al acontecimiento. Existe la creación porque existen los sueños y la capacidad de tenerlos. Los sueños son condición de creación (y vaya que lo son: componen la matriz de gran parte de la historia de la literatura, de la filosofía, y por supuesto del psicoanálisis), y son condición de futuro.
Contra todas las políticas que buscan aniquilarlos, o domesticarlos, proponiendo espejismos, los sueños se imponen. El sueño es nuestra reserva humana por excelencia
El sueño, crea futuro psíquico y futuro político. El sueño nos arroja al futuro y lo ilumina. Ilumina para adelante, y para atrás. Pero solo alumbra a quien lo sostiene, parafraseando a L-F. Celine[2]. Sí, a los sueños se los sostiene, sólo de ese modo se vuelven experiencia.
Soñamos porque somos seres temporales, y porque estamos condenados a pensar el tiempo. Nacemos prematuros, durante largos años dependemos absolutamente de Otros [3], y pensamos après-coup. De esos destiempos son hijos los sueños, sobre ese fondo de precariedad se levantan los sueños. Soñar nos fuerza a preguntarnos por el tiempo, por la historia de la que estamos hechos, y por nuestro futuro. El mismo sueño es puerta al futuro -como he dicho en otro lugar- en tanto que, en ese territorio de invención de lo propio, se narra siempre una transformación, un devenir o un pasaje. [4]
Soñar es subvertir el tiempo. Soñar transcurre en un tiempo que no es exactamente pasado ni presente ni futuro. Un cuarto tiempo, dice Rodrigo Fresan [5].
Yo digo que el sueño es una ruina viva. Es el futuro de la ruina. Todos los tiempos hacen el sueño. El sueño inscribe el tiempo (tiempo humano, claro) y nos inscribe en el tiempo. [6]
El sueño es el trabajo con el tiempo a contramano de la cronología. Trabajo psíquico por excelencia. Trabajo paradigmático del análisis también. El soñar es un dispositivo privilegiado de apropiación del tiempo. Enlaza tiempo y deseo.
El sueño es el hilo que enhebra todos los tiempos. Soñamos para recordar, soñamos para desear y que exista futuro, también. El sueño es usina de futuro.
El pasado es el lugar donde siguen pasando cosas, dice también Fresán [7 ]. ¿O es el sueño aquel lugar? El lugar que es condición indispensable para que sigan pasando cosas. Entonces, ¿el sueño predice el pasado?
Creación de lo que retorna. Singular amalgama de lo viejo y lo nuevo. El psiquismo humano posee la capacidad de crear eso, contra cualquier ordenamiento.
Soñar es subvertir el tiempo. Soñar transcurre en un tiempo que no es exactamente pasado ni presente ni futuro. Un cuarto tiempo, dice Rodrigo Fresan
El sueño reúne y conjuga paradojas: pasado y futuro, ficción y verdad, fantasía y realidad, luz y oscuridad, dormir y despertar, propio-ajeno, olvido y recuerdo, representable e irrepresentable, perdurable y efímero se subvierten, se enlazan, se encuentran, no se oponen. Por momentos se funden, y luego se vuelven a demarcar.
Los sueños son bastión. Trinchera. Porque allí nadie ingresa a la fuerza. En tiempos en los que el desarrollo científico-técnico-mercantil busca penetrarlos, controlarlos, dirigirlos, programarlos, ya sea con propaganda, pastillas, mediciones de las ondas cerebrales, etc; los sueños, nacidos de ese tejido inmaterial, inapresable e indestructible, aunque a veces se evapore y juegue con nuestra memoria, son sitio de resistencia. La resistencia de la palabra como forma de combatir los anhelos de desubjetivar y controlar lo humano, o de volverlo únicamente soporte o condición de producción y adaptación (cuando se duerme, no se consume ni se produce. Los sueños, entonces, son actividad psíquica no consumidora ni productiva, ni tampoco predictiva). Y son el punto por excelencia de enlace de las pequeñas biografías, en la trama de cada subjetividad, y los movimientos colectivos, con su enormísima potencia transformadora.
Los sueños, también, son escritura [8]. ¿Se los escribe en el mismo momento de su proyección psíquica? ¿Esos dos tiempos coinciden? Luego, sabemos, el momento de recordar junto con la elaboración secundaria que el recuerdo y el relato generan, son parte misma del sueño, y una nueva escritura. ¿Dicha elaboración es “a pérdida”, o es parte vital de su propia existencia o constitución? Todos esos tiempos conforman el tiempo del sueño. Un tiempo hecho de discontinuidades, que desborda el tiempo del durmiente. Se sueña, por lo menos, en dos tiempos. ¿El sueño escribe para ser leído-recordado en el futuro? En ese sentido es que, también, el sueño fabrica futuro.
Tal vez sean los sueños traumáticos aquellos que poseen menor potencia de futuro. Apresados en la condena a la fijeza de un retorno repetitivo y a elaborar incansablemente, en el borde del abismo y los límites de la representación. Y aun así apostamos al futuro.
2-Sueño, territorio de singularización
¿Qué método propone el psicoanálisis para el trabajo con los sueños? Habría que decir que ese trabajo se incorporó como parte del trabajo con el psiquismo humano, y acompañó la creación del método psicoanalítico. Dicho método se sostiene en una regla fundamental: la asociación libre, junto con la atención flotante [9]. Laplanche y Pontalis sitúan su progresivo descubrimiento entre 1892 y 1898, y refieren que abarcó varios caminos, pero que centralmente fue construido por Freud en la experiencia de su autoanálisis y el análisis de sus sueños. Esto es bien interesante, en tanto permite situar una ruptura fundamental en la propia concepción freudiana, respecto de la propuesta que realiza para el abordaje del padecimiento subjetivo y en la comprensión del psiquismo. Si con el método hipnótico y la propuesta de sugestión propia de los primeros tiempos de la teoría freudiana, el trabajo analítico consistía en guiar al paciente a la abreacción de afectos traumáticos presionando su frente y en un estado disociativo, el método psicoanalítico rompe fundamentalmente con esa estructura de poder según la cual el “médico”, ejerciendo un poder sugestivo, extrae del pasado un recuerdo traumático de modo tal que el paciente logre abreaccionarlo o descargarlo.
El sueño es el hilo que enhebra todos los tiempos. Soñamos para recordar, soñamos para desear y que exista futuro, también. El sueño es usina de futuro
Muy por el contrario, el psicoanálisis, ya despegado además de la idea de hallar o demostrar un fundamento neuronal para comprender el funcionamiento psíquico y establecer una topología, propone, y aún lo sigue haciendo, cada vez más, la construcción de un vínculo transferencial que no condene al sujeto a la pasividad, o al descubrimiento del sentido de sus síntomas y sueños sostenido en un poder externo que lo guíe únicamente al pasado. Vivencia pseudo onírica, ese sueño guiado, sueño hipnótico, fue sustituido por la cura por la palabra. El par asociación libre y atención flotante dieron lugar a un sujeto no desposeído o pasivo, no ya solamente embarcado en la búsqueda de descubrir la causa escondida, sino, muchas veces, de construirla, sosteniendo la apuesta por un psicoanálisis capaz de indagar en las redes de determinaciones que nos constituyen junto a la responsabilidad de ligarlas a una vida en la que el futuro tenga sentido. Ya no se trata del surgimiento de un recuerdo escindido de la conciencia por influjo de un Otro, sino de lo que en la trama de la transferencia posibilite enhebrar recuerdo y sueño, deseo y experiencia.
El psicoanálisis, entonces, en gran medida le debe a Die Traumdeutung la construcción de su método, cuyas reglas establecen nuevas coordenadas de tiempo para el sujeto y su búsqueda (una búsqueda ético-poético-política)[10] de verdad.
En Sueño, medida de todas las cosas, vinculo al sueño, a su modo de escritura, con el método ensayístico, y planteo que tiene estructura poética. Emparento al sueño con el ensayo [11] y con la poesía. Diego Sztulwark, leyendo a Henri Meschonnic [12], dice que escribir es singularizarse. Se trata de una singularización que ocurre en el cuerpo y en el pensamiento, por medio del lenguaje. Poema, para Meschonnic, es un desgarro de la lengua, desgarrarla y al mismo tiempo agregarle capas. La vida no es vida biológica, la vida crea lenguaje y el lenguaje crea a la vida. Yo agrego, en todo caso, que la escritura del sueño se funda en esa operatoria. Escritura que singulariza en modos de vida, los crea, y crea futuro. El modo de vida (cuerpo y vida humana que se singularizan por el lenguaje) crea poema, y crea sueño, agrego.
Sueño como territorio donde la vida se despega absolutamente de la biología. Sueño como creador de modos de vida.
3-Sueño, reservorio de libertad
Freud definió al yo como reservorio de libido. Los sueños, agrego yo[13], son reservorio de libertad (libertad que no es sinónimo de voluntad, libertad siempre a conquistar). La libertad de soñar, y de investir libidinalmente lo que soñamos, pero además nuestra propia capacidad de soñar en general. En lo más íntimo y privado del “cuarto propio”[14], y como fuerza colectiva y deseante, con tantos otros.
El futuro, con su capital de sorpresa, a veces -afortunadamente- de locura, y de vanguardia, tendrá la medida de nuestros sueños. La utopía, opuesta a los espejismos (que seducen e hipnotizan, y nos necesitan pasivos, nos condenan a la pasividad) es la versión política, por excelencia, del sueño. Trabaja, incansablemente, para la realización o el cumplimiento no alucinatorio de los deseos. En gran medida, el deseo de un futuro mejor. Tanto en las historias con minúscula, como en la Historia con mayúscula. Historia sin fin.
¿El sueño escribe para ser leído-recordado en el futuro? En ese sentido es que, también, el sueño fabrica futuro
El sueño es al futuro lo que el azogue al espejo.
Soñemos. Que allí nos vemos.
Bibliografía general
Berezin, Ana (2010: 38-39, 50-51), Sobre la crueldad. La oscuridad en los ojos, Psicolibro Ediciones, Buenos Aires.
De Montaigne, Michel (1984), Ensayos completos, Tomo I y II, Hyspanamérica, Buenos Aires.
Feldman, Lila María (2018), Sueño, medida de todas las cosas, Editorial Topía, Buenos Aires.
—————————(2018) Colegio de psicoanalistas, presentación del libro: Sueño, medida de todas las cosas, Buenos Aires.
Fresán, Rodrigo (2017), La parte soñada, Literatura Random House. Buenos Aires.
Freud, Sigmund (1991), “La interpretación de los sueños”, Vol. IV y V en Obras Completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires.
González Ríos, José (2017), “Seminario: Introducción a los Ensayos de Michel de Montaigne. Yo soy el asunto de mi libro”, Buenos Aires.
Guattari, Félix (2009), Sesenta y cinco sueños de Franz Kafka, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires.
Laplanche, J. y Pontalis, J-B (1981), Diccionario de psicoanálisis, Editorial Labor, Barcelona.
Meschonnic, Henri (2015), Spinoza poema del pensamiento, Editorial Cactus y Tinta Limón Ediciones, Buenos Aires.
Muller, Eduardo (2010), La angustia de las influencias, Biblioteca virtual, Buenos Aires, www.coldepsicoanalistas.com.ar
———————-(2011), El material clínico psicoanalítico, ficción…es, Biblioteca virtual, Buenos Aires, www.coldepsicoanalistas.com.ar
———————–(1997), La voz de la lectura, Diario La Nación. Buenos Aires.
———————–(2018), Comunicación personal.
Piglia, Ricardo (1992), “La novela argentina”, en Revista Aguafuerte, Buenos Aires.
——————–(2010), Blanco nocturno, Editorial Anagrama, Buenos Aires.
——————–(2015), La forma inicial. Conversaciones en Princeton, Eterna Cadencia Editora, Buenos Aires.
Roudinesco, Elizabeth (2000), ¿Por qué el psicoanálisis?, Editorial Paidós, Buenos Aires.
Sztulwark, Diego (2018), Entrevista realizada por Lobo Suelto. “Meschonnic: el fraseo de una máquina tipo metralleta”, Buenos Aires.
Notas
1. Feldman 2018, pp. 71-72.
2. “La experiencia es una lámpara tenue que solo alumbra a quien la sostiene”. Louis-Ferdinand Celine. Citado por Ricardo Piglia, epígrafe de su novela Blanco nocturno.
3. Berezin 2010, pp. 38-39, 50-51.
4. Desde Montaigne en adelante, el ensayo es un territorio de invención de lo propio, en el que se narra progresivamente una transformación, un devenir o pasaje. En el Colegio de Psicoanalistas, he expresado en una presentación, que ésa es una definición posible de sueño también: territorio de invención de lo propio, en el que se narra progresivamente una transformación, un devenir o pasaje (Colegio de psicoanalistas, 21 de junio de 2018).
5. La parte soñada, Fresán 2017, p. 85.
6. Feldman, 2018, p. 51.
7. Fresan, 2017, p. 284.
8. En “Sueño, medida de todas las cosas” propongo pensar al sueño como un género literario, con características propias. Posee un modo de ser escrito, un modo de ser narrado, y un modo de ser escuchado. Feldman, 2018 p. 77.
9. Atención soñante, propongo yo. Feldman 2018, p. 57.
10. Henri Meschonnic define así al acto del lenguaje, y al acto del pensamiento: un acto ético-poético-político. Puede hacerse extensivo a la función del lenguaje en y para el psicoanálisis.
11. Ensayo cuya escritura conjuga y bascula entre practicar y suspender el juicio.
12. “Meschonnic: el fraseo de una máquina tipo metralleta”. Entrevista a Diego Sztulwark. Lobo Suelto, 2018.
13. Retomo con esta metáfora, algo de lo que Osvaldo Saidón señaló cuando presentó mi libro. Descubro, al escribir, que lo hago influenciada por su provocación, cuando me invitó a agregar dos temas: sueño y libido, y sueño y libertad.
14. Feldman, 2018, p. 74.