“El silencio es un cuerpo que cae” // Vanesa Bianchi y Lelia Lanzillotti

“Milei habló en su colegio y dos chicos se desmayaron de emoción, así titulaban la última noticia, una más, de la frenética serie de informaciones que nos intervienen la vida ininterrumpidamente en estos tiempos. Llegaba con el video de youtube que ilustraba la crónica de los hechos https://www.youtube.com/watch?si=AmLOHPI5UmD7Mzy-&v=jamJmjHp4aA&feature=youtu.be

Perplejidad por el impacto de la escena y las imágenes. Angustia, cuando lo que era inimaginable dentro de lo posible, está sucediendo en la escuela. Pronto, afortunadamente, alguien puede escribir: ”Milei en la escuela, una clase de sadismo(cuando el cuerpo adolescente habla porque los adultos callan)”. Alivio de poder empezar a leer, algo más que cinismo, en un titular.

Aparecen preguntas ¿De qué hablan los cuerpos adolescentes?¿qué callamos los adultos?

¿Es que no terminamos de ser interpelados por estos cuerpos? ¿Sería justo pretender que no son también nuestros cuerpos, esos, que ya no encuentran modo de decirnos que estamos mal, enfermos de impotencia?

Javier Milei, presidente de la Nación Argentina, brindó un discurso en el que fuera su colegio, Instituto Cardenal Copello.

Al decir de Sergio Zabalza. ”Lo que sucedió allí, constituye un ejemplo paradigmático de la dramática situación que atraviesa en el plano simbólico e institucional (además del económico y político), obvio, nuestro país.” y sigue…………………………. “En su discurso se pudo escuchar el habitual

repertorio de insolencias, a lo que esta vez, se le agregó la acción de mofarse de una persona púber para que sus pares se rieran del accidentado.”

Habiendo tomado nota del aberrante acto y del aprovechamiento que el presidente hace de la situación de fragilidad de los jóvenes para redoblar su violencia sobre ellos, nos interesa escuchar y poder pensar los desmayos dentro de esa escena. ¿De qué está hablando cuando

 

le habla a los jóvenes?.¿Habría alguna relación, cierta correspondencia entre el impacto de la palabra proferida y el desvanecimiento de los estudiantes?¿Desde dónde habla?

El discurso es en el marco de la escuela, apunta a las nuevas generaciones. ¿Por qué resultan ser los jóvenes los elegidos? Responde Milei “…es que los jóvenes llevan menos tiempo expuestos al mecanismo de lavado de cerebro que es la Educación Pública,que independientemente de que sea de gestión estatal o privada, determinan contenidos recontra rojos.”

El presidente de la Nación, va a matar a la Educación Pùblica y va a hacerlo a su propio territorio, la escuela, utilizando como medio el acto institucional de apertura del ciclo lectivo 2024. Además, elige “su” escuela: institución religiosa perteneciente a una congregación cristiana.

Su arenga descarga contra lo público de la educación, de gestión estatal o privada, indistintamente. Ya no se trata de privatizar la gestión estatal, gesto clásico neoliberal, sino de pensar la escuela como peligro rojo de intervención en los valores de la familia. “Tu familia elige este colegio por la cuestión de los valores, ese es el recuerdo más fuerte que yo tengo del colegio”, dice.

 

Milei hace un despliegue, mostración y uso explícito del poder que detenta.¿Qué es lo que anima a través de su gestualidad agresiva y transgresora? ¡Viva la libertad carajo! Su modo resulta una sacudida a los protocolos de la expresión democrática. Se dirige a la juventud resaltando su capacidad de rebelarse contra lo políticamente correcto, de ahí la efectividad de su discurso.Toca un punto sensible para una generación, que apostando a cuidar las diferencias, quedó atrapada en protocolos paralizantes y veladores de incómodas desigualdades.

Por otra parte, utiliza el ataque a la percepción como método sistematizado de impotentizar al otro. Esta, es la estrategia discursiva a la que apela durante toda su exposición. Para ello, utiliza el mecanismo perverso de negar lo que afirma al mismo tiempo.“Ingresé a este colegio en 1977, con lo cual las historias que yo les pueda contar son absolutamente anacrónicas”… Al mismo tiempo que niega, ”lo anacrónico del 77”, afirma: “una de las épocas más oscuras de nuestro país”, y por otra parte monta una escena que se percibe como la afirmación misma de eso que está negando. Si lo anacrónico es lo que no es propio de la época de la que se trata entonces, cualquier relación de sucesos históricos con la actualidad son pura coincidencia, o mejor dicho, cualquier actualización en la experiencia, un error en la percepción.

Detengámonos entonces ahora en los desmayos.¿Por qué hacerlo?

Pensamos los desmayos como efecto de la afectación de los cuerpos. “El afecto es a la vez evento y memoria: tal su potencia expresiva en contextos de disputa a la vez política y cultural”.(Ana Kiffer). Cuerpos afectados por una escena perversa, caídas que coinciden con los momentos más intimidatorios del discurso:

El primer desmayo ocurre cuando Milei está diciendo:”Me tocó un profesor que me resultaba bastante zurdo, aún para esa época… Pensar hoy, yo creo que casi me podía dar un ataque

 

gritándole comunista! – exaltado trata de remediar el exabrupto sonriendo- Pero, como verán vivo haciendo chistes, sobre mí mismo, porque si no la vida es un bodrio, más ahora que me tratan como de la realeza…«.”uh se cayó!”-dice-pero la persona está por fuera de la imagen que se ve. Sigue una voz en off: “Se desmayó pero ya la van a atender”.

El segundo: “Hay mucha gente que es socialista sin saberlo. De ahí que fue tan estremecedor

-el joven abanderado tambalea- que me paré en Davos y casi que les dije Uds son todos unos zurditos !… “ El joven se desvanece y cae al piso.“Uy!”- expresa Milei – y mirando a su hermana: dice: “Otro más?”. Vuelve la mirada al auditorio y remata: “Otro más. Sí, los nombro y son infalibles, son infalibles, juro que no los nombro más.

Ahora bien ¿cuál sería el peligro para Milei de nombrar a los zurdos?

¿Nombrar a los zurdos podría también recordarnos su lucha? La lucha y por lo mismo los zurdos, caen bajo el plan de exterminio de la derecha pero también la lucha es borrada por el discurso políticamente correcto, cuando los zurdos son recordados sólo como víctimas de acciones perversas. Es, en ese mismo acto, que son lavados de su potencia revolucionaria. Velar la lucha es no terminar de reconocer la violencia. La negación de la violencia como sostén de las prácticas democráticas llevó a imaginar un sujeto libre de odio, capaz de sublimar sus pasiones en una práctica de consenso.

El presidente le da un giro siniestro a su discurso : a la amenaza perpetrada durante toda su alocución, “Tranquilos, bueno, como verán, mencionar a los comunistas es tan peligroso que genera problemas siempre...”, redobla la apuesta al terror al responsabilizar a los zurdos infalibles de los estragos acaecidos en ese fatídico acto escolar: es que son los zurdos que, de sólo nombrarlos, provocan estragos en los jóvenes.

¿Qué lugar queda para esos jóvenes sosteniendo las banderas?.¿Implicaría también sostener las banderas del anarco capitalismo? Sostener la bandera podría ser, de algún modo, sostener la complicidad implícita en ese acto. Lugar imposible y desesperado. El cuerpo percibe y se revela, y rebelándose, entonces cae.

 

Mencionar a los comunistas es tan peligroso que genera problemas siempre” ”Hay mucha gente que es socialista sin saberlo”, aclara Milei. Palabras como balas que atraviesan a esos cuerpos que deciden no prestarse a sostener una escena que les resulta insoportable.

Intolerable en su decir aterrorizante. Inaguantable por estar sosteniéndolo frente a millones que no dejan de mirarlos, en la transmisión en vivo y su reproducción posterior e infinita en las redes sociales. Todo agravado por el hecho de ser jóvenes pertenecientes a una generación criada en la exposición a las pantallas, en modos de vida convocados a performar y a realizarse en escena.

 

Pero también podríamos leer al desmayo como una posible salida, la deserción de una escena siniestra, una oportunidad (si hay alguien que lea) de hacer visible lo invisible. Siguiendo a la joven politóloga Leyla Bechara: “La denuncia es que somos invisibles, no que no queremos estar”, dándole otra vuelta al concepto de deserción. No se trataría de buscar desaparecer, más bien sería una búsqueda desesperada de poder hacerse presente de otro modo.

 

Esos cuerpos que caen denuncian que no hay miramiento alguno hacia ellos, que son invisibles para este mundo. El momento de la caída, lejos de hacerlos desaparecer, presentifica esos cuerpos y en ese acto resaltan su modo de estar en el mundo y su modo de no estar en este mundo también, su rechazo de un mundo en el que no es posible vivir.

 

“No apartes la mirada”

 

          fotograma No dejes de mirarme (2018). Dir. Floriann Henckel von Donnersmarck.

 

 

En la película “ No apartes la mirada”, Elizabeth, una bella y sensible joven estudiante, en el acto de entrada de Hitler a su ciudad en Alemania, se ve llevada, a ser ”la elegida” para entregar al führer un ramo de flores como símbolo de bienvenida.

En la escena está sola, la rodean una multitud de otras jóvenes enfervorizadas que reproducen el gesto del brazo en alto del saludo fascista. En ese instante, todos la miran y nadie la ve. A través de una mueca de sonrisa exaltada, deja entrever claramente una fuerte excitación frente al acontecimiento. Inmediatamente después sobreviene su desestabilización emocional, su caída.

En la siguiente toma se ve como la jovencita, desesperada, es arrancada de su familia . Elizabeth lucha y resiste la violencia de ser arrastrada por médicos a un “encierro curativo”. El niño es testigo de una escena que le arrebata la infancia. Su madre, en un intento de velar la crueldad, interpone su mano entre sus ojos y la desgarradora imagen, La chica le grita: “nunca apartes la mirada”. Luego, es el niño, quien intercalando su mano, hace el primer gesto de desenfocar para ver. Lo que sigue, un diagnóstico de esquizofrenia que la conduce a una forzada práctica de esterilización frente a la cual se rebela y que por lo mismo, finalmente, la condena a la cámara de gas.

 

Exterminio como modo de preservar la pureza de la raza y, de paso, de borrar para siempre cualquier rastro subversivo que pudiera despertar la rebelión frente a la opresión, en las generaciones venideras. Los nazis saben que el peligro radica en que la huella es, ante todo, un material donde el pasado puede construirse y actualizarse en el marco de las interrogaciones que el presente le dirige a la Historia.

Así, la película deja ver cuál es el precio a pagar por poner el cuerpo en una escena siniestra. Lo que detona la caída de Elizabeth es haberse prestado a sostener el teatro que celebra la entrada de la crueldad desatada, en su ciudad.

Pero también la historia que narra la película, abre la deriva de la vida de un niño que es acercado al arte a través de su tía Elizabeth. Ya en su adultez, como pintor, ese niño se convierte en artista. Es cuando, después de un período interminable y tortuoso, sentado frente a un lienzo en blanco, recorta la foto del criminal de guerra del periódico, la pinta y luego difumina cuidadosamente la pintura con su pincel. La última noticia de ese diario anunciaba que el responsable del Proyecto Eutanasia luego de 18 años, había sido finalmente apresado.

Algo obra en él. La pintura va apareciendo a partir de imágenes de copias en óleo de fotografías hiperrealistas, (resabio e insumo de su formación pictórica en el realismo socialista), que en un segundo momento, son borroneadas por su mano que se arrastra sobre el óleo y desenfoca la imagen perfecta. Así, el gesto del niño retorna y por lo mismo retoma y revive la fuerza vital que anima el cuadro del pintor: su tía, él de niño, el abrazo amoroso entre ellos, los asesinos. Un viento entra por el ventanal del taller, interviniendo la obra y componiendo azarosamente sus elementos, superponiendo las imágenes.

La vida siempre persevera. También existe el cine, oxígeno para volver a respirar al vislumbrar la posibilidad de una salida vital como reverso del horror; y los artistas ”personas que ven los campos de color azul, el cielo verde y las nubes de color amarillo verdoso e insistirían en que no es ver sino percibir. Esos que viendo las cosas de ese modo, y consecuentemente, creen en lo que plasman”.

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