Michel Foucault cierta vez vaticinó que el siglo XXI sería deleuziano, refiriéndose a la importancia que tendría la obra del filósofo francés Gilles Deleuze en estos tiempos. Sin embargo, teniendo en cuenta las luchas y dinámicas del capitalismo de las primeras dos décadas del siglo habría que rectificar a Foucault y afirmar que el siglo XXI ya está siendo guattariano. Remitiéndonos así a la figura de Félix Guattari, co-autor junto a Deleuze de conocidos libros como El Anti Edipo (1972) o Mil Mesetas (1980). Guattari es el nombre de una multiplicidad: activista de izquierda en el Mayo del 68, admirador de Sartre, díscolo lector de Lacan, co-inventor del “esquizoanálisis”, compañero de algunos viajes junto a Toni Negri, militante revolucionario toda su vida. Guattari construyó un pensamiento abocado a la creación de conceptos situados históricamente de los cuales me interesa destacar “inconsciente maquínico”, “revolución molecular” y “transversalidad”. Mi selección no es inocente. Pues los tres problemas del archivo-Guattari que me resultan fundamentales son: lo inconsciente, esto es los procesos históricos y productivos del deseo, la imaginación, los signos, los síntomas, etc.; la revolución, es decir la transformación micro y macro política de la sociedad capitalista, patriarcal y colonial (máquina de guerra: conjunción entre devenires revolucionarios y revolución política-militar); y por último, la institución de organizaciones sociales y políticas de “nuevo tipo” acordes a los nuevos conflictos sociales, antagonismos políticos y procesos de lucha. En ese sentido entiendo que el libro titulado Las tres ecologías (1989) de Guattari, donde se presta especial atención a la ecología de la subjetividad, la social y la ambiental, es tal vez un texto que hoy en día ofrece saberes prácticos muy fértiles para atravesar las crisis generalizadas que estamos viviendo (crisis ecológicas, sanitarias, reproductivas, subjetivas, económicas). Luchas en el frente del deseo, luchas de clases y luchas ecologistas. Justo en el año de la caída del Muro de Berlín, Guattari planteaba la necesidad de recomponer los lenguajes, sensibilidades y métodos del movimiento revolucionario de masas en la encrucijada entre los feminismos y luchas por las diversidades, el clasismo del movimiento obrero y el precariado organizado, y los ecologismos antisistema. En momentos donde se agudizan las contradicciones del capitalismo mundial integrado, como llamaba Guattari al nuevo orden mundial propio de la violenta ofensiva neoliberal del capital sobre el mundo del trabajo, la transversalidad entre resistencias, formas de vidas y de organización resultan elementales para impugnar la “normalidad capitalista” que nos llevó a esta situación interrumpiendo las codificaciones estatalizantes o fascistas de las crisis en curso. Por estas razones, creo que en Guattari tenemos algo así como una brújula para intervenir críticamente en la coyuntura disputando los futuros posibles que aquí y ahora se están dirimiendo desde el punto de vista de las luchas en acto.