1 de octubre de 2018
Para mi y los lectores que me acompañan en este modesto Balaio, algunos hace más de diez años, nada de lo que aconteció esta noche de lunes fue una sorpresa.
Había escrito tempranamente sobre el escenario político en esta etapa decisiva del primer turno, basado en conversaciones en el fin de semana:
“En las actuales condiciones de tiempo y temperatura, todavía puede pasar todo, si Fernando Haddad continúa subiendo en las encuestas y su victoria se torna inevitable por las reglas de juego actuales. Al final de cuenta, no fue para devolverle el poder al PT que ellos hicieron la Operación Lava Jato, dieron el golpe y encarcelaron a Lula”.
A la tarde, escribí otra columna con este título:
“Haddad, véase en el ejemplo de Lula en 1989: la última semana es guerra”.
Las dos entidades y los dos personajes citados arriba en el título no están ahí reunidos por casualidad:
Ante el fracaso de las candidaturas reformistas de “centro”, el Grupo Globo resolvió apoyar, ante la falta de otra opción más confiable, al capitán retirado Jair Bolsonaro, único candidato con chances de derrotar al PT, el enemigo a ser abatido.
Con Haddad creciendo sin parar y Bolsonaro estacionado o empezando a caer, era necesario actuar rápido. El sábado, la cobertura sesgada y manipulada de las magníficas manifestaciones del movimiento de mujeres del #EleNão por todo Brasil, las más grandes desde las Directas Ya, dándole a estas la misma relevancia que las marchas pro Bolsonaro, fue el primer indicio de que el juego ahora era en serio.
Varias notas sobre Bolsonaro, incluida una entrevista exclusiva en el avión que lo llevó a Río, y las declaraciones de su ex mujer negando todas las acusaciones que había hecho contra él, publicadas por la revista Veja, ocuparon la mayor parte del tiempo del Jornal Nacional.
El lunes estaba prevista la difusión de una nueva encuesta de Ibope.
Fuentes bien informadas ya me aseguraron que Bolsonaro iba a subir en la encuesta y podría hasta ganar en el primer turno.
Creí que era joda, palabrería de seguidor del capitán, pero me equivoqué.
Al final de la tarde, antes del Jornal Nacional, la Globo News ha hecho uso y abuso de una “delación premiada” del ex ministro Antonio Palocci, hecha en abril a la Policía Federal, y liberada por el juez Sérgio Moro recién ahora, a seis días de la elección, después de ser rechazada por el Ministerio Público Federal por falta de pruebas. Las acusaciones de Palocci contra Lula, Dilma y el PT fueron dadas como hecho consumado, tramitado en juzgado [transitado em julgado].
Todo siguió en el guión: el JN abrió con un crecimiento de 4 puntos de Bolsonaro en Ibope, llegando a 31%, y Haddad estacionado en 21%, mientras su rechazo se disparaba a 38% en pocos días, sólo 6 puntos por debajo de Bolsonaro.
Para la segunda vuelta, en la que Haddad llevaba amplia ventaja, fue señalado un empate en 42%.
¿Cómo puede ser que el capitán consiguió subir tanto en el mismo período en que llovieron denuncias contra él y buena parte de Brasil salió a las calles a protestar contra su candidatura?
Los números pueden ser todos verdaderos, basados en métodos científicos, pero es difícil de entender.
A continuación, después de los comerciales, como si estuviese todo planeado desde temprano, empezó el bombardeo contra el PT, envuelto en el paquete entregado por Moro con la delación de Palocci, que William Bonner presentó como la bala de plata tan esperada.
En este punto nada sucede gratuitamente, y sólo tienen derecho a sorprenderse los más jóvenes, que no vivieron la campaña presidencial de 1989, en la primera elección directa para presidente después del golpe de 1964.
En aquella elección, yo era asesor de prensa de Lula. Y cuando ví entrar a la sala donde se acordarían las reglas para el segundo debate, un asesor de Fernando Collor conversando alegremente con Alberico Souza Cruz, director de la Globo, pensé para mí: estamos perdidos.
Por azar, como me dijeron, los dos tomaron el mismo avión de Río a San Pablo.
Las bajezas de Collor en la víspera, involucrando a la familia de Lula, las denuncias que acusaban al PT de ser el autor del secuestro del empresario Abílio Diniz (no se hablaba todavía de Fake News) y la indecente edición del debate decisivo para favorecer a Collor en el Jornal Nacional –todos estos recuerdos me volvieron a la cabeza en la recta final de la campaña de 2018 (ver dos post anteriores).
Es justo reconocer: ellos son profesionales y no juegan cuando trabajan.
Pero cómo podrían imaginar que Lula, preso en una celda solitaria en Curitiba, hace casi seis meses, transformase a Fernando Haddad en el candidato favorito, apenas en dos semanas, como señalaban las encuestas anteriores.
Era necesario torcer este juego que parecía perdido. Y son tantos los intereses en Brasil y afuera que están en juego en este momento, que los electores ni siquiera pueden imaginar.
Incluso quebrado, humillado y vilipendiado, Brasil es todavía un país muy importante en la geopolítica mundial.
“Fuertes emociones todavía nos aguardan”, escribí por la mañana, pero no podía imaginar que fuesen tantas, y tan rápidas.
Son demasiadas emociones y demasiadas informaciones para un viejo reportero que trabaja solo en su casa, y solo tiene un celular y una computadora a mano, para intentar entender y explicar lo que está en juego en este momento.
YA son las 11 de la noche, y mañana va a haber más.
Es la vida que sigue.
Traducción y corrección: Igor Péres, Santiago Sburlatti, Andres Bracony