El viernes a la madrugada Elvis Zárate llegó con su hijo Franco, de 19 años, al Hospital Santojanni. Los médicos le confirmaron que estaba muerto: el balazo que le acababa de dar el kiosquero de Mataderos al grito de “boliviano de mierda” le había atravesado el pecho. Elvis y su sobrino Aldo fueron a la comisaría 42 para hacer la denuncia, pero cuando llegaron los detuvieron porque el comerciante acababa de acusarlos de robo. El sábado los liberaron pero la causa sigue siendo por robo y no por homicidio.
El viernes a la 1 de la mañana Franco, su papá Elvis y su primo Aldo fueron en una Eco Sport roja hasta el kiosco de la esquina de Bragado y Basualdo. Querían comprar unas bebidas y ese es uno de los pocos comercios abiertos a la madrugada. Los primos bajaron del auto y el papá se quedó al volante. El dueño del comercio, Pelagio Gualberto Ximénez, quiso cobrarles cuarenta pesos cada cerveza y se desató la discusión: ellos lo insultaron por la estafa y él respondió “si no te gusta andate, boliviano de mierda”. Al cliente anterior le cobraron la mitad, contó Mayer Zárate, primo de Franco, a Cosecha Roja.
Supieron que debate no prosperaría y decidieron buscar otro kiosco. Volvieron al auto e intentaron arrancar pero algo no anduvo y no pudieron. Pelagio salió del local, se acercó a la Eco y le dio una trompada a Franco a través de la ventana, que estaba abierta. “Aldo bajó del auto para calmar al hombre porque ya había visto que tenía un arma”, contó Mayer. Franco se tocó la nariz con la mano. “Cuando notó que estaba ensangrentado salió disparando, fue como un reflejo. Ni bien bajó, el hombre le disparó en el pecho, mi primo cayó desvanecido, impactó contra el suelo y falleció en el momento”, dijo Mayer. La esposa de Pelagio salió del kiosco, metió a su marido adentro y cerró la puerta. Los Zárate quedaron solos en la calle, no encontraron nadie que los auxilie y decidieron subir el cuerpo al auto y llevarlo al Santojanni.
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Elvis y su mujer son de Sabaya, una localidad en Oruro, Bolivia. Allá se dedicaban a criar ovejas y llamas y a vender comida en la feria. Llegaron a la Argentina hace más de 20 años y se dedicaron al rubro textil: su oficio es coser. En 1995 nació Franco, el único hijo que tuvieron. Los últimos dos años se dedicaron a comprar ropa en la calle Avellaneda (Flores) y venderla en San Luis. “Viajaban todo el tiempo porque no querían dejar solo a Franco mientras terminaba el secundario”, dijo Mayer. A fin del año pasado se recibió de Perito Mercantil en la Escuela de Comercio Nº 32 “José León Suárez”, en Acassuso al 5800.
El joven estaba a punto de empezar la carrera Ingeniería en Sistemas de la Universidad Tecnológica Nacional. Para juntar plata hacía changas arreglando computadoras de conocidos. Durante el verano, además, trabajó en un comercio de Flores. “Aprovechó el oficio que aprendió de los padres y cosía”, contó Mayer.
El resto del tiempo se la pasaba con sus primos, que son más de diez. Mayer contó: “Mirábamos películas, estábamos en casa y los domingos jugábamos a la pelota en el parque de enfrente al Hospital Santojanni”. Franco era de Velez, pero no le daba mucha bola: el equipo al que sí seguía era San José, de Oruro. A Bolivia iba cada vez que podía. La última vez fue en agosto.
La causa por la muerte de Franco está en la Secretaría 159 del Juzgado de Instrucción 19 de la Ciudad de Buenos Aires pero caratulada como robo. Lo último que supo la familia Zárate del kiosquero fue que el kiosquero los denunció. Lo vieron salir de la comisaría con su mujer cuando ellos llegaban del hospital. “Mañana nos presentaremos para que nos tomen como querellantes y se investigue el crimen”, dijo a Cosecha Roja Cristobal Zárate, el abogado de la familia.