Anarquía Coronada

El día de la militancia es de las pibas que siempre están // Diego Valeriano

El día de la militancia es el de las pibas que siempre están, de las que segundean a la amiga en la guardia del hospital aguantando desprecios y verdugueos. Militancia de contar todo, porque ya no dan más, porque ya no pueden más. Militancia de escuchar y actuar en consecuencia. Militantes posta las que comparten la vida manija, las que se plantan, las que también corren. Militantes las que esperan el 238 en la noche oscura en Libertad.

Volver a la madrugada juntas, bajonear un pancho en Rivadavia con el primer sol del domingo, e ir armando manada en el Sarmiento para bajar en Merlo como medida de amor y cuidados. Militancia de picana, gas pimienta y huida. Militante la que acompaña a los guachos al bajo porque solos no saben hacer nada. La que siempre tiene nota, la que pone aunque no escabie, la que riega las plantas cuando te vas unos días, la que le roba flores al viejo. Ética militante la que apaga la app y se va a la fiesta con mochila y todo para seguir estando juntas. Militantes y atrevidas.

Militancia de comadres para que a Sandra no se le escurra de las manos la vida de sus hijos, de compañeras verdaderas para cubrir a Raquel que no se pudo movilizar pero que necesita el bolsón y que necesita mucho más entrar en el listado de las altas. Militancias amorosas desprovistas de liturgia, de banderas, de verdades. Militancias insólitas en el corazón mismo de la política, bien adentro, en las calles, en las aulas. Alta militancia de las pibas de barrio Cano que insisten a pesar de la gorra, las patadas y el acecho.

Anónimas, absurdas, manija, libres de todo cálculo. Sin dueños, sin jefa. Militantes contra los transas, contra las panelistas sabelotodo, contra los amigos del Papa, contra los arruina guacho, contra los machos que usan chaleco y pañuelo, contra las ortibas, contra los novios fisura. Contra la Política. Militar contra los garrones de la vida. Como antídoto, como remedio, como forma de cuidarse. Militar para organizar encuentros, para ranchar siempre, para afectarse de alegría y cagarse bien de risa.

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