Día 8. Debo haber llorado // Claudia Huergo

Le pregunté varias veces, en distintos momentos, sobre ese tiempo. Pero no hay recuerdos. Algunas imágenes, si. El sol entrando de distintos modos por la ventana de la habitación. Ella estaba quieta, pero la tierra se movía. Comenzó su reposo total en marzo, y duró hasta mayo. Tres meses sin salir de la pieza salvo para ir al baño. La tele apagada, libros sin abrir en la mesa de luz. Una mesa chica donde comían las visitas que llegaban a hacerle compañía. No se sintió particularmente acompañada, y tampoco sola.  No estaba deprimida. No estaba triste, ni enojada, ni desesperada, ni pensativa. Le pregunté cómo había hecho. Cómo hice qué, fue toda la respuesta que recibí. 

Tiempo después una amiga investigadora me cuenta algunas experimentaciones con ratas. El modo en que se prueban sustancias que funcionarán como antidepresivos. La rata está flotando en una cubeta de acrílico con agua, de donde obviamente, no puede salir. Se estima cual es el tiempo promedio de lucha, después del cual, la rata estabiliza en un mínimo el gasto de sus funciones vitales para la subsistencia. Sólo mantener el hocico fuera del agua, y respirar.  Toda sustancia que aumente el tiempo de lucha promedio, será considerada un antidepresivo. Será un éxito para la ciencia, pero la rata morirá ahogada. 

Sigue sin haber recuerdos, pero aparece una hipótesis: en algún momento debo haber llorado. Debo haber notado la lástima o la preocupación de las personas de mi entorno. El enorme esfuerzo que hacían infundiéndome ánimo.  Pero yo no podía conectar a nada de eso. Si conectaba, si dejaba entrar esas intensidades, me hundía. 

Por estos días leo una serie de entrevistas a Margarite Duras. Está hablando del modo en que filma unas escenas en Nathalie Granger (1971)-Dice: El realismo también, llevado hasta el fondo, se torna irreal. Le interesa mostrar la vida, una vida en el nivel más bajo, una vida aún más física. Así lo dice ella. 

Pensé mucho en la rata. Me sirvió para entender el tipo especial de saturación que me estaban produciendo algunos análisis de la pandemia y las sociedades de control, también algunos comunicados de asociaciones psicoanalíticas. Como dice una amiga: cosas escritas con la pija.  El aire de suficiencia, de completud, de “yo te dije”. No hay que llevarse eso a la boca. Hay que escupir todo lo que pueda funcionar como el antidepresivo que prueban en las ratas. 

También hay quietudes y desconexiones  estratégicas. 

Apenas pueda, la rata, la vida en el nivel más bajo, la vida más física, va a volver a huir. 

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