por Fernando Stivala
Ocultarse y camuflarse.
Devenir cucaracha: ocultarse, alimentarse en la oscuridad.
Devenir cocodrilo: camuflarse, pasar desapercibido. De tan visible estar invisible, componerse con el mundo. Estar estratégico.
Los cocodrilos devienen tronco, los reptiles piedra. Adquieren fuerzas de lo otro. No se convierten en tronco o en piedra, conquistan potencias de ahí.
Cuando los adultos les regalan a los niños mascotas les regalan un imperio. El niño se la apropia, la coloniza. No conquistan sus fuerzas, se las extraen.
Cuando los niños juegan a superheróes con intensidades animales, no domestican sus cualidades, se fundan en ellas. Son cuerpos con potencias de arañas o murciélagos.
El filósofo y el sabio reflexionan sobre la felicidad.
Los vecinos viven en el plano de los merecimientos.
¿Por qué a veces algunos enunciados te afectan y otras no?
No se trata de excelentes discursos, sino de entrar en puntos de contacto con las afecciones.
Spinoza comienza a hacer filosofía (búsqueda de verdad eterna) cuando se da cuenta de las insatisfacciones de las personas de su tiempo. Ellas buscan prestigio, lujuria y dinero. Él busca una verdad más importante, la encuentra en la causa sui de la naturaleza. Descubre que eso no se lo puede contar a sus vecinos, si les dice que hay una causa superior por las finalidades de ellos no sería escuchado. La verdad es la constancia del alma, el resto son finalidades donde el objeto varia, quedas condenado a oscilaciones del ánimo hasta llegar a la tristeza constante. La filosofía consiste en convertir esos fines comunes en medios para una verdad superior. No dice son malos fines porque no iba a ser atendido. Dice que esos fines no tienen que ser absolutos, sino medios. Medios para una felicidad más constante y eterna. Como Spinoza sabía que la superstición y los merecimientos son una fuerza real, una fuerza política muy dura; no le dice a los vecinos que buscando la causa sui serían más felices que consiguiendo prestigio, lujuria y dinero. Sabe que la fuerza político social se recrea todo el tiempo en la imaginación colectiva fundada en puntos falsos. Sabe que hasta que no se acumule potencia colectiva de eso no se puede hablar, es muy difícil. El filósofo aparece como un agua fiesta y decir eso no solo que no es importante, sino que ofende.
Los vecinos se vuelven sordos.
Hay palabras, ideas y conceptos que ensordecen.
Spinoza se camufla, trata de situar cuando ese discurso afecta, en qué condiciones si y en cuáles no. Deviene cocodrilo, réptil.
Cuando se piensa la naturaleza común de los cuerpos no hay nada que ganar. Eso hace el sabio y el filósofo. No hay fin en eso. Solo pueden hacer cálculo común, no tienen cálculo calculado. Los vecinos solo piensan el bien para sí mismo.
El pensamiento del bien común es experimento de que cuando la cooperación se pone en juego, todos pasamos a un estado superior; necesita de la inclusión de los otros, no de su exclusión. Viabiliza potencias colectivas. Disfruta de lo que pueden los cuerpos cuando cooperan. Si el sabio o el filósofo olvida las razones por las cuales la cooperación es rara y difícil pueden perder en cualquier momento porque el sistema de calculabilidad es material y va a ser atacado por cucarachas morales que van a sentir tambalear toda sus vidas.
Entonces el filósofo no puede moralizar al vecino, se tiene que camuflar. Reptar entre las piedras.
El vecino cucaracha se oculta, tiene un ideal de humanidad que lo separa de comprender que todo es perfecto dada las afecciones. Se esconde para entrar en el juego del merecimiento, aparece cuando hay premios y castigos, su lógica es el reconocimiento.
Qué pena esta época en que la potencia común aparece solo bajo estos cálculos.
Realismo necesario también para el filósofo sometido a evaluaciones.
Spinoza por eso no publica la Ética, sabe que si lo hace lo matan. Prefiere ser excomulgado, hacerse invisible, devenir imperceptible.
La Ética es publicada después de su muerte, Spinoza deja de existir como todos los cuerpos finitos.
Las ideas, camufladamente devienen eternidad.