El proceso de destitución de Dilma Rouseff fue votado por el senado brasilero. Detrás de sus motivaciones técnicas, se esconde una operación de reconquista política por el proyecto neoliberal, con las armas de la deuda y la austeridad.
Traducción: Santiago Sburlatti
Maniobras contables interpretadas como préstamos constituyen la principal razón invocada en el proceso de impeachment de la presidenta de Brasil. La publicidad de los asuntos de corrupción que toca a políticos de todas las tendencias, contrasta con el contenido en realidad puramente económico de la acusación contra Dilma, quien por su parte no está acusada de corrupción.
Criminalizar las violaciones a la austeridad
Las operaciones más importantes han sido llamadas “pedaleos” por los medios de comunicación. El gobierno utiliza los bancos públicos para ejecutar diversos pagos y sucede que el dinero gastado por estos bancos sobrepasa el importe girado por la autoridad monetaria (la diferencia se ajusta tardíamente y con tasas de interés). Se trata de una práctica usual, pero en el 2014 supuso un importe más importante que el habitual. Entonces el tribunal responsable rechazó las cuentas del gobierno, haciendo como si el gobierno hubiera pedido prestado dinero a los bancos públicos –lo cual está prohibido por la Ley de responsabilidad fiscal, cuya función es controlar el endeudamiento público.
El proceso de impeachment en el Congreso repite una acusación semejante a la del tribunal, y añade a eso ciertos decretos del gobierno que piden créditos suplementarios. Lo que consiste en una reorganización del presupuesto, es ahora interpretado como una tentativa de eludir la ley presupuestaria. Varios argumentos jurídicos pueden ser invocados para demostrar la ausencia de “crimen de responsabilidad” en estos dos casos.
Pero es necesario salir de los argumentos puramente técnicos. Hacemos como si se tratase de un problema de buena gestión, mientras que el impeachment es fundamentalmente una tentativa para criminalizar toda política que permita al gobierno gastar más de lo que las leyes de austeridad autorizan.
Radicalización del retorno neoliberal
Por cierto, sería exagerado decir que Brasil había practicado antes una política económica que verdaderamente ponía en peligro los principios neoliberales. La opción de los últimos gobiernos fue sobre todo la de respetar estos principios sin renunciar a las inversiones sociales. Es dentro de estas perspectivas que las políticas keynesianas han sido aplicadas a la economía, sobre todo en lo que concierne al papel de los gastos públicos para estimular el crecimiento del empleo. Esta estrategia de conciliación tuvo evidentemente resultados variables, en gran parte porque no ha estado seguida por un pensamiento y una política consistentes, pudiendo verdaderamente hacer frente al neoliberalismo.
En el contexto de recesión económica y de corrupción, la insatisfacción de la población es legítima. De todos modos, no podemos más que asombrarnos que los argumentos y las cuestiones económicas de fondo que están en el corazón del proceso de impeachment hayan pasado al detrás de escena. En la votación del 17 de abril de la Cámara de Diputados, casi ninguno de los diputados que votaba por el “sí” habló de los verdaderos motivos del proceso. El Senado decidió la destitución de Dilma sobre la base de argumentos que esconden la apuesta principal, detrás de la débil observación de que la presidenta debe ser castigada por el conjunto de lo que se llama una “contabilidad creativa”.
De hecho, todo este teatro no tendría la legitimidad necesaria sin el apoyo de las fuerzas que abrirían la vía de una radicalización del retorno neoliberal en el país. El partido del vice-presidente ya publicó un programa que sigue punto por punto la receta del neoliberalismo: necesidad de una autoridad monetaria independiente, debilitamiento de los derechos laborales, supresión de los artículos constitucionales que obligan al Estado a gastar un cierto monto en la educación y la salud, etc.
Golpe de gracia a las políticas keynesianas
Detrás de las denuncias de corrupción se esconde así la aplicación al Brasil de un programa de austeridad que se impone por todas partes en el mundo. Se trata de dar el golpe de gracia a toda axiomática keynesiana, que debe ser reemplazada de una vez para siempre por los axiomas neoliberales. Es la naturaleza misma de la guerra axiomática la de llevar a cabo en un plan oculto, detrás de lo que oficialmente es presentado como un asunto de especialistas.
Salta a la vista que en el corazón del proceso de destitución de una presidenta en América Latina, hay una disputa por aquello que puede o no ser definido como un préstamo. De un lado, las “pedaleadas” serían un pago tardío, mientras que una factura de gas pagada tarde no implica un préstamo del cliente a la compañía de gas. Por otra parte, la analogía es martillada constantemente con el caso de una cuenta personal detenida en un banco, donde un retorno negativo de dinero implica una transacción de crédito. Determinar si se trata de un préstamo o no es indecidible en estos términos, y es allá donde interviene una axiomática –en el sentido de primeros principios indemostrables que rigen la decisión sobre lo que es verdad o no.
La noción de axiomática, tomada de Deleuze y Guattari en su descripción del funcionamiento del capitalismo [1], se revela aún más pertinente en la fase neoliberal, porque reenvía a enunciados que no indican en qué se debe creer, pero sí lo que se debe hacer.
La deuda contra la democracia
El carácter conflictivo de la definición de préstamo es ejemplar acerca de la naturaleza axiomática de la disputa en curso en Brasil y de la intervención agresiva de los axiomas de la deuda, analizada por Maurizio Lazzarato [2]. Luchas axiomáticas intervienen en diferentes momentos en el pasaje al capitalismo financiero, añade: como una lucha alrededor de los axiomas del welfare, pero también una lucha al interior de las instituciones, las elites neoliberales batallan por imponer su axioma de la deuda contra las elites keynesianas.
La razón neoliberal implica una fragilización de los principios de la democracia liberal representativa y opera en los dominios mucho mas vastos que los de la economía. Pierre Dardot y Christian Laval [3] muestran que esta nueva razón del mundo interviene en la sustitución de los fundamentos de la ciudadanía por las categorías de gestión, las tecnologías del managementfueron puestas por delante en tanto soluciones para los problemas de la administración pública. Se trata de una lógica normativa que tiende a vaciar el propio espacio del sistema jurídico, así como todas las instituciones de la democracia liberal, para poner en su lugar un constitucionalismo neoliberal.
De donde el sentimiento que nos hace llamar “golpe de Estado” lo que está sucediendo en Brasil. En la puesta en suspenso de los principios democráticos y un debilitamiento del poder del voto, presentimos la aparición de algo gravemente antidemocrático, sin saber cómo nombrar la amenaza. Frente a la puesta en escena radical de una racionalidad neoliberal, le queda a la izquierda inventar nuevas estrategias para salir de un dilema mucho más profundo que un cambio de presidencia.
Notes
[1] Gilles Deleuze et Felix Guattari, Mille Plateaux, Les Éditions de Minuit, Paris, 1980.
[2] Maurizio Lazzarato, Gouverner par la dette, Les Prairies Ordinaires, Paris, 2014.
[3] Pierre Dardot et Christian Laval, La nouvelle raison du monde : Essai sur la société néolibérale, La Découverte, Paris, 2010.