No lo estudies así, corta un pedazo de una página y trata de inventar algo
Felix Guattari
(ocurrencia ante un ejemplar subrayado y anotado de El anti Edipo, capitalismo y esquizofrenia)
Recuerdo la impresión, yo diría fisiológica, que me dio Guattari enseguida, una especie de estado vibratorio cautivante, como un proceso de conexión. El contacto con él tuvo lugar allí, yo adherí más al movimiento de energía que a la personalidad, a la persona. Su inteligencia era excepcional, el mismo tipo de inteligencia que Lacan, una energía luciferina. Lucifer es el ángel de la luz.
Jean-Pierre Muyard
Félix Guattari nació en 1930, murió 1992. Militante político desde su juventud, practicó el psicoanálisis, contribuyó a fundar en la década de 1950 la experiencia pionera de la clínica La Borde. Es conocido por ser el autor, junto con Gilles Deleuze, del Anti-Edipo… y Mil Mesetas... Es autor de una voluminosa obra que recién comienza a ser atendida en lengua castellana (Cfr.: los textos impresos por, Editorial Cactus) sus títulos muestran sus horizontes: Psicoanálisis y transversalidad; La revolución molecular; Las verdades nómadas (con Toni Negri), ¿Qué es la ecosofía?; Micropolitica. Cartografías del deseo (junto con Suely Rolnik). Subrayo un dato: “micropolitica” propuesta de Guattari en 1968, recogida y desplegada por Michael Foucault en Vigilar y castigar (allí cita su deuda con Guattari) y La voluntad de saber textos que pusieron de relieve la constitución, en las sociedades industriales, de una serie de micro redes de poder y disciplina que constituían a la democracia “representativa” e inyectaban un régimen político miniaturizado, en los territorios más íntimos del “individuo”, una individualidad socialmente forjada. Gilles Deleuze informó a sus lectores del impacto que sufrió durante su amistad creadora junto con Guattari, uno hablaba y el otro escribía. Ambos trabajaron bajo el amparo de una amistad que tejió su locura compartida ¿Locura compartida? La folie à deux fue descubierta por Lasegue y Falret en 1877: dos personas comparten sus pensamientos y actúan en consecuencia, esa actividad revela que los pensamientos no tienen propiedad, al menos, no se trata de la propiedad privada intelectual de los mismos. La locura compartida muestra la posibilidad de otro mundo de posibles en que la individualidad queda desplazada por el común –un pensamiento compartido, se trata de una práctica activa de pensar, de crear, de escribir cuestiones singulares junto con otro, junto con otros ¡Qué importa quién habla! Al respecto Guattari sostuvo:
“El pensamiento clásico mantenía el alma alejada de la materia y la esencia del sujeto a distancia de los engranajes corporales. Por su parte, los marxistas oponían las superestructuras subjetivas a las relaciones de producción infraestructurales ¿Cómo podemos hablar hoy de producción de subjetividad? Una primera constatación nos conduce a reconocer que los contenidos de la subjetividad dependen cada vez más de una multitud de sistemas maquínicos…Así pues, llegamos a preguntarnos incluso si la propia esencia del sujeto -esa famosa esencia, detrás de la cual corre la filosofía occidental desde hace siglos— no se encuentra amenazada por esta nueva «maquino-dependencia» de la subjetividad. Conocemos la curiosa mezcla de enriquecimiento y de empobrecimiento que produjo todo esto…Pero en lugar de asociarnos con las cruzadas de moda contra los perjuicios del modernismo, de predicar la rehabilitación de los valores trascendentales en retirada…Que las máquinas estén en condiciones de articular enunciados y grabar estados de hechos al ritmo del nano-segundo y, mañana tal vez, del pico-se-gundo, no significa que sean potencias diabólicas que podrían dominar al hombre” Felix Guattari solicita leer los textos de Gilbert Simondon.
Guattari propone una cuestión: no hay posibilidad de actividad política sin incluir, sin tomar nota de los afectos. Su último libro, Caósmosis, construido gracias a su tristeza –eso que llaman “depresión”; tristeza que lo afectó durante tres años, así construyó un saber de la tristeza compartida, una tristeza provocado y producida por el avance del capitalismo mundial integrado que devora todo, incluidos los “ideales revolucionarios” –se fabrican camisetas con la foto del Che. Quedan por editarse en castellano las sesiones de sus seminarios.
Felix Guattari fue un psicoanalista que participó de forma activa al articular la acción del diván en la acción social, baste recordar su participación en los acontecimientos de Mayo de 1968, así como sus críticas al vanguardismo de las “conciencias esclarecidas” que decían actuar en nombre de “representar” la supuesta vanguardia esclarecida del proletariado. Félix fue parte de la invención del Partido de los Trabajadores en Brasil (Horacio González no vacila en atribuirle la autoría). Se trató de un analista sin psique, sin aparato psíquico. Guattari mostró la cercanía entre el llamado “aparato psíquico” con los “aparatos médicos” –circulatorio, digestivo, respiratorio…- añadió algo: el “aparato psíquico” es hermano de los “aparatos de control y/o disciplinarios” (la Checa, la CIA, el Mossad, la AFI,…), los organismos de inteligencia de los Estados; se trata de máquinas de producir la subjetividad humana sin la cual los sistemas de producción, los sistemas eróticos, los sistemas de identidades sexuales…no funcionan. Estas máquinas no son super estructuras, son estructurantes del humano al que da vida.
Guattari fue cercano, muy cercano a Jacques Lacan desde 1953 hasta 1981 –fecha en que Lacan disuelve su iglesia, l’école freudienne de Paris. ¿En qué puntos se daba esa vecindad? Eran vecinos de los rizomas que Lacan imprimía, bajo disimulación honesta a sus seminarios (Simula algo que no se es, disimula lo que se es) a partir de 1970 cuando afectado por el Mayo francés se desprende de la lingüística de Ferdinand de Saussure, dando lugar horizonte a la semiótica trinitaria de Charles S. Peirce, de Lewis Carroll no sin regresar a los estoicos alejándose de Platón, Aristóteles…y Descartes. Conviene subrayar Peirce y Lewis no son ajenos al paradigma del indicio que desplegó Sr. Arthur Conan Doyle junto con el crítico de arte, Giovanni Morelli. Estos dos fueron reconocidos por Freud como sus apoyos para inventar el psicoanálisis. Esos territorios del signo eran transitados por un nómade de nombre: Guattari. Dato que derriba la supuesta acusación de haber sido anti freudiano. En la época de los años de 1960 a 1970 se lee en los seminarios de Lacan su solicitud a los asistentes para leer a Gilles Deleuze, momento en que Lacan estaba advertido de las escrituras comenzaban a desplegar Deleuze con Guattari, y Guattari con Deleuze. ¿De dónde provenían estos cambios radicales? Nada más y nada menos que de…Félix Guattari, así el 31 de enero de 1968 le susurra a sus oídos, para colmo lo hace en público:
GUATTARI: Cuando Lacan fundó esta Escuela, en ruptura, en corte con toda una larga tradición del movimiento psicoanalítico en un cierto comportamiento de evitamiento, justamente, en relación a sus responsabilidades, se podría decir que cometió un acto que pesa sobre todos nosotros, y que, me parece, pesa singularmente en una reunión como ésta, con el aspecto un poco mortificante de tener que decir algo en algunas palabras, ¿Sobre qué? Precisamente sobre una pregunta de Lacan; ¿Qué pregunta? ¿Qué se le vuelva a mandar el ascensor? Solicitud de que haya una especie de devolución, de respuesta a esa cuestión que planteó cuando dijo: «yo fundo, sólo como siempre…» no me acuerdo como lo dijo…Cuando Lacan bautizó algo que procede del objeto parcial, en su origen, lo bautizó como objeto (a). El hecho de que haya tomado esa primera letra del alfabeto, que dio al mismo tiempo un cierto carácter de inscripción, de letra, en definitiva la instancia de la letra, ese acto de hacer pasar algo que en el movimiento psicoanalítico tenía una cierta denominación, ese acto de creación de un nombre, que le otorga la paternidad de una especie de nueva clasificación nocional, es algo que, de algún modo nos coloca a todos en esta Escuela en una posición transferencial, particularmente en relación a lo que hay que reconocer, a saber, que Lacan, de cierta forma ha vuelto a fundar, ha vuelto a poner en acto al psicoanálisis después de Freud.
Ahora bien, pienso que en estas condiciones hay una incertidumbre que se manifiesta en el mismo funcionamiento de la escuela; se ha hablado de eso durante un congreso hace dos años. No sé si las cosas han sido retomadas, si se tuvo en cuenta las observaciones, las propuestas que fueron hechas. ¿En qué constituyen la Sociedad de psicoanálisis, la Escuela Freudiana, un garante de este acto de recuperación freudiana? Me parece que un poco la trampa de la reunión de hoy es saber: ¿cómo es posible hablar después de un acto? ¿Cómo es posible hablar después de esta responsabilidad, asumida por Lacan, de un corte y una nueva fundación del psicoanálisis? Creo que la devolución que recibimos hoy, en esta reunión debería al menos llevarnos a ir más lejos que a la única cuestión del acto y a dar vueltas alrededor de ese acto, que se parece más a una inhibición, a una incapacidad de ir más allá de la dilucidación.
*MELMAN: ¿Qué ve usted de mortificante en su propia interrogación?
GUATTARI: El hecho de que todo lo que se desarrolla en la Escuela Freudiana desde hace años no es más que un estricto plagio de las formulaciones de Lacan o en algunos casos, un cierto carácter de originalidad pero cuya afirmación es muy incierta.
Considero que Lacan se embarcó en un terreno que preparó ampliamente antes, que construyó ampliamente a través de toda la historia del psicoanálisis y tengo la impresión de que hay una especie de inhibición, por otra parte muy clásica en los mecanismos de grupo, tal que la mayoría de nosotros, empezando por mí, tenemos una cierta dificultad para ponernos en acto desde el punto de vista analítico en los campos específicos que no son precisamente el de Lacan y no especialmente en la huella de Lacan. Se produce así una especie de dificultad para hablar de nuestro compromiso en el psicoanálisis, o más vale no querer hablar más que adonde Lacan nos decía una pequeñísima coyuntura, un pequeñísimo juego para poder no sé qué decir. Y me pregunto sinceramente sobre lo que estamos diciendo desde el principio de esta reunión.
…
MELMAN: Quisiera decir dos cosas. Primeramente, en relación a la observación de Guattari me cuesta mucho entenderla y ubicarla. El problema acá no es justamente saber lo que Lacan espera de una reunión de trabajo ni saber si él espera que se le vuelva a mandar un ascensor. El problema es lo que nosotros tenemos ganas de decir al respecto. Tenemos o no tenemos. Si tenemos entonces podemos considerar que se puede discutir y hablar. No veo acá el más mínimo problema, quiero decir la más mínima sombra.
GUATTARI: Hace años que se prolonga esto. (*Charles Melman, un exponente de la burocracia de la École freudienne de Paris, este personaje era apodado: “Mailman” por su actividad de corre, ve y dile llevando chismes a Lacan, quien con gusto los recibía.)
Félix asistente desde 1953 a los seminarios orales de Lacan le escribe en 1961 una carta:
Pierre Guattari,
Chateau de La Borde,
Copur Cheverny
(L&C)
8 de diciembre de 1961
Estimado Señor:
Después de varios años, una reflexión fugaz me condujo a poner atención sobre la naturaleza del signo gráfico, en particular, en las condiciones mínimas capaces de garantizar su existencia, es decir, colocándolas a la altura de responder a sus funciones.
Le entrego, así tal como vienen, al filo de mis ocurrencias, después de su seminario (6/12/1961), en particular a propósito de la distinción que usted subrayó entre el signo y el significante
En los años 1963/1964 Guattari vuelve a escribir otra carta a Lacan desplegando el tema y hace una precisión: el signo resulta de tres puntos no alineados, el signo es un nudo de signos, como mínimos tres, se trata de las multiplicidades donde ninguna es privilegiada respecto de las otras, rompe así con la “sobredeterminación” e inaugura el acontecimiento como siendo un acto no esperado, no determinado, se trata de una creación en acto. Reuniendo estás cartas, Mayette Viltard quien investigo el tema, no logró precisar qué cantidad de ellas son reunidas por Felix Guattari para dar a conocer en 1966 una de las primeras versiones: De un signo al otro. La revista artefactos, una revista de análisis, elp publicó, en su número 6, 2016, la última versión escrita por Guattari, quizás sea conveniente para leer, tomar nota de una proposición de lectura que el autor lanzó cuando a él y a Gilles Deleuze los acusaban de elogiar a la esquizofrenia, de estar en contra de Freud, de Lacan, del análisis, ante eso indicó: Hay algunos que rehúsan leernos, mientras que ellos no han comenzado a leer a Lacan.