La semana pasada se evidenció la impotencia de la perspectiva democrático-materialista que sostiene que no hay política viable sin una dinámica consistente sostenida de recomposición de ingresos populares. El pacto político que dio lugar a la mayoría parlamentaria en favor de pagar la deuda con el FMI posee conceptos implícitos que, de confirmarse el curso de los hechos, se irán desplegando, victoriosos. El instante del decisionismo soberano devino degradado instante de la sumisión divina, sin que seamos capaces de revisar todo lo que converge en esa inversión. De ahí que la fractura tome el aspecto de una discusión entre «moderadxs» vs «voluntaristas», que no son posiciones simétricas ni comparables, porque los últimxs preservan el elemento rebelde que nos conmueve, y del que carecen los primerxs. Pero mas pronto que tarde habrá que anoticiarse de que no son lxs «moderadoxs» los que han triunfado, sino la derecha pro-macrista. Son sus perspectivas las que definieron la naturaleza de este gobierno y este tiempo histórico. Por lo que si algo toca pensar -revisar, recrear o reconsiderar- es cómo salir de la frustración actual (que no es nada menor) y pasar a discutir por dónde pasa el relanzamiento de un materialismo democrático que no vuelva a ahogarse en el instante de una decisión sin proceso colectivo.
PEDRO ROSEMBLAT ES UN HOLOGRAMA // Francisca Lysionek
Publicada originalmente en el blog Victorica Es pertinente que la IA nos