Anarquía Coronada

De lo ortiba no se vuelve // Diego Valeriano

De lo ortiba no se vuelve porque ya es tarde, porque nacen así. Cómo es tarde para llamar al obispo y festejar juntos, porque monseñor duerme y no hay que molestarlo. Es tarde para entender a todas las pibas del mundo y tambien es tarde en Marbella donde vive la hija de la senadora que ya ni le habla, ni la escucha, ni la respeta. Es tarde para palabras, lágrimas y arrepentimientos. Es tarde, muy tarde para que el senador se haga cargo de manera feliz que le gusta por la cola.

También es tarde para dirigentes que usan el pañuelo verde como coartada, para viejos panelistas que hablan desde hace tanto, para marchar desde San Cayetano con Papa incluido al frente, para hablar en nombre de las pobres y de Francisco a la vez. Es tarde para la selfie con los dedos en V, para la mezquindad militante, para esa bandera roja que no deja ver el palco, para las esposas ocupando en las listas lugares ganados por otras.

Y como es tarde, todo se llena de amanecidas, de ranchadas, escabio,  abrazos, discusiones y canciones. Es tarde porque el orgullo piba es un orgullo nuevo, intenso y gediento. Un orgullo construido ahora que están juntas en aulas, jodas, segundeos y plazas. En deambulares eternos donde esquivar giles es  la única consigna válida de noche tarde.

Y es tarde, pero recién ahora, a esta hora, cuando los choferes los llevan a su casa en el medio de la noche, cuando se cruzan a miles de pibas empapadas, manijas y ni un poquito derrotadas, ahora se dan cuenta que ganando la votación y ganando la que ganan ya no ganan nada. Que solo pueden caminar sin agachar la cabeza en iglesias vacías, en cenas caretas, en clínicas privadas, en lugares sin pibas. Lo vivo las rechaza, el agite no es de ellos, la ética los vomita. Porque saben muy bien que las pibitas les recabieron y que nunca más van a poder mirarlas a los ojos.

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