Previo al golpe de estado de marzo de 1976 el concepto más utilizado por los medios de comunicación de entonces fue el de “desorden”. Eso estimuló una percepción colectiva de caos y temor que jugó un papel activo en la creación de un consenso generalizado hacia el golpe de Estado y la represión ilegal.
El clima de miedo y opresión que se vivía, retroalimentado y exacerbado por los medios, hizo que algunos sectores de la población desearan la intervención militar o la vivieran como un hecho inevitable e incluso con alivio. La violencia caótica y estridente de esos meses previos era un telón de fondo que alimentó el hartazgo sobre el que luego se desplegó el método represivo con su pretensión de instaurar el ‘orden’. Los diarios y revistas que apoyaron el golpe de estado comenzaron a poblarse de imágenes de una ciudad limpia y ordenada. La exhibición explícita de la violencia en los meses precios ayudó a generar en la población un estado de “agotamiento psíquico” que favoreció a que algunos sectores sociales viesen con alivio el golpe de Estado.
En ese período la violencia política fue sumamente visible, casi teatral. Los medios reproducían crímenes y operativos policiales con espectacularidad. Los diarios se poblaron de imágenes de violencia, muertos y destrozos. Esta alta visibilidad se presentaba de manera confusa y descontextualizada sin dar cuenta de la mínima información que explicase las noticias. Eso contribuía a la generación de un clima de confusión general. Antes del golpe de Estado los medios mostraban una violencia incontenible e inexplicable que hacía foco en el dramatismo de los hechos, lo que contribuía a expandir la sensación de miedo y caos generalizado. A partir de que se concreta el golpe de estado de 1976 los medios pasaron a mostrar escenas de un país “normal”: gente comprando, paseando, calles limpias y ordenadas.
La violencia constante de los meses previos desapareció de las primeras planas.
Cualquier similitud con lo que estamos viviendo no es mera coincidencia.