Como frenar los femicidios // Natalia Arenas

Para afuera Jorge Julián Christe era un chico bien: 31 años, cuerpo hegemónico fitness, piloto de avión, hijo de una ex jueza y el ex secretario de un Juzgado. Puertas adentro en su relación con María Julieta Riera, de 24, era diferente: la psicopateaba, la violentaba física y psíquicamente y la trataba como un objeto. El jueves pasado tuvieron una pelea en su departamento del centro de Paraná y la tiró por el balcón desde el octavo piso. A las 3 de la mañana se subió a su moto y fue a la Jefatura Central de Policía para narrar un accidente. No le creyeron. La autopsia confirmó que antes de su muerte María Julieta había sufrido una golpiza.

Hace 32 años el boxeador Carlos Monzón intentó la misma coartada con su esposa Alicia Muñíz. Lo que cambió en estas tres décadas es que en ese momento los medios salieron a defenderlo. En principio le creyeron. Después hablaron de un crimen pasional. De que ella de alguna manera ella se lo había buscado.

Entre el 20 de marzo y el 30 de abril hubo al menos treinta y seis femicidios. Son datos en los que coinciden los observatorios de La Casa del Encuentro y Ahora Que Sí Nos Ven.

Durante la cuarentena obligatoria los delitos más frecuentes (robos y hurtos) disminuyeron casi un 90 por ciento. Pero los femicidios no aflojan. Hay una razón fundamental: casi el 70 por ciento sucedió en la vivienda de las víctimas. El peligro está en casa.

Roberto Romero estaba viviendo la cuarentena con su pareja María Esperanza Fernández en San Pedro. El domingo pasado ella había quedado en verse con una de sus cinco hijas. Como no llegó a la cita, la joven se acercó a la casa. No respondían el timbre y la puerta estaba trabada. Tuvo que entrar por la ventana. Ahí encontró a su mamá muerta, envuelta en una frazada. Cerca había un martillo ensangrentado y una carta de Romero. Ella tenía 43 años. Él tiene 46 y está prófugo. La fiscal que sigue el caso, Viviana Ramos, dijo que la carta da indicios de una situación de violencia que involucra a otro familiar. De momento, que se haya escapado es la principal prueba de que fue el autor del femicidio.

El Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad lanzó una serie de medidas como la habilitación y ampliación de líneas de WhatsApp para denuncias, la excepción del aislamiento social a las mujeres en situación de violencia en casos de fuerza mayor y la incorporación de estas mujeres al programa Hacemos Futuro para acompañarlas desde la asistencia social y económica.

En medio de la multiplicación de tuits y retuits que cuentan nuevos casos de femicidios, ayer la periodista Ana Correa tuiteó un dato interesante: hubo un aumento de consultas en la línea 144 pero bajaron las denuncias y los femicidios se mantuvieron. “Es una señal clara de que entre el 144 y la denuncia hay un agujero. Habría que empezar por ahí, detectar donde se dan estos baches y por qué sucede”, dijo Correa.

Además del plan de emergencia implementado por el Ministerio, organizaciones barriales, y regionales trabajan en acompañamiento legal y contención. Incluso en esta cuarentena se armaron redes feministas y se profundizaron otras. ¿Qué otras acciones se pueden impulsar a corto plazo?

“Sabemos que hace meses hay faltantes de dispositivos duales, en especial botones anti pánico, por problemas de importación. Ya sé que no es fácil, pero se podría impulsar la fabricación local o el uso de apps (más fácil) que reemplacen esos dispositivos”, tuiteó Correa.

El Consejo Federal de Defensores y Asesores Generales de la República Argentina publicó un documento con recomendaciones. Entre ellas: que cada jurisdicción tenga un formulario digital modelo para derivar rápidamente los casos de violencia de género a la autoridad judicial que corresponda, y la ampliación de los juzgados de turno y de los espacios de cumplimiento de aislamiento obligatorio para las mujeres en situación de violencia (el Ministerio habilitó hoteles).

Mumalá propone ampliar la asignación económica para mujeres y LGBT+ y para familiares de víctimas de femicidios, usar dispositivos electrónicos para monitorear a los agresores y hacer una campaña masiva para difundir a dónde pueden recurrir las mujeres víctimas de violencia.

“Aprendamos del rastreo del paciente 0 del COVID, sigamos cada caso para atrás”, propone Correa. “El Ministerio de las Mujeres podría hacer un trackeo semanal de femicidios, y encontrar qué fue lo que falló para operar ahí”.

La violencias contra las mujeres tiene múltiples causas sociales y culturales imposibles de desantramar en el corto plazo. Pero muchas mujeres están en peligro ahora. Necesitan ayuda hoy. Y hay un centenar de profesionales y técnicas que pueden aportar conocimiento y otro tanto de referentes políticas y barriales que pueden sumar la experiencia, la contención y la escucha. Se trata de armar redes en algunos casos y fortalecerlas en otros. Se trata de ir en busca de las mujeres y LGBT+ que están en situaciones de violencia, rastrear las denuncias, las perimetrales, los pedidos de auxilio. Muchas no llegan a llamar a la línea 144 o mandar un whatsapp. Otras se cansaron de denunciar y que no las escuchen. Se trata de pensar soluciones integrales más allá del punitivismo.


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