En esta segunda parte parte de su autobiografía, Toni Negri relata el periodo vital en el que el profesor y militante de la autonomia operaia se convirtió en el protagonista de lo que Michel Foucault denominó «un nuevo affaire Dreyfus en Europa». Elegido por los fiscales cercanos al PCI como el cattivo maestro detrás del conjunto de la lucha armada en el «largo 68″ italiano, la gran redada del 7 de abril de 1979 llevó a Negri a la cárcel y junto a él a buena parte de la militancia autónoma italiana. La apuesta italiana por una Europa revolucionaria terminó de aquella manera. En medio del calvario carcelario, el paisaje político y social italiano y europeo vivió las devastaciones de la contrarrevolución neoliberal, cuya primera tarea fue la desfiguración del pasado y de la memoria. El significante «años de plomo» se encargó de cubrir por igual de una pátina siniestra a verdugos y víctimas, al terrorismo de Estado y a la autodefensa de las luchas obreras y proletarias.
En ese laberinto, Negri aprende a resistir colectivamente a la cárcel como única manera de sobrevivir. Tiene que resistir a intentos de convertirlo en un pentito, a la dinámica suicida del brigadismo rojo que lo condena a muerte y a la extensión del nihilismo posmoderno como estética de la supervivencia. Tras su elección como diputado por el Partido Radical en 1983, no desaprovecha la única posibilidad real de escapar del infierno y de la cadena perpetua. No sin un desgarramiento interno, huye a Francia donde, tras muchas vicisitudes, consigue el estatuto de refugiado político.
El exilio en Francia es una reconstrucción personal y política dura y por momentos casi imposible. Sin documentos, con una familia rota, sin apenas posibilidad de encontrar un trabajo o de reanudar la práctica teórica, amenazado de expulsión ante cualquier expresión directamente política, Negri recorre los hitos de una experiencia de refundación que no es solo personal, sino que está marcada por la renovación salvaje del proyecto comunista iniciada por la experiencia del operaismo y de la autonomia operaia.
PEDRO ROSEMBLAT ES UN HOLOGRAMA // Francisca Lysionek
Publicada originalmente en el blog Victorica Es pertinente que la IA nos