Billete mata pacto, relato, valores. Mata quietud, paz social, obediencias militantes, acuerdos sindicales, experimento social. El billete mata todo, significa todo. La manija de jubilados y mamás luchonas desarma de una patada la compleja ingeniería de medios, redes y estado. Billete mata miedo. Mata posteos, twits, publicaciones, audios reenviados al grupo de wasap de la escuela, balcones.
Billete sustancia, papeo, productor de normalidad zarpada. Billete fiesta, anti cheto, deseo. Billete como otra forma de decir no, basta, libertad, hartazgo. Como denuncia al fracaso de la mediación progresista. El billete en la calle decide: las doñas deciden, los guachos deciden, las rochas deciden. Apropiación callejera de la vida.
El billete mata solidaridad social forzada, sistema métrico, recomendaciones del ministerio. Es la cabal muestra de lo que somos, de lo que queremos, de lo que podemos. Billete que marca el pulso de lo que es esencial. Ni periodistas, ni cobanis, ni verduleras, ni milicos haciendo guiso: bancarios.
Despertarse más temprano de lo habitual, caminar de más, que la SUBE tenga carga, tomar el bondi, charlar en el Face, cruzar la plaza, quedar a tres cuadras del Banco aunque sean las 6, desertar de los cuidados, entrar al banco, sacar billete, seguir haciendo mundo.
Brillante DIEGO, como siempre en lo simple está la verdad, en nuestras propias narices y no la vemos. Muerte al dinero, ahí está todo.