Al borde (redes y nosotrxs) // Agustín J. Valle

Anoche fuimos a la Cazona de Flores a ver la peli documental de César Gónzalez sobre el proceso electoral, Al Borde. Yunta nutrida de gente. La proyección incluía una presentación, tipo prólogo antes del comienzo del film propiamente dicho, donde CG y Federico Vázquez, uno de los directores de Futurrock (productora de la obra) contaban, sobre todo, que «en este momento esta película está estrenándose simultáneamente en más de cuatrocientos lugares en todo el país». Que habían pensado publicarla online, pero prefirieron agitar que nodos comunitarios de todo tipo la proyectaran, gratis. Que la gente se junte para verla, aún si eso hacía que la viera menos gente que si la estrenaban en youtube (aunque no es seguro, eso). Creo que la decisión es ejemplo de un tipo de operación o desplazamiento político y subjetivo clave en esta época: el paso de la red al nosotrxs. El capitalismo conectivo nos dispone en red. La red, como figura, designa una constelación de conexiones, pero también un dispositivo de sujeción. En el régimen conectivo de producción, donde si no estás enganchado en la red no existís, pues, una subjetivación emancipante consiste en convertir esa fáctica red en un nosotrxs autoafirmado. Y desde el punto de vista de la experiencia, son mundos distintos. El cambio cualitativo es enorme, entre la soledad atestada de la red, y la presencia compartida del nosotrxs -así sean momentáneas y modestas las puestas en nosotrxs.

Después, la peli no me gustó mucho. Sí al comienzo, el primer rato: un documental que registra y testimonia desde barrios humildes, marginales, periféricos, villas y asentamientos, preguntándole a personas distintas por el escenario electoral. Esta pregunta por la política desde los sectores económicamente más pobres y vulnerables de la sociedad resulta especialmente vital porque tiene un encuadre, en el primer tramo, sin victimización, ni moral cristiana, ni esnobismo intelectual ni de estetización, en fin: sin los lugares comunes del estigma reaccionario o la culpa progresista. El tono es simpático, gracioso, fresco y variado. Pone una cámara vivaracha y da el micrófono en lugares de la ciudad que raramente pueden expresarse así, sin subordinación a algún sabiondo explicador. La gente dice distintas cosas y de distintas maneras.

Después, sin embargo, comienzan a repetirse una y otra vez testimonios del mismo tenor, básicamente trabajadores más o menos precarizados, más o menos pobres -algunos en condiciones de miseria ante la cual sobrevivir y regalarle una alegría a los chicos en sus cumpleañitos amerita la mayor de las admiraciones-, diciendo que con Milei todo sería peor, que necesitamos al peronismo, y que al peronismo no lo van a borrar tan fácil. Ah, y que los llamados “planeros” son gente que labura, necesita ayuda y es víctima de una estigmatización vil. El problema por un lado es que se hace larguísimo con voces que dicen y redicen lo mismo una y otra vez (“le sobran cincuenta años”, como decía Borges de Cien años de soledad, “¡pero eso significa que tiene cincuenta buenos!”). Y, por otro, que ya deja de ser un documental en el sentido de documentar el estado de cosas; deja de descubrir y pasa a compilar material donde encuentra lo que decide buscar y mostrar. Lo “documentado” queda sometido a un finalismo, el finalismo de un mensaje. Y por tanto se vuelve imposible no discutirla políticamente, incluso en los magros términos de la política representacional y su coyuntura: tanto es la mejor opción el peronismo, pero no hay una sola palabra que dé cuenta de que estos cuatro años que terminan fueron del peronismo gobernando. Ese problemita lo pasamos por alto. La película termina siendo un largo spot de campaña. Y sí, ¡vamos Massa! Y vamo Massa no podemos perder… Pero es difícil encontrar en la peli elementos que puedan ganarse votos o simpatías de gente que no estuviera ya decidida a clickear al candidato peronista en las urnas. Lo que sí ofrece, en el modo en que se decidió su circulación (y entiendo que también su producción, con una financiación multitudinal), son motivos para que se fortalezcan los espacios de encuentro, los tejidos micro políticos, la cercanía deseada y habitable, para que el espacio sensible al cual pertenece se dé ánimos, para que las redes no se olviden de nosotrxs.

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