mi tío muere solo en una cama de hospital
con la práctica concesión de un teléfono móvil
quién sabe si suero en vena
y la promesa de una aséptica sedación
pues hemos evolucionado / / había que decirlo
el progreso es un hecho innegable que los muertos certifican
mi tío que vivió la guerra y está muerto
lo certifica
no es momento para quejarse
por el desborde colectivo
no es momento de importunar a nadie
con diatribas ideológicas
¿acaso hay política en la muerte?
el yo se gesta en un estadio reflectante del otro / / ¿Lacan lo dijo?
y con el virus es lo mismo
cada cual está dando lo mejor de sí
exceptuando un reducido grupo de irresponsables que colapsan los albergues caninos para alquilar un paseo
a precio de ganga a riesgo de contagiar a todo el mundo
nadie tiene la culpa del virus malpensado
nadie la tuvo de la peste
nadie pudo prever la sífilis ¿no te das cuenta?
la modernidad entraña sus riesgos
que gestiona(mos) valientemente si-no mira la Historia
¿acaso hay política en la muerte?
[con el sida fue distinto
pobres yonquis
pobres putas
pobres negros
pobres maricones]
esto no es más que un pequeño envite
al tecnoavance globalizado del siglo XXI
ADEMÁS
ya nos venía haciendo falta una guerra / / había que decirlo
para hacernos más fuertes como nación
para plegar las fronteras como abrigo
fuera de la ley
de nuestra prótesis
biológica
llamada
piel
peau
skin
FÍJENSE
tenemos
un Estado diligente
batucadas en las balconeras
grandes profesionales de la salud
la economía en buenas manos
el ejército está en las calles
«no nos faltará comida» dice mi abuela
«ellos la repartirán como en la guerra
cuando se ponga la cosa fea»
y les abriremos la puerta agradecidos
¿acaso hay política en la muerte?
el “estado de excepción”
que Benjamin concebía en su ejercicio límite de inmanencia filosófica
razón de ser de los oprimidos
ya no es más privativo de una clase
desmembrada en lo social
voy a aprovechar la cuarentena
para abrirme una cuenta en Spotify
¿acaso hay política en la muerte?
siempre unidos venceremos
al enemigo del orden, nuestro orden,
la vida en punto muerto que conjugamos
ya les dije que era una guerra
siempre ha sido así / / la Historia
lo demuestra ininterrumpidamente
sobre la superficie de “las pantallas cálidas”
mis alumnes me preguntan
«¿qué tal las vacaciones?»
doy fe / / nada grave
importuna la audacia juvenil
¿acaso hay política en la muerte?
yo mantengo firme mi cuarentena
privilegiado del dolor ajeno
como si me importara este absurdo de día
que termina escribiéndose en un mal-poema
al margen de las manos últimas de las que
nadie sostendrá un último aliento
mi tío muere solo en una cama de hospital
¿acaso hay política en la muerte?
[aquí abandono esta pregunta que
nos será negada nuevamente]
La muerte nunca es justa. Ni el cuerpo que colapsa, ni la bomba que cae, el auto que choca, el tiro que se dispara, la muerte que decido darme a mi tiempo y medida, ninguna de todas. Lo justo en tanto lo que debiera ocurrir pocas veces muy pocas es cosa de actos y decisiones humanas. Existe en un universo trascendente lejos de la lógica humana. La rabia humana. La buena conciencia humana. Es así como cada dia tratamos de aproximarnos a ella. Y es una suerte el que no la olvidemos nunca cuando aparece siempre como falta y demanda íntima y de otro semejante.