Este escrito colectivo surge de una propuesta: pensar en conjunto qué hacer con aquello de lo que cuesta hablar, porque tiene un costo alto hacerlo. Qué hacer con lo que se silencia, pero no para de ocurrir. Los abusos y violencias cometidos por psicoanalistas son un secreto a voces: “se saben”, “se comentan”; pero también se omiten, se justifican y, así, se naturalizan.
Algunas de nosotras somos psicoanalistas. Trabajamos con la palabra. Recibimos historias, escuchamos sufrimientos. En nuestros consultorios, en el ámbito clínico. Nuestras pacientes hablan. En los pasillos de la facultad, las compañeras hablan. Entre nuestros contactos, alguna conocida o desconocida nos escribe y nos cuenta algo que le pasó.
Escuchamos esas historias sobre el telón de fondo de nuestras historias. Como alumnas, en instituciones de formación. Como pacientes, como analistas. En el intercambio con colegas. Son nuestras historias, y decidimos hacerlas visibles. Hablar. Generar un espacio para que resuenen.
Mucho se ha dicho del Patriarcado: que no existe, que ya cayó, que es un fantasma. Nada de eso, el patriarcado no es un fantasma, el patriarcado es el sistema de opresión que permite que los abusos y las violencias existan y se perpetúen. Que no nos hace posible registrar experiencias y vivencias que hemos tenido o tenemos como abusos. Que generalmente no nos atrevamos ni a pensar en denunciarlos. Que temamos las represalias. Porque el campo psicoanalítico también tiene sus propios pactos de silencio y encubrimiento. Sus amenazas, que se ocupan de disciplinar a las que hablan.
Lo hemos visto, ha pasado. Sabemos que nos enfrentamos a la reacción escandalizada de hombres y mujeres en el ámbito psi. Nos acusarán de escrachadoras. Nos dirán despechadas. Resentidas. Envidiosas, sin dudas. Nos explicarán nuestro papelón, nos «mainexplicarán» enfundadxs en la teoría.
Nos llamarán a callar. A seguir mirando en silencio las lógicas de poder con las que nuestro mundo funciona. Callate y mirá…
Ya lo hemos hecho. Hemos mirado con indignación y repudio dentro de nuestros lugares seguros, sin exponernos. Hemos dicho o pensado: «puede ser pero no me incumbe», «puede ser pero no puedo aseverarlo».
Nuestras palabras suelen colisionar con el reproche de quebrantar la institución psicoanalítica ¿Nos atrevemos a decir que hay psicoanalistas abusadores, violentos, que nos negocian la libertad posible a cambio del silencio y la complicidad? Los hay, y si, nos atrevemos. No ponemos en riesgo al psicoanálisis, todo lo contrario. Amamos lo que hacemos, somos responsables de lo que hacemos, pero también de lo que callamos . Sí, tal vez, ponemos en riesgo a la corporación psicoanalítica. La cofradía y el pacto naturalizado, el poder intocado que detentan y que justifican con pseudoteorizaciones o interpretaciones salvajes que recaen en quienes denuncian.
No nos callamos más.
Invitamos a firmar a todxs aquellxs que quieran sumarse a hacerlo.
Si. Está perfecto. En estos días lo sufrí particularmente. Sufrí particularmente aunque la Justicia me dió la razón, que la gente te dice» no estarás exagerando»?
Adhiero
Abrazo fuerte y fuerzas compas! No están solxs
Cuanta estupidez junta eh… la no-denuncia a la nada misma. Ganas de mostrarse como “los buenos” no diciendo nada. ¿Se les está vaciando el consultorio? Cualquier cosa por figurar.
Hay que unirse y con pruebas denunciar en la justicia. Las acciones concretas mostrarán que hay mucho qué hacer detrás de las palabras.
Me xtraña “Lobo Suelto” dandole lugar a algo tan vacío e impreciso.
Me sumo
Frente a este mamarracho, yo voy a hacer una denuncia que, contrariamente a lo que se expone aquí, sí es absolutamente verificable, precisa, dando nombres, datos y no sospechas abstractas: Narella Catania, arriba firmante, que se presenta en distintos ámbitos como psicoanalista, e integra incluso la comisión directiva de una institución, APOLa, no tiene titulo de grado habilitante. Ofertarse como profesional de la salud mental sin título es ilegal en Argentina. Pueden comprobar lo que digo consultando a las autoridades de la facultad de Psicología UBA. Para sembrar sospechas difusas de modo gratuito hay que tener primero las cosas en orden en casa.
Frente a este mamarracho, yo voy a hacer una denuncia que, contrariamente a lo que se expone aquí, sí es absolutamente verificable, precisa, dando nombres, datos y no sospechas abstractas: Narella Catania, arriba firmante, que se presenta en distintos ámbitos como psicoanalista, e integra incluso la comisión directiva de una institución, APOLa, no tiene aún titulo de grado habilitante. Ofertarse como profesional de la salud mental sin título es ilegal en Argentina. Pueden comprobar lo que digo consultando a las autoridades de la facultad de Psicología UBA. Para sembrar sospechas difusas de modo gratuito hay que tener primero las cosas en orden en casa.
Antes de seguir sembrando sospechas, Narella Catania tiene que explicar porque se presenta como psicoanalista sin tener aún título habilitante. Ofertarse como agente de la salud mental sin título habilitante es ilegal en Argentina.
No entiendo cómo Adriana Roa le da lugar a estas impresentables. Era una analista seria.
La verdad que no da que ensucien de esa manera a toda una comunidad. Si conocen casos de abusos, hagan las denuncias pertinentes frente a la justicia y después pueden hacer públicas sus acusaciones, con nombre y apellido.
Muy necesario. Basta de traer conceptos patriarcales europeos del siglo XIX a la clínica, basta de responsabilizar a las víctimas de los abusos y decir cualquier barbaridad «en transferencia», sin tener que formarse ni dar cuenta a nadie de sus prácticas. Bienvenidos a la «época», es feminista, latinoamericana, y va a terminar con su impunidad.
Y Cristian, Narella no ejerce hasta donde sé. Interesante que frente a los argumentos de por qué el campo psicoanalítico hegemónico reproduce violencias heteropatriarcales, lo único que puedan levantar son acusaciones personales sin sentido.
Muchas gracias por animarse a empezar a hablar. Creo que es importante no dejar en el anonimato a quienes abusan y violentan tergiversando el poder que su lugar de analistas les da-se suma su fama, en algunos casos-, por lo que sería fundamental que esta nota sea la primera de una serie, para que podamos generar una red de palabras que rompa este silencio persistente que ya tiene décadas.
Exactamente. Yo no ejerzo ni nunca lo hice, ya que aún no tengo el título habilitante. Si a veces me presento como psicoanalista es porque me dedico a la investigación en psicoanálisis, dado que a mí entender el psicoanálisis no se reduce a su práctica clínica.
Existen varios problemas legales para no poder denunciar los abusos. Aunque se supone que podemos hacerlo en la práctica no es tan sencillo si el paciente no nos autoriza y es mayor de edad. Varias veces me ví expuesta y la paciente no me respaldó. Inclusive con una paciente abusada por un médico que luego falleció y la familia no quiso respaldarme. No obstante estos obstáculos, me parece importante y necesario pensar estás cuestiones y hasta reformar leyes si es necesario. Los felicito por la iniciativa.
Gracias. Si. Estamos acompañando a las colegas , cada vez son más quienes traen sus testimonios. Y obvio, quienes trabajamos en violencias conocemos los tiempos para las denuncias judiciales. A veces no llega nunca ese momento por diversas circunstancias que conforman las complejidades de estos casos. Increíble que se lean algunas cosas en los comentarios. Otros no me llaman la atención porque sabemos quién es el que escribe detrás de nombres falsos. Se vende en lo que dice , parece que no aprendió mucho de psicoanálisis y cree que no se delata en la enunciación. Seguiremos , por suerte ya hay para alguno de los denunciados , causa judicial. Se va a caer.
Gracias!
El psicoanálisis como práctica subjetivante trata de hacerse responsable, de responder, de asumir lo más propio. Los escraches se parecen a esos efectos de masa, no voy a citar a Freud aquí, y van en dirección contrario a la asunción que planteamos los analistas.
Hay una persona que en vez de hablar en nombre propio se esconde detrás de un personaje, se hace llamar «los psicoanalistas rancios», es un buen ejemplo de lo que digo, hacerse un nombre desde la masa. El temor a no ser políticamente correctos hace que la apoyen por «ser» trans. Juzguemos por las ideas, me da lo mismo su identidad sexual.
APOLA viene siendo la peor de las instituciones del campo analítico, A. Eidelsztein es un perverso que lava la cabeza a los «alumnos» (son cualquier cosa menos analistas)
Dejo algunas preguntas:
¿qué hacemos con analistas mujeres acusadas o sospechadas de abuso? (la sospecha habilita?, a qué?
¿por qué usan términos anglos y sin fundamentos como «Mansplaining»?
¿por qué dan lugar entre las «denunciantes» (se denuncia en la Justicia, chusma iracunda) a una persona que infringe la ley ejerciendo sin título habilitante?
Les deseo que recaiga sobre ustedes la violencia que generan, que el odio que escupen se les devuelva acrecentado
Bueno Lu, tranquilo
Deberíamos iniciar la denuncia a Narella Catania por no tener título habilitante?
Les invito a leer su descripción de instagram, primero ordena «dejen de reproducirse», antinatalismo adolescente, y en el mismo autoritarismo que la caracteriza culmina describiéndose como «pakifóbica». Jugando con qué significa paki para no hacerse cargo, siempre escondida, es en definitiva heterofóbica. ¿qué pasaría si alguien hoy se asumiera «Homofóbico»?. Esta persona es un cúmulo de odios, me apena