A un año del 15M:

Una actitud llamada 15M. 
Apuntes sobre ciudad y ciudadanía
 
Por Emilio López-Galiacho
 
Quienes se preguntan qué ha pasado con el movimiento 15M, o incluso si sigue vivo, quizás ignoren que el 15M ya no es un movimiento social sino una actitud. Abierta, escalable y en continua actualización. El 15M son conductas distribuidas en red, que se propagan a través de múltiples canales, un complejo rizoma de gestos conectados. De esa constelación de comportamientos emerge una forma de estar en el mundo que mezcla indignación e ilusión a partes iguales. Sin la primera, todo quedaría en ingenua mansedumbre; sin la segunda, en amargura autodestructiva. El espíritu 15M no es nuevo, pero sí lo son las ópticas que hoy lo amplifican, y las tecnologías sociales que gestionan su personalidad heterogénea, multi-identitaria, acéfala, horizontal.
El 15M no inventó nada –todos sus argumentos le precedían- pero, atento y sensible a su tiempo, sacó a la luz una urdimbre de afinidades y descontentos que ya no podrá ser ignorada. Su fuerza reside en que no nació como parte de un plan trazado sino que aconteció de forma espontánea. El material del que está hecho es inestable y permanece en continua mutación. Su genética lo mantiene protegido de cualquier ciclo vital. El 15M no nació, sucedió. Y sigue sucediendo a diario en un amplísimo abanico de escalas y a través de un catálogo infinito de ademanes. Con ellos, una multitud creciente de ciudadanos en todo el mundo plantan cara a una realidad extorsionada tanto por los poderes económicos como por las masas alienadas que los alimentan.

Exigir respuestas al 15M significa no comprenderlo. El 15M sólo debe hacer preguntas, no cesar jamás de hacer preguntas y ponerlas en común. Compartir interrogantes sobre el mundo que queremos; indagar, cuestionar, replantear. El 15M no es un estatuto ni un reglamento, no puede ser un programa electoral, no debe traducirse en disposiciones ni certezas, ni sucumbir a la tentación de los grandes relatos bajo la excusa del progreso o la vanguardia. Aquí no se trata de héroes ni monumentos, sino de convivencia entre ciudadanos responsables, soberanos y vigilantes, formando una gran red de pequeños nodos de la que surgen comportamientos que van mucho más allá de la suma de sus partes. La emergencia cotidiana del 15M es su antídoto contra usurpadores y agoreros.
El espíritu 15M ha calado fuerte en casi todas las parcelas de la sociedad, y gracias a él se ponen continuamente en marcha iniciativas que enseguida se interconectan y expanden por las redes sociales. Muchas de ellas ya existían antes, otras se estaban pergeñando, algunas permanecían latentes. Pero todas recibieron del 15M el empujón de consenso que necesitaban. 
Cooperativas de empleo, bancos de tiempo, economías alternativas, plataformas contra los abusos de poder, la opacidad informativa o la mercantilización de las conquistas sociales, entornos de crowdfunding, nuevos ámbitos autogestionados de aprendizaje y educación, empresas del procomún, reactivación vecinal de espacios públicos, huertos urbanos colaborativos, laboratorios de auto-fabricación. Brotes de una nueva ciudadanía, más generosa y comprometida, que asume su responsabilidad en la reinvención de lo político y de su ámbito, la ciudad. 
Porque no olvidemos que el 15M cristalizó en el espacio público de la ciudad, recuperándolo durante unos días como sede estable para la mediación –o disidencia- entre ciudadanos y poder.
Por aquél entonces escribíamos sobre la capacidad de localización simbólica que estaba teniendo la #spanishrevolution, sobre cómo cada espacio de acampada en la ciudad estaba siendo refundado a partir de personas anónimas conectadas por el lenguaje, recuperando así el concepto primigenio de lo arquitectónico, que no es sino organizarse para hacer y hacerse en el mundo. Entre las personas y colectivos que durante aquellos días ocuparon las plazas había muchos arquitectos y estudiantes de arquitectura. Sus inquietudes eran sin duda más antiguas, pero el 15M las catalizó, las puso en común y les dio visibilidad.
Un año después, la influencia del 15M sobre el mundo de la arquitectura y el urbanismo está más presente que nunca y ha empezado a ser reconocida por numerosas instituciones poco sospechosas de ser anti-sistema. El mes pasado, la prestigiosa iniciativa Premio Europeo del Espacio Público Urbano (en la que participan España, Austria, Holanda, Reino Unido, Francia, Finlandia y Alemania) galardonó con una mención especial a la Acampada en la Puerta del Sol de mayo de 2011. En palabras de uno de los miembros del jurado, “la trascendencia de esta insólita ciudad evanescente, a medio camino entre la robustez de la urbs y la contingencia de la civitas, aún es difícil de calibrar”. Aquí pueden leer entera la justificación del premio.
Sin duda la acampada de Sol fue un acontecimiento arquitectónico inaudito, pero más allá de ella y de las otras acciones que se llevaron a cabo esos días, la fuerza del 15M reside en haberse convertido en filosofía de vida, en una nueva manera de pensar y ejercer la ciudadanía, en una forma más consciente de estar y convivir en el mundo.
Basándose en ella, un buen número de arquitectos que no aspiran a preñar las ciudades de edificios, sino a hacerlas más habitables, ha conseguido que el pasado 3 de mayo muchos de los premios Arquia Próxima 2012 de la Fundación Caja de Arquitectos (sí, un banco) hayan recaído en proyectos y principios totalmente impregnados de actitud 15M. Representan a una multitud de  jóvenes profesionales que han dejado de estar obsesionados por trascender, que trabajan con nuevos formatos y se acercan al problema de la ciudad a través de miradas cotidianas, colaborativas y multidisciplinares, próximas a la mediación y el activismo. Hoy ya es imposible hablar de todos ellos porque son legión.
El primer premio ha recaído en la web Inteligencia Colectiva 2.0, del colectivo de colectivos Zoohaus, una base de datos global, abierta y participativa sobre prototipos y soluciones constructivas procedentes de la sabiduría popular más que de la planificación arquitectónica. 
Siguiendo con otros ejemplos, el [VIC] (Vivero de Iniciativas Ciudadanas) trabaja por el empoderamiento ciudadano y la transferencia de la innovación social al espacio público. Suya ha sido la organización de los recientes eventos Mercado Abierto y Greenvia. En una línea similar, la Declaración Universal de los Derechos Urbanos se presenta como un entorno de pensamiento activo sobre la ciudad y lo que significa ser ciudadano. Sus impulsores, el colectivo Zuloark, dinamizan semana tras semana el Campo de la Cebada, un espléndido proyecto vecinal de reactivación de un solar público en el centro de Madrid. Mediar entre la arquitectura y los ciudadanos, facilitando su participación en el diseño y desarrollo del espacio público es una de las tareas de estos generosos arquitectos sin ladrillos. Eso es lo que está haciendo la plataforma Paisaje Transversal en el barrio Virgen de Begoña de Madrid y colaborando con Rehabitat Zaragoza en el programa Disueña tu barrio
Una de las señas de identidad de estas iniciativas y quienes las impulsan es el uso imaginativo, eficaz y crítico de las tecnologías digitales. No en vano, junto a los arquitectos, otro de los grandes colectivos donde afortunadamente el espíritu 15M ha cuajado fuerte es el de los programadores informáticos y, en concreto, las comunidades de software abierto. El veloz desarrollo del llamado internet de las cosas está propiciando, bajo la marca smart cities, nuevas y peligrosas estrategias de control de las ciudades por parte de grandes empresas. Se las disfraza de proyectos pro-sostenibilidad, pero no dejan de ser planificadas acciones de minería de datos destinadas a descubrir las grietas que convierten en rentables a los ciudadanos y su forma de vida. No necesitamos ciudades inteligentes impuestas por corporaciones y gobiernos a su servicio, sino ciudadanos inteligentes capaces de usar hardware y software de código abierto para decidir cómo quieren habitar el mundo. Detrás de los sensores debe haber ciudadanos, no tráfico de intereses económicos. En esta dirección tecnológica trabajan también muchos profesionales y colectivos. El arquitecto Doménico di Siena, impulsor de numerosos proyectos llenos de actitud 15M, como Think Commons o Meet Commons, está detrás de los conceptos de Sentient City y Sentient Identity, que exploran el poder de la identidad digital para fortalecer comunidades de proximidad entre ciudadanos. Hablan de Urbanismo P2P, de ciudades de código abierto. En estas relaciones entre ciudad, sociedad y tecnología se centra también el grupo Sientetecity, impulsores de numerosos encuentros donde se experimenta sobre las ventajas comunales de la hibridación entre lo físico y lo digital.
Esta reinvención tecno-social de las ciudades y la ciudadanía está llegando –como no podría ser de otra manera- al mundo de la pedagogía, muy impregnada ya del espíritu 15M. Iniciativas como Edumeet o Master DIWO (Do It With Others) plantean de forma abierta estrategias alternativas de aprendizaje autodirigido y colaborativo. En el ámbito urbano ya no sólo se contempla a la ciudad como una poderosa herramienta educativa, sino a la educación como una gran oportunidad para hacer ciudad. Con esta idea trabajan Chiquitectos, Arquikids, Zaramari, Sinergia Sostenible y otros colectivos que organizan talleres pedagógicos para sensibilizar a los niños con su entorno ciudadano y enseñarles a habitarlo de forma divertida, proactiva y sostenible.
Hemos hablado tan sólo de unos pocos, pero sería interminable la lista de profesionales de todos los campos inmersos en este silencioso pero imparable cambio de mentalidad. Si quieren conocer más, nada mejor que consultar el fantástico y completo Starring que ha elaborado el Observatorio del Vivero de Iniciativas Ciudadanas, autor también de un magnífico Glosario Abierto.
Un año después, el espíritu 15M ha calado a fondo en gente buena que además defiende su bonhomía con inteligencia y altivez, que no está dispuesta a tragarse más estafas, que ha decidido pensar en global pero actuar en local. Desde luego no es para mojigatos, pero tampoco para cafres descerebrados. Los medios llevan toda la semana con especulaciones sobre el #12M15M. Como si se tratara de un derby futbolístico, se suceden las apuestas y las expectativas. A muchos les interesa caldear el ambiente. Sin embargo, no debe importarnos demasiado lo que ocurra este fin de semana en las calles. Ya no. Como en todas las celebraciones, habrá estupideces, pero sólo los necios las usarán como arma arrojadiza. El 15M ya se ha entreverado –silenciosa, cotidianamente- en los lomos de la sociedad. No hay quien lo pare. Es un estado mental.

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