Por Lobo suelto!
En fenómenos históricos como la Revolución Haitiana de 1804 o la Cubana del 1959, nuestro 2001 o el levantamiento de los indígenas bolivianos de octubre de 2003, hay siempre una parte de acontecimiento irreductible a los determinismos sociales, a las series causales. A los historiadores no les gusta esta dimensión, así que restauran retrospectivamente las causas. Pero el propio acontecimiento se encuentra en ruptura o en desnivel con respecto a las causalidades: es una bifurcación, una desviación de las leyes, un estado inestable que abre un nuevo campo de posibilidades. Borges ha hablado de estos estados en los cuales las diferencias mínimas se propagan en lugar de anularse y fenómenos absolutamente independientes entran en resonancia, en conjunción. En este sentido, aunque un acontecimiento sea contrariado, reprimido, recuperado, traicionado, no por ello deja de implicar algo insuperable. Son los renegados los que dicen: ha quedado superado. Pero el propio acontecimiento, aunque sea antiguo, no se deja superar: es apertura de lo posible. Acontece en el interior de los individuos tanto como en el espesor de una sociedad.
Claro que los fenómenos históricos que estamos invocando van acompañados de determinismos o causalidades, aunque sean de otra naturaleza. El amplio ciclo de luchas que por hábito y comodidad situamos en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 pertenecen al orden de los acontecimientos puros, libres de toda causalidad normal o normativa. Su historia es “una sucesión de inestabilidades y de fluctuaciones amplificadas”. Hubo mucha agitación, gesticulación, palabras, bobadas, ilusiones en el 2001, pero esto no es lo que cuenta. Lo que cuenta es que fue un fenómeno de videncia, como si una sociedad viese de repente lo que tenía de intolerable y viese al mismo tiempo la posibilidad de algo distinto. Es un fenómeno colectivo del tipo “Lo posible, que me ahogo…”. Lo posible no preexiste al acontecimiento sino que es creado por él. Es cuestión de vida. El acontecimiento crea una nueva existencia, produce una nueva subjetividad (nuevas relaciones con el cuerpo, con el tiempo, con la sexualidad, con el medio, con la cultura, con el trabajo…).
Cuando se produce una nueva mutación social, no basta con extraer sus consecuencias o sus efectos siguiendo líneas de causalidad económicas o políticas. Es preciso que la nueva sociedad sea capaz de constituir dispositivos colectivos correspondientes a la nueva subjetividad, de tal manera que ella desee la mutación. Ésta es la nueva “reconversión”. La construcción de un estado social durante el primer peronismo, el más reciente arribo de Lula al gobierno de Brasil, o el actual estado pluriétnico en Bolivia son ejemplos muy diferentes de reconversión subjetiva, con todo tipo de ambigüedades y hasta de estructuras reaccionarias, pero también con la dosis de iniciativa o de creación que constituía un nuevo estado social capaz de responder a las exigencias del acontecimiento. Lo propio en Argentina. Tras el 2001 los poderes no han dejado de soñar, sin embargo, con la idea de que 2001 era un infierno, y que “había que acabar con aquello”. Y, en efecto, se ha acabado con mucho de todo aquello. Pero diciembre de 2001 no fue mera consecuencia de una crisis ni de una reacción a una crisis. Más bien al contrario. La dificultad para traducir la imaginación colectiva en nuevas formas políticas deriva directamente del bloqueo que la sociedad argentina se plantea en relación con las verdades de 2001. La convulsionada sociedad argentina muestra una enorme ambigüedad para operar una reconversión subjetiva a nivel colectivo, como exigía 2001: de no ser por ello, ¿cómo se podría hoy acometer una reconversión económica neodesarrollista en condiciones de izquierda? No ha sabido hasta el momento proponer a la gente algo que vaya más allá de una vida centrada en el consumo blando ni el trabajo más o menos precarizado. La radicalidad de la novedad de ese comienzo de siglo se ha marginalizado o caricaturizado. ¿Qué otra cosa podría ocurrir, puesto que todo dispositivo para una nueva existencia, para una nueva subjetividad colectiva, ha sido neutralizado –tanto por izquierda como por derecha– por la reacción ante el infierno de 2001? El espíritu de lucha y sed de creación que en todos los niveles habían desplegado las asambleas, y los movimientos piqueteros del interior del país y del conurbano ha sido ahogado, moderado o reconducido. En cada ocasión, lo posible parece haber quedado administrado en dosis cada vez más inofensivas.
Nos encontramos por todas partes a los hijos de 2001, aunque ellos no sepan que lo son, y en cada sitio aparecen a su manera. No es una situación brillante. No son los jóvenes dirigentes. Son extrañamente indiferentes, y sin embargo están bien informados. Han dejado de ser exigentes, o narcisistas, pero saben perfectamente que nada responde actualmente a su subjetividad, a su capacidad de energía. Saben incluso que todas las reformas actuales se dirigen más bien contra ellos. Se han decidido a dirigir sus propios asuntos hasta donde les sea posible. Mantienen una apertura, una posibilidad. Su retrato poetizado lo ha hecho Mirta Rangel en su Fugas del papel; el actor Enrique Fonsi explica: “Es un personaje escindido, caso esquizo y ultra-sensato. Una mezcla de imaginación teórica y realismo urbano. Esta mezcla es la que lo vuelve loco. No ve nada. Sabe que no hay ningún empleo para él”.
La necesidad de distribuir renta, gestionar el trabajo precarizado, con salarios que compiten violentamente con la suba de precios (sobre todo de la tierra, la vivienda, los alquileres y los alimentos) institucionaliza “situaciones de precariedad gestionada”. Los modelos en disputa se restringen, en el orden continental, al neo-desarrollismo abierto a la retórica de los derechos, o al neoliberalismo duro y puro. Europa y Estados Unidos, gestionando la bancarrota financiera, no tienen nada que proponer, y América del Sur no se decide a salir del estancamiento imaginativo luego de haber impugnado el neoliberalismo a secas, y caído –como estancada- en los límites de un neo-extractivismo con contención social. El campo de las posibilidades sigue situado en el eje sur-sur. Los desafíos para los movimientos sociales pasan por imponer nuevos imaginarios frente al monolingüismo consumista de las emergentes clases medias. Así como la esperanzadora “primavera árabe” debe enfrentar la ofensiva militar de la Otan y la codificación liberal de su horizonte. Y hasta el norte comienza a despertar lentamente, con el movimiento de las ocupaciones protagonizadas por los llamados “indignados”.
No hay más solución que la solución creadora. Estas reconversiones creadoras son las únicas que contribuirían a resolver la crisis actual y tomar el relevo de un Diciembre de 2001 generalizado, de una bifurcación o una fluctuación amplificada.
*****
El 19y20 de diciembre como problema de pensamiento actual
Por el colectivo de pensamiento en construcción
Lo que sigue es un conjunto de preguntas reales (reales en tanto sitúan problemas para los cuales no tenemos todavía una respuesta), e hipótesis arriesgadas que tal vez digan más de lo que la prudencia nos haría sostener. Nuestra apuesta es que constituyan un primer movimiento, sólo un primer movimiento, en el proceso de delimitación de un problema de pensamiento que esperamos poder elaborar junto a quienes se sientan convocados por la tarea…
01. Se sabe, aquello que irrumpió se trastoca en mito, que engendra la repetición, y la repetición la costumbre, y la costumbre el rito, y el rito el dogma y el dogma, por fin, la herejía. Hay en toda efeméride un elemento ritual, una idea cíclica del tiempo, que tiende más a la consagración sacra de lo acontecido que a su profanación. Toda efeméride tiende más al dogmatismo que a la apertura. Para bien o para mal, lo recordado tiende a consolar las conciencias. Pero es bien sabido que se da un paso adelante traicionando, es siempre el hereje el que continúa una tradición de pensamiento.
02. Sin embargo, hay algo de esa experiencia que se abre el 19y20 de diciembre del 2001 que todavía nos interroga. Más que una pregunta por la continuidad de la memoria, es una pregunta por la memoria de la discontinuidad. ¿Qué vivimos ahí? ¿Qué mundo cobró existencia el 19y20 de diciembre del 2001? ¿Qué potencias se desplegaron? ¿De qué limites pudimos hacer allí la experiencia? ¿Qué del 19y20 sigue activo en las apuestas colectivas contemporáneas? Siete años después, ¿tenemos respuestas para estas preguntas?
03. El 19y20 habrá sido lo que decidamos que sea. No un punto cero, un amanecer en la historia, sino un nudo.
04. El dogmatismo puede disparar para los dos costados, sea por el lado de enfatizar los límites de aquellas jornadas y sus efectos, sea por el lado de la exaltación militante del asambleísmo. Si la fidelidad es intervención organizada en el tiempo, proponemos hacer del 19y20 un nudo temporal que dio cuerpo a un recorrido militante, a un problema de la militancia; pero no para constatar las esperanzas incumplidas de esos días, ni tampoco para quedarnos aferrados eternamente a esa secuencia.
05. ¿Por donde empezar? Proponemos una posibilidad: Plantear que ese nudo temporal es nuestro obstáculo hermenéutico actual. Ser fiel a lo que allí rompió es construir un puente. Pero todo puente es una entidad artificial, una ficción que muchas veces oficia de imaginario, de encerrona ideológica, más que de apertura. Un puente es, al mismo tiempo, aquello que marca una cercanía, pero también una distancia. Es decir, si hacemos un puente en relación a 19y20 es porque ya cruzamos el río y miramos el camino transitado. ¿Qué se avista, 7 años ha, desde el otro lado? Ante todo problemas.
06. Un primer nudo, una primera cuestión: clarificar problemáticamente, teorizar, la noción de afecto. Se sabe que, desde Maquiavelo hasta acá, hay una separación tajante, en el hacer y pensar político, entre la esfera privada y la pública. La noción de afecto, tal cual la usamos impensadamente, borra esa distancia. Pero todo lo impensado tiene consecuencias.
07. Maquiavelo no separaba ética de política, sino que establecía un corte entre dos éticas distintas: por un lado la ética privada –ligada a la bondad cristiana y las buenas costumbres, que el mismo Maquiavelo, según sus biógrafos, tenía como parámetro de su comportamiento individual-; por otro una ética estrictamente política, autónoma de la sociabilidad establecida. A la palabra afecto la podríamos recuperar por ese lado. Si hay algún afecto que nos reúna colectivamente, ese debe ser un afecto político. Los resultados de la no separación de esas esferas –la privada y la política- los conocemos. Los grupos “afectivos” que se formaron están muchos más cercanos a la reunión de unos adolescentes bienintencionados que a un intento de reconstrucción del pensamiento comunista. No precisamos que el vínculo se imbrique a partir de la buena onda, sino a partir de la disciplina política.
08. El problema estalla cuando el afecto privado, ligado a la heterogénea circulación existencial y sus torniquetes diarios, deja de existir. Se sabe que las relaciones son volátiles. El desfondamiento político de los grupos, es cierto, es anterior a la crisis afectiva. Pero la imbricación de ambos términos oculta ese desfondamiento muy anterior. No hacemos política sólo para no sentirnos solos o para buscar un lugar de contención. La agregación afectiva trastoca al grupo en un ghetto, en una secta identitaria, y por ende, sin política, sin capacidad de alterar la situación. La herencia del 19y20 es también unas formas de congregación grupal cerradas, símil a la ortodoxia partidaria de izquierda, pero sin horizonte ni disciplina.
09. Intentemos enhebrar algunas otras hipótesis. Si el 2008 despliega el presente postestatal del Estado (que asume su nuevo rol: ser un agente más en la dinámica crecientemente compleja del mercado neoliberal) entonces el 2001 es el futuro postpolítico de la autoorganización (es decir, el horizonte actual de las prácticas que toman como punto de partida la creación de formas de vínculo social en medio de la dispersión). ¿Qué entender por “futuro postpolítico”? Que, en condiciones de dispersión (sin ordenamiento social estatalmente instituido que subvertir mediante una ruptura política) la política sólo es eficaz cuando viene después de un proceso instituyente de un modo de existencia colectiva.
10. Otro nudo, otra cuestión: El antiintelectualismo –revival, algo indigesto, de lo peor de los 70’- también fue un emergente de diciembre 01. Es, ante todo, un elemento bárbaro. La estupidez, la pereza intelectual, es una forma de opresión grupal, fogoneada por la urgencia del hacer. La inteligencia, la potencia del cráneo y de los ojos, es una praxis emancipatoria. La estupidez es opresiva y contagiosa. Hay quien dice por ahí que, ante tantos actos para nada, quizás sería interesante pensar las potencias revulsivas de la inacción. Por supuesto que exagera…Pero es una exageración que mueve al pensamiento.
11. La esencia reactiva y/o bárbara del antiintelectualismo contestatario, hacer para nada, hacer para que nada cambie, hacer sin pensamiento conlleva el problema principal de ser un gran adormecedor de nuestros problemas contemporáneos. El adormecimiento del espíritu crítico se trastoca en optimismo. El optimismo es un gesto antiintelectual, el optimismo es un gesto bárbaro. No hay, una mirada digna del género trágico no puede dejar de afirmarlo, posibilidad de alivio. Las decisiones del pensamiento exigen semejante coraje que impiden tenderle la mano a la liviandad reactivo-antiintelectual medioambiente. Una decisión de pensamiento implica un riesgo alocado, que no coincide con ningún optimismo. Precisamos organizar el pesimismo.
12. Sin embargo, el problema del giro antiintelectualista no es su poco saber. Sabe, quizás, demasiado. Sabe, ante todo, los gestos y los modos de existencia durmientes de quién decidió no pensar. Siempre es más tranquilizador, ante la ruptura de vínculos que prescribe el pensamiento de la política, el combate por una u otra orientación política, el decidir por la almohada de la tranquilidad grupal. Para romper con esa configuración subjetiva, no se precisa más formación, sino otro pensamiento. Acá los nudos se tocan, pues la imbricación arriba reseñada entre afecto y política hace que cualquier discusión política, cuando las hay, se entiendan como ataques personales.
13. Por otra parte, en un año de piquetes y cacerolazos también se impone la pregunta por los procedimientos. Si la estrategia del Estado post19y20 hacia las experiencias de autoorganización fue intentar retrotraerlas a modalidades de politización pre19y20, la táctica de un sector del capital (rentistas y empresarios agrícolas) consistió en la construcción de un movimiento de masas mediante la apropiación del repertorio de modos de lucha centrales durante la secuencia política inaugurada el 19y20. Sería posible argumentar que las cacerolas simplemente volvieron a su lugar de origen (Marcha de las Cacerolas contra el gobierno de la Unidad Popular en Chile, 1971). Pero la memoria inmediata de los cacerolazos los sitúa como banda sonora del “que se vayan todos”. ¿Se trata simplemente de procedimientos en sí mismos neutrales apropiables por las fuerzas coyunturalmente activas? ¿O existe además un efecto de resignificación del contexto previo en la apropiación bajo el nuevo contexto?
14. Sumemos otro interrogante: ¿en qué medida nuestro posicionamiento actual frente al 19y20 (fidelidad, renegación, ocultamiento, etc.) incide en los modos de participar en las experiencias de autoorganización contemporáneas? La renegación, que termina viendo mayores continuidades que discontinuidades. El ocultamiento, que intenta hacer desaparecer las consecuencias de los sucesos a partir de una referencia a una consistencia identitaria ahistórica (desde una “gran” identidad de clase, género u origen étnico a una “pequeña” identidad de grupo o estrato). La fidelidad, que desea extraer de forma creativa todas las consecuencias posibles de lo sucedido, intentando forjar con ellas un nuevo presente. Estrategias subjetivas diversas que tal vez permitan leer más de nuestra actualidad de lo que creemos en primera instancia.
15. Si la apuesta subjetiva, en relación al 19y20, es la fidelidad, la interrogación se vuelve más intensa aún: ¿cuáles podrían ser las consecuencias de aquella experiencia en este presente tan heterogéneo? Deductivamente, pensamos que se tiene que tratar de un problema de invención. Las consecuencias de un proceso inventivo se deducen a la par que se inventan. Pero ¿con qué criterios leer el grado de conexión -el grado de consecuencia- de las invenciones políticas en curso con el 19y20 sin hacer del 19y20 un modelo (que nos llevaría a la vía de la repetición alejándonos de la invención que está en el centro del 19y20 mismo)?
16. No hay destino escrito en nuestra época. La dispersión como palabra indicadora de nuestra situación oficia muchas veces más que de diagnóstico, de justificación de nuestros límites. Como toda generación, estamos condenados, no a dispersarnos, sino a errar.
rosario, diciembre del 2008
*****
Pasito a pasito me enamoré…
Pasito a pasito me enamoré…
Por Federico Laspuertas (del Colectivo ResistirConstruYendo)
El 19/20 de diciembre no existió. Nunca estuvo ahí, no se presentó. Cavallo existió, Caniggia existió, ATC existió; el 19/20 de diciembre no existió. Insiste.
Hay una discusión: el acontecimiento ¿es cualquier cosa? Pues sí, cualquier cosa con la condición de no existir, de hacernos imaginar que algo no pasó y sin embargo… Es un movimiento, no un sujeto que se mueve.
El 19/20 de diciembre puede no haberte sucedido nada. Un sociólogo durmió las dos noches, estuvo a la tarde en la pileta, ni se enteró. Volvió en marzo a sus clases y explicó a sus alumnos el carácter sustancial del Estado. Tal vez no le sucedió nada… ya veremos.
Decimos que el 19/20 no existió, y decimos que insiste. Porque lo que existen son los términos de una relación, lo que insiste es una relación. Los términos, los sujetos que existen, son los que resisten; las relaciones se actualizan con los sujetos, pero no conforman un ser. Una cosa es pensar en los sujetos y otra en las subjetividades.
¿Qué queremos decir? Alguna vez nos dijimos que nuestro trabajo sería mantener abierta la herida del 19/20. Ahora sabemos que eso significa insistir, actualizar las relaciones que el 19/20 puede inaugurar, si queremos. Una noche alguien salió a una fiesta, estuvo con alguien, conversaron, tal vez se besaron, se fueron. No se vieron más. Tres años después alguien se da cuenta que no fue lo mismo después de aquello. No somos los mismos, algo pasó, pero también nos toca hacer algo con eso, podemos dejarnos aspirar por la relación y abandonar el puesto de sujetos. Hacer algo con eso puede querer decir: desprender las partículas de relación que impulsen nuestra alegría. La insistencia tiene sus tiempos, no sabemos de antemano cuáles son, pero percibimos que son impersonales, a-sistemáticos, subterráneos y colectivos. Entonces, lo que insiste es el devenir, el deseo de dar un paso.
Tanta vueltereta para hablar del paso. De eso se trata, pero a nadie le importa que uno ande develando los misterios del redondeo filosófico. Esa es nuestra vueltereta hoy. Si nos insiste el 19/20 es porque no existió, es porque hay una relación con la vida que puede llamarse 19/20.
Cuando decimos 19/20 decimos: un paso. Estamos impulsadas e impulsados, los términos ya no serán los mismos, pero tampoco las relaciones. Que se vayan todos no les habla a los términos, a los sujetos. Le hablamos a la relación. No a los representantes… en fin, ya se entiende.
Hoy. Estamos pensando esta tarea de actualizar el acontecimiento. Entonces, ¿qué es lo que se actualiza? ¿Cómo hacemos 19/20? Pues insistiendo en aquella relación. Algo de esto, creo, está en la forma de sentir de los zapatistas. ¿Qué sería ya basta!, qué significa 1º de enero, qué es insurgencia? No un método, pues. Una insistencia. El impulso a dar un nuevo paso. Pero ¿qué quiere decir dar un paso para los grupos que ya no tienen plan predeterminado, para los y las balbuceantes?
En primer lugar, como si fuera 19/20, buscarnos como lo hicimos aquellos días. Necesitábamos conversar, ver en qué estaban las y los demás buscadores, quienes eran tomados por lo que pasaba, quienes decidíamos que eso sería un acontecimiento. Entonces: buscarnos y preguntarnos: ¿qué es 19/20? Como lo hicimos en las Jornadas de Pensamiento Post-19/20 en Rosario. Animarnos a la insurgencia, desear. También lo que hicimos en el Campamento de Cardúmenes bal-Buceando la Autonomía, el Septiembre Autónomo en Santa Fe. Intentar consultarnos lo que puede dar un paso ahora. En eso aparecieron para nosotras y nosotros dos puntos: la producción y la relación.
Son dos palabras muy anchas. A ver: tuvimos que pensar la producción pues en ese terreno aun somos insustentables. Entonces: la producción en relación con la sustentabilidad. Creemos que somos sustentables en el terreno artístico-filosófico, es decir, que podemos crear y pensar por nosotras y nosotros mismos. En estos años nos desprendimos bastante del anzuelo académico y la máquina espectacular artística. En eso hemos dado un paso muchas y muchos en Argentina. Eso lo sabemos. Quien no nos crea, nos pide los datos. Además estamos dejando de estar solas y solos, hemos creado diferentes planos de encuentro, de amistad, de invención, de política. Un 19/20 fue que un nosotras y nosotros ocupamos una casa en santa fe y teníamos ya un territorio también. Cambiamos la relación: nos tomó el colectivo.
Ahora, ¿qué es dar un paso? Para eso nos convocamos en Septiembre Autónomo. Y pusimos dos ideas: dar un paso en nuestra autonomía a partir de la producción colectiva y sustentable (aquí entra nuestra búsqueda con la tierra y la producción ecológica) y dar un paso en la relación del colectivo a la comunidad (de ahí también la dificultad del territorio –afectivo, productivo y físico- de las ciudades nuestras.
Ni reclusión anti-urbana, ni comunidad ya codificada, ni resentimiento con los trayectos previos, ni vuelta a lo simple: “mi única ocupación es rehacerme”, decía Artaud. Por un lado, es como hacer proliferar el acontecimiento. Por otro, todo lo contrario de vuelta a lo simple. Habrá que crear una máquina tan compleja que involucre lo que hacemos en la ciudad y en el colectivo, maquinado con el trabajo con la tierra y otras producciones grupales sustentables, y con las relaciones comunitarias que involucren la salud, la vivienda, la educación, el trabajo: en fin, la política es ecología.
No podemos dejar de decir que caminar juntas y juntos, sentir que el paso tiene que ver con muchos grupos en muchos lugares, encontrarnos de vez en vez, consultarnos, saber que nuestra experimentación aporta a las demás, crear publicaciones comunes, como si nos quisiéramos, ¿será eso 19/20? ¿Será que el encuentro intergaláctico que propone la Sexta declaración de Lacandona sirve para proponernos un paso, sea cual sea, en nuestra autonomía? Nos podemos seguir escribiendo, a ver si se hace en Argentina mirá, a ver si éramos el caracol y no lo sabíamos.
*****
Es Super Saqueo
por La Yudi
Andábamos buscando el quibombo, recorrimos como tres y nada. Cuando llegamos a calle Don Bosco ya habían entrado al Superama.
El primero que vi salir era un gurí como de 12 años, llevaba una botella de las grandes de Shandón en una mano y en la otra un radiograbador. Corrió con su mamá y le dijo – lleva esto, ahora voy por más.
De allá atras venía cayendo más gente así que nos metimos al toque pa’dentro. Estaban los pasillos todos embarrados con leche, yerba, arroz, detergente, azúcar, coca cola, en fin, un chiquero de cosas que se caían en el arrebato de la gente.
Lo primero que se vació fue la sección de electrodomésticos y alcohol. Después el resto.Una señora como de 70 venía gritando -me muero me muero-, la fuimos a socorrer pero la cabrona no quería soltar las bolsas.
En la parte de las bodegas se habían trepado unos morocos y tiraban cajas desde arriba y hacían cadenas tipo albañil los guachos.
Yo me agarré un licor de huevo para regalarle a mi abuelita porque había sido su cumpleaños y no le había podido dar nada.
Cuando salimos afuera apareció una camioneta de la cuarta con unos canas de civil que se llevaron un frizer de los grandes y no sé que más porque nadie los quería mirar. Dice que los había mandado el mismo comisario. Nos fuimos a esperar en la esquina a que llegara el Charly y en eso nos enteramos de que había unos malandrines que estaban esperando a la banda para quitarle las cosas, antes del arroyo, así que fuimos p’ahí. Eran cinco de los cuales conocía a dos: El peco y el Falopa. Estaban todos re de la cabeza y cocos. Decían que estaban cobrando peaje nada más y que eran los de seguridad por si caía la federal o la prensa, según el caso. Atracaban a todos los que venían cargados y sin mucho trámite como si fuera cualquier vieja del centro. Los más vivos se safában proponiendo canjes y charlataneando. Otros aflojaban y se volvían pa’arriba. Fumamos unas cuantas secas y no les pagamos el peaje. Cuando volvimos al súper habían hecho un agujero a la pared del costado del tamaño de un lavarropas, no sé por qué. Estaban los de canal 11 y me lo encontré a Camello, él me contó que habían venido unos en una camioneta con el logo de verdulerías “La Huerta”, a chorearse un exponedor, -de esos que son como estantes pero en frío; bueno la cosa es que alguien avisó y los escracharon. Va salir en la tele hoy. Por eso yo mejor me voy así lo veo-, en eso me toca bocina el Negro que andaba en la moto. Me acerco al cordón y me dice, -por la escuela hogar andan a los tiros, suspendieron los partidos en el club, vamo’al wolmar a ver que pasa- Vamo, le digo y nos fuimos.
Había dos cordones policíacos, uno en todo lo que es el morro para al lado del barrio Humito, de la federal y otro de seguridad privada arriba protegiendo los vidrios.
No se podía entrar, pero la gente tiraba piedras y prendía fuego, así que los mismos guaruras empezaron a largar cosas de adentro, sobre todo comida y boludeces. Pero ya se estaba haciendo de noche y ahí apestaba así que le dije al loco que nos fuéramos. En la costanera estaba todo tranquilo. Pero cuando quisimos subir por San Juan nos paro un chebi para decirnos que doblemos porque había tiros. Que la policía andaba matando gente a si que nos fuimos a la Verga por…no me acuerdo por cual y atravesamos la ciudad por Carbó. Cuando llegué a casa prendí la tele en canal 11 y como a las 9 casi me muero de la risa. Aparece el Camello didciendo que -qué bueno que llegó la prensa para que se vea quienes son los ladrones-…y en la campera se le notaba a la legua la botella de wisqui que traía cargando.