1- Soledad Acuña, ministra de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, charlaba amigablemente con el diputado del PRO Fernando Iglesias. Una charla de ‘entre casa’, una conversación en confianza. No se cuidó, no había coaching de por medio, no tenía un discurso escrito, practicado. Soledad Acuña dijo entonces lo que pensaba, sin matices ni disimulo, con crudeza, con torpeza.
2- Soledad Acuña dio datos. Datos salidos de algún estudio que no cita, un estudio que realizó un perfil de quienes eligen ser docentes de la ciudad. Supongamos que es un estudio bien hecho. Los datos muestran que quienes siguen la carrera docente: «son cada vez más grandes de edad», que es la «tercera o cuarta carrera que eligen luego de fracasar en otras», y que «son de sectores socioeconómicos cada vez más bajos». El problema no está en los datos sino en las conclusiones que la ministra saca de ellos. Soledad Acuña sostiene sin ruborizarce que esos docentes tienen menos ‘experiencias enriquecedoras’ y menos para ofrecer en términos de ‘capital cultural’. Por el contrario, se infiere, habría un sector social de capitales socioeconómicos altos que si tiene más para ofrecer y que si posee experiencias enriquecedoras. El propio Mauricio Macri podría servirnos de contra-ejemplo. Pero estos dichos además de constituir una gravedad política extrema son de una profunda ignorancia. Reducen la noción de “capital cultural”, esencializan una distinción de clase y sostienen que habría una relación lineal entre origen social y capacidad de enseñar. Habla además de ‘fracaso’ cuando alguien demuestra por el contrario que quiere seguir estudiando una y otra vez. Faltaba que agregue un argumento biologicista y hacía cartón lleno.
Sus dichos estarían sugiriendo que:
-Las personas mayores o que hayan tenido estudios universitarios incompletos no estarían en condiciones para ejercer la docencia.
– Que habría una edad para estudiar más propicia que otra.
-Que no terminar una carrera te transforma en ‘fracasado’.
-Que estudiar varias carreras aún sin terminarlas es un desmérito individual.
-Que el lugar socioeconómico de pertenencia determina el capital cultural y la posibilidad de tener ‘experiencias enriquecedoras’.
Está claro. El problema no son los datos.
3- Soledad Acuña es Ministra de Educación de una ciudad en la que el PRO gobierna desde hace 13 años. Sin embargo la ministra habla como si hubiera gobernado hasta ahora algún ente abstracto y se para desde un sitio etéreo externo a la gestión que encabeza. Bajo su gobierno se comprobó el desfinanciamiento de las escuelas públicas, aumentaron las denuncias por la mala alimentación en los comedores escolares, hubo problemas con las vacantes, intento de cierre de profesorados, represión a docentes que protestaban por la creación de la Unicaba, uso de estudiantes para estrategias de marketing e intento de cierres de escuelas nocturnas por nombrar solo algunas de sus ‘políticas educativas’.
Para no hacerse cargo de los resultados de su gobierno el manual del Pro indica que es bueno buscar un culpable externo. En sus declaraciones Soledad Acuña instala frente a las familias que lxs culpables del estado actual de la educación son lxs docentes, sobre todo los ‘docentes militantes’ ‘sobre-ideologizados’. Así ella se desresponsabiliza de sus propias políticas mientras culpabiliza a quienes estos años sostuvieron las escuelas contra viento, marea, ajustes, bajos salarios y pandemia.
4- Soledad Acuña solicita a las familias que denuncien a lxs docentes que «eligen militar en lugar de hacer docencia» y les pide que usen las clases virtuales como espacio de vigilancia doméstica. Propone una relación de control de los padres y madres sobre los y las docentes. Acuña siembra un manto de sospecha, lxs considera una amenaza y elabora un sistema de control que nos retrotrae al peor de nuestros pasados cuando la delación se pagaba a veces con la vida. Pero hace algo más, en ese juego fortalece y profundiza la desligitimación de los docentes, los considera peligrosos, dañinos. ¿Usted sabe dónde está su hijo ahora? Decía una publicidad en 1978.
5- Soledad Acuña sostiene el discurso ingenuo de “los docentes que hacen política” y se apoya en el pseudo reclamo neoliberal sobre la neutralidad del currículum. Como si enseñar pudiese ser una técnica aséptica. Hablar de Santiago Maldonado es hacer política pero hablar de Sarmiento, de Mitre o de Roca no… Podríamos dar ejemplos similares con temas de ecología, racismo, machismo, pobreza…todos presentes en el currículum escolar. Sabemos que la supuesta no toma de posición encubre una posición. Sabemos de sobra que negar la política es una forma eficiente de hacer política sobre todo cuando se allanó previamente el camino desvalorizando ‘lo político’. ¿Y utilizar a lxs alumnxs y sacarles fotos para campañas de marketing del partido que gobierna la ciudad qué es? ¿Utilizar la frase “Con los chicos no” en su carta ‘aclaratoria’ (que alude a lo que señalan los antiderechos para oponerse a la Educación Sexual integral) qué vendría a ser?
6- Soledad Acuña usa frases como “hay que enseñar a pensar”, “no hay que decirle a los chicos y chicas qué tienen que pensar”, “el aula como lugar diverso y de pluralidad». Discursos como slóganes, cáscaras vacías. ¿Qué significa enseñar a pensar para Soledad Acuña? ¿Qué si se puede decirles a los chicos y chicas? ¿Cuál es la diversidad y la pluralidad que propone? ¿Quiénes estarían en condiciones de ser buenos docentes?
7- Hay en los dichos de Soledad Acuña una línea común con discursos de otros funcionarios en estos años: “¿Qué es esto de universidades por todos lados?” (Macri); “Los pobres no llegan a la universidad” (M. E. Vidal); “Los que ‘caen’ en la escuela pública” (Macri).
En todos se observa no solo el desprecio por la educación pública sino también la falta de expectativa en lo que la educación si puede. No podemos negar la coherencia.
8- Leo en un posteo de facebook: “A una amiga la acusaron de socialista porque la oyeron hablar de distribución de la riqueza: estaba hablando de Producto Bruto Interno, algo que según diseño curricular corresponde al 2do año en geografía. No tienen ni idea de lo que dicen y con esta ministra se sienten envalentonadxs”.
Ese es el problema. Lo que habilita su mensaje.
9- Soledad Acuña sostiene que lo que dijo tenía como finalidad defender a los estudiantes. ¿De qué habría que defenderlos? ¿Qué estudiante está implícito en sus dichos? ¿Quiénes si podrían ser ‘adoctrinados’? Sus dichos implican estudiantes que se dejan convencer por aquellos que les ‘bajan línea’, que pueden ser manipulados, que no tienen historias ni criterios propios.
Queda claro, Soledad Acuña nunca fue docente.
Quiénes si pisamos las aulas sabemos que no «fabricamos» a nadie… ni aunque quisiéramos.
10- Soledad Acuña debería renunciar pero no por haber ido a una escuela en la que trabajaba Erich Priebke, argumento contradictorio en si mismo, banal y de una estupidez supina. Para el caso es egresada también de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y ahí si finalizó la carrera.
Soledad Acuña no podría seguir siendo ministra si docentes, familias y alumnxs exigieran su renuncia por el grado de desprecio e ignorancia que demostró.
Excelente reflexión Cora, salvo el punto 10, que no comparto. En primer lugar Priebke no «trabajaba» en la escuela, era el director de la Asociación Cultural Germano-Argentina, propietaria del colegio en cuestión. En todo caso era un trabajador con bastante poder. En segundo lugar, por algún motivo complejo y profundo, algún nudo en nuestro inconsciente colectivo, resulta estúpido (además de contradictorio y banal, pero he escuchado y leído otros calificativos al respecto en otros artículos) hacer pública la formación de Soledad Acuña, y dejar abierta al menos una duda respecto de las marcas que dejó en su forma de ver el mundo dicha formación que recibió en el Capraro. Colegio en que se acordó un pacto de silencio en torno al ex oficial de las SS en el período en que Acuña fue alumna. Como dijo Uki Goñi: «es válido preguntarse que evaluación ha hecho Acuña sobre Priebke». Algo que todavía nadie le preguntó. Ella puede meterse con violencia en las consecuencias que provoca nuestra formación docente pero nosotres no podemos dudar sobre la que recibió ella… porqué?
Acuerdo plenamente con tu reflexion. Creo que debería renunciar, entre otras cosas, porque demostró ser ignorante, algo que se supone critica a los docentes.
También ella obvia que, por estadística, el 50% de los docentes apoya al PRO e, indirectamente, la votaron. Lamentable agredir a sus propios votantes.
Lo del “fracaso” es no entender nada acerca del proceso vocacional.