Terrorismo del lenguaje blanco // Diego Sztulwark

Nada más reaccionario (profundo, arcaico y fascista) que asociar mapuche a terrorismo. Con solo sustituir el nombre «mapuche» por el de «palestino» alcanzaría para comprender que tipo de situación se está creando por medio de este uso del lenguaje. Momento adecuado, por tanto, para recordar que el terrorismo en la Argentina fue es y será terrorismo de estado. Podemos presentir, entonces, lo que este modo del verbo prepara. Santiago Maldonado y Rafael Nahuel son tragedia y alarma. Por el contrario, podemos asociar «mapuche» a «plurinacionalidad», lo que nos ayudaría a revisar esa cosa roquista que bajo el nombre Estado Nación subordina la tierra de modo directo e infame al mercado global. ¿Se objeta que la lucha de ciertas comunidades mapuches es violenta? Pero ¿hasta dónde se pretende llegar con esa caricatural aprehensión pro-represiva? No es terrorista una nación en resistencia, que pelea por la tierra, y que peleando por ella crea una nueva perspectiva sobre esta tierra sobre la que nuestra vida se prolonga: no valor-capital, sino premisa material de la vida agobiada, acosada, agredida por un cierto modo civilizatorio. Una nación condenada a la traducción no hace terrorismo sino pluralidad. Una nación que renace a partir de practicas de descolonización no crea violencia sino que la desactiva. Una nación que como la mapuche encabeza hoy en Chile un movimiento democrático que busca sacudirse los restos constitucionales del pinochetismo no es terrorismo sino multiplicidad. Una nación que buscando su territorio choca con la economía concentrada, trasnacionalizada es por naturaleza antiterrorista. Se prepara una acción represiva (terrorismo legal, blanco, propietario): es preciso desarmarla por todos los medios posibles.

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