Con la invitación amistosa pero también perversa de parte de Giovanni Tusa, escribí el posfacio a su libro con Badiou: Acerca del fin. “Perversa”, porque Giovanni me hizo escribirlo pensando que yo era la persona más “inapropiada” para ese cargo.
No sé si Giovanni tenía razón. Pero, en todo caso asumí el papel así asignado a mí. En mi texto, intenté presentar, o mejor dicho representar, la totalidad del pensamiento político de Badiou a partir de la noción más inapropiada, noción prácticamente casi inexistente en sus escritos: la de “deseo”.
Esta noche, ya no hablaré de deseo, sino tomaré otro camino para atacar la cuestión de para qué Badiou hoy.
Yoshiyuki Koizumi, filósofo japonés muy conocido acá en Japón sobre todo por la radicalidad extrema de su pensamiento político, recién publicó en japonés un texto muy estimulante y titulado “La espiritualidad en Foucault”. En este texto, Koizumi sostiene que el trabajo del último Foucault, el del Foucault de los años 83-84, consistió en realzar la importancia política de relacionar la práctica de “vida otra” en este mundo con la aspiración a “otro mundo”.
Si la lectura de Koizumi es pertinente, yo creo que se puede decir que al fin de su vida, Foucault acabó por reunirse con Badiou. El relacionamiento de la vida otra con el otro mundo es precisamente lo que Badiou entiende por “organización”.
En términos de Badiou, la práctica de vida otra se traduce como creación ex nihilo de nuevas posibilidades para el mundo entero, y la aspiración a otro mundo se traduce como fidelidad al mundo ideal en donde todas esas posibilidades ya estén convertidas en realidad.
Hoy, no nos faltan prácticas de vida otra. En todas las partes del mundo no cesan de multiplicarse luchas e iniciativas creativas, que inventan cada una nuevas formas posibles de vida para toda la gente del mundo. El problema de hoy reside en la dificultad que tenemos todos de darnos la aspiración sólida a otro mundo. Dificultad de ligar la vida otra con el otro mundo.
Sabemos que antes, las prácticas de vida otra se desarrollaban bien con la aspiración a otro mundo. Es la existencia de los países socialistas la que permitía creer en la posibilidad de otro mundo, aunque el otro mundo fuera concebido como algo bastante diferente de aquellos países socialistas. Badiou empezó a trabajar el tema de la “organización”, tema de la ligación de la vida otra con el otro mundo, en el período preciso en que el socialismo existente estuvo dejando de funcionar como fuente de la aspiración a otro mundo.
El último curso de Foucault antes de su muerte se titula “El coraje de la verdad”. El manuscrito que Foucault preparó para la última clase de ese último curso termina con la siguiente frase: “Sólo puede haber verdad en la forma del otro mundo y la vida otra.” Es decir que el “coraje de la verdad” es coraje de conectar la vida otra con el otro mundo. Es coraje de la “organización”.
Pero, ¿por qué, “coraje”? Porque se trata de guerra, no como metáfora sino literalmente. En este mundo actual, la organización revolucionaria, conexión de la vida otra con el otro mundo, no es posible en absoluto sin entrar en guerra directa con el poder dictatorial del capital. El capitalismo puede y podrá siempre soportar o tolerar manifestaciones de vida otra sin otro mundo, pero ninguna manifestación de vida otra con la fidelidad intransigente a otro mundo. El “coraje de la verdad” es coraje de declarar guerra, coraje de ponerse en guerra físicamente.
¿Para qué sirve hoy el trabajo de Badiou? Todos los libros de Badiou son potentes incitaciones a la guerra absoluta, en este mundo en que conocemos sólo la “guerra civil” permanente entre los capitalistas y la guerra totalmente unilateral, igualmente permanente, del capital contra la población. Creo que el trabajo de Badiou nos sirve para decidirnos por la guerra absoluta, sólo por medio de la cual podríamos acabar con estas guerras capitalistas en curso.
4 de julio de 2019 en Bar La Tribu (Bs. As.)
[…] Jun Fujita, comentando justamente a Badiou, dice que ese impasse tiene que ver con la «dificultad de ligar la vida otra [ya en marcha en multitud de experiencias] con el otro mundo». Hay otras vidas, pero no otro mundo. […]
[…] Jun Fujita, comentando justamente a Badiou, dice que ese impasse tiene que ver con la “dificultad de ligar la vida otra [ya en marcha en multitud de experiencias] con el otro mundo”. Hay otras vidas, pero no otro mundo. […]