Francisco René Santucho. PENSADOR REVOLUCIONARIO DEL INDIGENÍSMO EN AFRO ABYA YALA // Guillermo Munné

El dominio del imperio español sobre nuestros territorios y sus conflictos con los imperios portugués y, principalmente, británico, implantaron las instituciones europeístas de la estatalidad, promovieron el genocidio y la explotación indígena y afroamericana, y subordinaron las actividades económicas locales a las imposiciones de las economías metropolitanas. En tal escenario tuvieron lugar las luchas independentistas e identitarias que cristalizaron en los estados nación de nuestra región, los que prosiguieron republicanamente el genocidio de la población indígena y la apropiación de sus territorios. También produjeron las dislocaciones entre la próspera capital porteña blanquizada, contrabandista y europeísta, y provincias empobrecidas, morenas, clericales y dedicadas a la explotación de la población indígena en las actividades rurales y mineras según exigencias de la exportación de bienes primarios. La acción revolucionaria y los textos teórico-políticos de Francisco René Santucho se hicieron conocer en la segunda mitad del siglo XX, desde la provincia de Santiago del Estero, como estallido de esas memorias, vitalidades, vacíos y enfrentamientos. 

La actividad pública de Francisco René Santucho comienza en los últimos años de los primeros gobiernos peronistas. En 1953 abre la librería “Aymara” en la ciudad de Santiago del Estero. Pronto la venta de libros se incluirá en la actividad de un centro cultural que  adopta el nombre de “Dimensión” y logra persistir  aún después de la desaparición genocida de Francisco René en 1975, primero con las solas fuerzas de su esposa, Gilda Roldán,  docente de la Escuela de Bellas Artes “Juan Yapari” cesanteada por la última dictadura,  y luego con el impulso de sus hijes Elmina y Francisco Santucho.  Hasta su reciente cierre en 2018, esa librería fue protagonista del debate intelectual oral y publicado, y la difusión de las creaciones del arte santiagueño. En la década de los 60s, Francisco René tendrá responsabilidades principales en la organización política y sindical revolucionaria, con la fundación del Frente Revolucionario Indoamericanista Popular (FRIP) y la fuerte actividad de la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (FOTIA) y de la Federación Obrera Santiagueña de la Industria Forestal (FOSIF).Si bien concebía un camino de acumulación de fuerzas por vías más políticas y lentas que las vislumbradas por su hermano menor, Mario Roberto Santucho, no dejará de acompañarlo en la fundación del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). También en estos compromisos destacará el inspirador pensamiento escrito de Francisco René materializado en documentos políticos y una calificada actividad de prensa.

Desde 2016 disponemos de sus Obras Completas, publicadas por Barco edita, Colectivo AlCarajo, Dimensión, INDES (Universidad Nacional de Santiago del Estero) y Umas, a partir del trabajo de compilación de su hijo Francisco Santucho junto a un equipo editor integrado por Gilda Roldán, Facundo Burgos, César Gómez, Raúl Juan, Mario Lavaisse, Ignacio Ratier, Elmina Santucho, Alberto y Pablo Tasso y Matías Vicente. En 2012 la Biblioteca Nacional ya había dado a conocer la edición facsimilar de todos los números de Dimensión. Revista de cultura y crítica dirigida por Francisco René entre 1956 y 1962.[1] A partir de estos textos puede fortalecerse el conocimiento de su obra que resulta la principal labor teórica y política en Argentina que pudo aunar las lenguas españolas y quichua desde los primeros 1950s hasta su secuestro y su desaparición en 1975 perpetrada por las fuerzas estatales genocidas. La situación de los pueblos indígenas, la continuidad de su cultura atravesando el colonialismo hasta nuestros días, el problema de la lengua, las condiciones de retraso de las regiones subalternizadas de la Argentina en favor del centro portuario de Buenos Aires, los desafíos sindicales y políticos que enfrentan les trabajadorxs rurales y la unidad liberadora de Indoamérica, constituyen puntos centrales de los escritos de Santucho. El silencio y desconocimiento que la persecución dictatorial impuso respecto de su pensamiento junto con la demonización del apellido familiar, comienza a disiparse gracias a estas publicaciones de la última década que posibilitan debatirlo de manera actualizada.

Pensamiento del cambio y la multiplicidad. Identidades indígenas y liberación

Filosofía forjada en la praxis política, sindical y cultural, varias de sus virtudes han sido posibles por desarrollarse al margen de los restrictivos claustros universitarios, pero, también por esa alteridad, podemos hacer que interpele a ese ámbito de investigación y comunicación.[2] Desde el FRIP publica en 1963 un documento político elaborado tres años antes, “Lucha de los Pueblos Indoamericanos. Antiimperialismo e integración”. Como todos los documentos del FRIP y varios de sus trabajos con firma personal, se da a conocer de manera bilingüe: en quichua y español. Allí detecta en el europeísmo un universalismo basado en una metafísica abstracta y una “… ontología adversa a toda diversidad, contraria a la multiplicidad y al cambio que luego gravitó en el concepto histórico con resultados nefastos” (Obras Completas, p. 206). Las coincidencias con lo que estaba por decir el  posestructuralismo francés son evidentes al reclamar la liberación de la multiplicidad y la mutación respecto de la ontología estática y repetitiva. Este movimiento hacia la multiplicidad se hace valer contra los sistemas filosóficos de derecha, tanto cristianos como liberales, y los del comunismo prosoviético que afirman para Argentina “… las más reaccionarias interpretaciones históricas y culturales, negadoras de una autonomía y vigencia particular indoamericana”. Son, éstos, marxistas perjudicados por “… la identificación que en el fondo mantienen con la ontología clásica, que los hace reducir la dialéctica a un sola y única verdad: la lucha de clases” (p. 208 y s.).

Pero a diferencia del estudiado e imitado posestructuralismo francés, Francisco René, este protagonista de las más perseguidas luchas políticas y sindicales de su lugar, con fructífera influencia de los trabajos de José Carlos Mariátegui,  teoriza al respecto poniendo en el centro del problema el sometimiento colonial que inferioriza y depreda las culturas de los pueblos indígenas, así como nutre el despegue de la modernidad europea y su asfixiante prepotencia intelectual. “La idea universal así concebida, vino a constituir un instrumento de coacción y exterminio en manos de minorías monopolizadoras del poder social e histórico” (p. 207).  Como dijimos, las citas provienen de un documento que se edita también en quichua, manteniendo viva esa lengua,  con todas las memorias y la identidad que allí respiran.

La defensa de las lenguas indígenas es, para Francisco René, parte de la lucha contra la explotación y la opresión con que opera la modernidad capitalista sobre nuestros pueblos y territorios. La clase dominante vernácula de un país semicolonial, como Argentina, promueve la sumisión al imperialismo de las principales potencias mundiales y oprime a nuestros pueblos también con una pedagogía que discrimina racial, cultural y lingüísticamente como forma de opresión o marginación.  estigmatizando y destruyendo sus lenguas y cultura nativas para ser sustituidos por la cultura y la lengua del colonizador (“Frente a la cuestión de las lenguas nativas” publicado en el periódico boliviano Jornada,   bajo el seudónimo de Fernando J. Suárez, el 29-6-1971, ahora en Obras Completas, pp. 253 y ss.) Para la ideología colonialista,  “… los únicos idiomas que tendrían derecho a la pervivencia, serían los idiomas consubstanciados con el capitalismo y la colonización. El inglés, el francés, el alemán, el español, el italiano y unos cuantos idiomas más del capitalismo europeo. Todos los demás, la gran cantidad de idiomas nativos de Asia, África y América Latina, tendrían que ser proscriptos” (“El derecho de las mayorías quéchua y aymara al uso de la lengua” publicado en Jornada, también con el seudónimo de Fernando J. Suárez, el 25-6-1971, ahora en Obras Completas, pp. 249 y ss.).

La persecución de la lengua propia mantuvo a los pueblos igualmente en el analfabetismo y en la marginación respecto del desarrollo de conocimientos contemporáneos. Si se deja crecer la expresión de la lengua madre, como depositaria de experiencias y cultura acumuladas, si se renuevan las tradiciones culturales en los ámbitos educativos y literarios, entonces, se coloca a los pueblos indígenas en las mejores condiciones para participar y protagonizar el conocimiento y saberes del presente (“Frente a la cuestión de las lenguas nativas” cit., p. 256).

La trascendencia del reconocimiento de las lenguas indígenas como lenguas vivas y culturalmente liberadoras se hace visible hasta en los últimos textos conocidos de Francisco R. Santucho. En 1970 la dictadura militar imperante en Argentina lo mantiene en prisión por un año y en febrero de 1971 le es reconocida la opción de dejar la cárcel con la condición de exilarse. Desde abril de 1972 se radica en Bolivia y participa activamente de los debates para que se oficialicen las lenguas aymara y quichua. Allí interviene con los artículos que antes citamos publicados en el diario boliviano Jornada con el seudónimo de Fernando J. Suárez. El actual proceso de constitución del Estado plurinacional de Bolivia confirma los aciertos de la vinculación trazada por Santucho entre oficialización de las lenguas ancestrales, protagonismo político indígena y transformación social igualitarista. Desde ese país redacta un “Curso de qheshwa boliviano” destinado a su publicación  en Dimensión para su conocimiento en Santiago del Estero como “… puente para la compenetración de las distintas formas dialectales y –por qué no- para un posible intercambio práctico concreto entre los hablantes de uno y otro país” (en Obras Completas, p. 259). Según los propósitos del plan genocida de las fuerzas armadas, Francisco R. Santucho desaparece entre abril y mayo de 1975 en Tucumán, la provincia en la que más de una vez se había encontrado con su esposa Gilda Roldán, ingresando clandestinamente a nuestro país. No llegó a conocer, así, a su hijo Francisco quien nació cinco meses después. La edición impresa del curso de quichua que había dictado para la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, Bolivia, se convirtió en su último texto publicado y otro de sus perdurables legados para el crecimiento de la lengua indígena como proyecto político y cultural.

Luchas contra las desigualdades regionales. Unidad indoamericana y socialismo

La afirmación de la lengua indígena y las memorias de sus rebeliones contra el imperialismo depredador del capitalismo occidental dotaría de la mayor fuerza a la tarea de recordarnos nuestra propia especificidad en esta parte del planeta. No se trata sólo de defender la igualdad emancipadora frente a otro continente, sino también de clarificar aquello que nos es propio respecto de lo que nos enajena (“El indigenismo en la historia argentina” en Obras Completas, pp. 337 y ss.) La persistente riqueza cultural de estas naciones indígenas, de alcance muy superior a los violentos límites que separan a los estados nación implantados por la occidentalización, ofrece, además, una vía firme para integrar una patria grande real y continental. Francisco René se ocupa de valorar las dimensiones y potencialidades que ofrecen las culturas quichua y guaraní, pero tiene en claro que otras sociedades originarias y el vigor modelador de su paisaje, también contribuirán a una integración de gran alcance apoyada en la identidad indígena. Así, entendemos que debería suceder con las naciones patagónicas.

El área quichua se integró a la plataforma andina en que fermentaron los más significativos procesos civilizadores sudamericanos, desde épocas remotísimas anteriores a los incas. El área guaraní se conforma por la expansión de la cultura amazónica que llega hasta el actual territorio argentino, tomando contacto con la corriente andina de manera indirecta a través de las tribus intermediarias, en ámbitos chaco-santiagueños. Francisco René reclama que tengamos “… siempre presente la importancia de estas dos expresiones prehispánicas de tan fuerte caracterización: la unidad regional del norte y noroeste argentino, integrada por el aglutinante influjo del común denominador quichua y la del noreste o litoral, de prosapia guaraní. Al cabo de cuatro siglos desde la conquista, ellas siguen estando presentes como fuertes expresiones regionales argentinas, contribuyendo con los tonos más altos a destacar una legítima y auténtica personalidad nacional, resistiendo también al “separatismo” argentino de la patria grande indoamericana, a que una ciega política europeizante nos ha estado conduciendo y persiste en conducirnos. A través de estas dos expresiones culturales globalizantes, estas tierras australes se integran en el todo continental sin que los límites fronterizos, producto de las necesidades administrativas de la colonia, hayan podido cortar los lazos de esa continuidad” (“Lo andino y lo amazónico en la infraestructura argentina” en Dimensión. Revista de cultura y crítica, Año 1, N° 1, 1956, p. 5, consultable en la edición facsimilar de la revista a cargo de la Biblioteca Nacional, 2012, p. 43, y en Obras Completas, pp. 102 y ss.)

Estas condiciones, agregadas a otras que han impactado en la historia de los pueblos indígenas, sustentan la tesis VII del documento emblemático del FRIP: “En toda Indoamérica, el proletariado rural es el sector más combativo de la clase obrera por su carácter de enemigo irreconciliable del imperialismo y por la superexplotación a la que se ve sometido” (“El proletariado rural: detonante de la revolución argentina. Tesis políticas del FRIP”, 1964, ahora en Obras Completas, p. 235).  Esta es la realidad de mineres, cafetaleres, bananeres, azucareres, hacheres, etc. Los esfuerzos de organización sindical se piensan sobre la base social de los trabajadores rurales, especialmente FOTIA y FOESIF, sin descuidar el trabajo político con el proletariado urbano (tesis X). La seudoindustrialización, moldeada por el imperialismo, determina que en los grandes centros urbanos haya sectores obreros de privilegio que fortalecieron una burocracia sindical centralizada en Buenos Aires con intereses propios, alejados de los intereses de las masas, y con un papel nefasto de control del movimiento obrero a través del aparato cegetista (tesis IV).

El pensamiento teórico político de Francisco R. Santucho atraviesa las tensiones y desigualdades entre el centralismo capitalino y las áreas sometidas a la superexplotación para las superganancias del extractivismo de exportación, incluyéndolas en los plazos largos de las opresiones y sublevaciones de los pueblos indígenas. La estrategia y la visión política de fondo responden a una concepción de la historia y las temporalidades opuesta a la linealidad progresista del europeísmo. En la tesis política X del FRIP se postula que el brillante futuro de una sociedad socialista se aúna a la apertura liberadora de la identidad indígena en el continente. En el futuro se expanden las raíces.

 

[1] La edición contiene en un estudio de Mario Antonio Santucho, “Las intuiciones de un “cacique” del siglo XX”, pp. 21-35, que con agudeza e inspiradora conceptualización, recorre los textos de Francisco René publicados en Dimensión y otros originales preservados como archivo por su familia, ahora disponibles en Obras Completas, apoyando la tarea de valuar la transcendencia de pensamiento en acción de Francisco René para los desafíos e incertidumbres de nuestros pueblos.

[2] Así lo hemos propuesto, como pensador latinoamericano o de Afro Abya Yala, que no puede seguir siendo silenciado entre estudiantx e investigadorxs, como se lo propuso la persecución y censura genocida. En ese sentido, lo hemos puesto en debate con trabajos presentados en el “1° Congresso Internacional de Estudos de Atualização Continental sobre a República do Haití” organizado por la Universidade Federal de Integração Latino-Americana (UNILA), en Foz do Iguaçu (Brasil), los días 15 al  17 de agosto de 2018; con una mesa temática que compartimos con Francisco Santucho (h) y Victoria Haydar en las XIV Jornadas de comunicación de investigación en Filosofía: “Filosofía, ciencia y universidad” organizadas por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, los días 11 al 13 de octubre de 2018; y en el “II Seminario Latinoamericano de Sociología: El marxismo latinoamericano del amauta José Carlos Mariátegui”, organizado por el Centro Sociológico de Estudios Latinoamericanos, en Guayaquil, Ecuador, los días 3 a 5 de noviembre de 2020.

 

 

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