Toda referencia que indica que esto es un simulacro arruina la experiencia // Renata Zas

Toda referencia que indica que esto es un simulacro arruina la experiencia: la luz de la
cocina de la galería, la escasa iluminación de los artefactos de escritorio personal de los
trabajadores de esta pequeña empresa, el ruido de los camiones que trasladan cargas
por Villa Crespo, el haz de luz de día que entra por la rendija de la puerta principal.
Quiero estar sola y encerrada en esta escultura colectiva de luces neuróticas de policía
que custodia cada uno de los monumentos hieráticos de troncos y ramas que forman
parte de la habitación instalada. Éstos, a su vez, recogen una simbología de amuletos
descarnados, sin piel ni cuerpo. Son los semblantes de un ser católico apostólico romano
que se porta mal con una precisión obsesiva. Su rebelión es vaciar de contenido
trascendente los códigos de la Sacro-institución, pero su metodología está cargada de
una super exigencia y ambición monumentales que remiten al impacto y el peso de su
poder. Estas claves conceptuales en tensión rigen toda la obra de Mariana. El tono frío y
silencioso de la ficción primitiva presente se parece al latente escozor de la penitencia
alzada en rezos al padre nuestro “que estás en los cielos”, imponiendo orden sobre sus
pecadores.
No hay respuesta ni perdón, así habita el silencio. Un silencio vacío como el halo de hielo
de esa gota de sudor que corre cuando nos encontramos con la peor angustia humana, la
de nuestro propio vacío, aquel que sólo se encuentra en un estado de ficción solitaria.
No tiene sentido llenar de palabras la obra y por eso la artista decide que no haya texto de
sala; nada que ayude a definir ni hacer decir. A pesar de este forzamiento a sentir, las
posibilidades de conectar en verdad con la obra son exiguas sino es en un estado de
sepulcro silencio. Sin embargo, esta necesidad se revela imposible en tanto la galería es
un espacio de trabajo y habitación permanente en momentos de circulación por la
exhibición.


Es obligatorio sentarse y observar este bosque organizado de forma jerárquica a partir dela figura de un tronco de árbol de tres metros y medio de alto. Ese árbol enjoyado con luces de automóviles es el vector militar de un ejército simétrico de cuatro hileras de esculturas de troncos a escala y altura humanas. La cabeza y el techo de cada una de
éstas se ve limitado por una luz policial azul, en movimiento. Para lograr ver otra cosa es necesario pasear por cada montículo organizatorio de iconografía secular y religiosa. Son mementos o memoriales de tumbas individuales. Los observo como si pudiera sentir los fantasmas de una novia, una puta, un pobre marginal, ese lector miserable, un pescador moribundo o un buscador de objetos podridos, perdidos
Probablemente ésta sea una versión más de esa ficción primitiva, de un colectivo formado por la solitaria unión de múltiples vacíos y existencias. Vacíos marginales de historias no valoradas; vacíos de vidas vividas sin conciencia que en su caminar vagabundo encontraron la muerte, sin buscarla. Sentada sola contra el vidrio escucho los gritos agudos de sus rostros en frustración replicados a la eternidad.

RZ
4 de mayo 2018

Ficción primitiva es una exhibición de la artista Mariana Telleria en la galería Ruth Benzacar. Mariana Telleria
nace en Rufino, Santa Fe en 1979. Vive y trabaja en Rosario, Argentina.

La muestra permanecerá abierta del 2 de mayo al 23 de junio de 2018. Puede visitarse hasta esa fecha en
Juan Ramírez de Velasco 1287, Buenos Aires, Argentina. Más información en http://www.ruthbenzacar.com/

Renata Zas (Buenos Aires, 1990. Actualmente vive en Buenos Aires). Renata es una investigadora en artes y
curadora de arte contemporáneo con base en Buenos Aires. Actualmente se encuentra investigando la
permanentemente expansiva revolución tecnológica, cuyos efectos son sentidos en la sensitividad y empatía
humana. Renata está interesada en la práctica horizontal como metodología de trabajo.

FOTOS DE LA MUESTRA: http://www.ruthbenzacar.com/muestras/ficcion-primitiva/

Mariana Telleria:

Nací en Rufino, Santa Fe, en 1979. En 1998 me mudé a Rosario a estudiar Bellas Artes en la UNR. No terminé la carrera. Nunca asistí a talleres ni clínicas particulares, sí comparto ideas y tiempo con amigos excepcionales.

Lo inesperado y todo aquello que produce información no siempre me sorprende afuera, la mayoría del tiempo lo encuentro dentro de mis búsquedas y en el registro o memoria que sedimentan esas prácticas.
Cada una de mis ideas no nacen como hecho aislado, sino como formas o composiciones de articular y reordenar tantas cosas que están, me interpelan y no reconozco de inmediato. Y ese reconocer, esa sensación de estar confiadamente perdida hasta encontrar la dirección a la que creo tener que llegar, ese obrar innato a la historia, proceso o camino biológico personalísimo y encadenado de operar sobre el alrededor, mucha veces resulta de revisar mi propio trabajo.
Así que me dejo llevar de mi propia mano.
Todo lo que hago es verdad. Yo no soy al hablar. Lo que puedo decir no le alcanza nunca a lo que sucede, por ende no quiero nombrarlo.
Hablar es un simulacro más tramposo que el hacer.
Y por suerte creo no haber hecho lo suficiente.

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